Iñaki Zaragüeta

Casado, a por la Presidencia

Pablo Casado será el candidato del PP a la Presidencia del Gobierno en las próximas elecciones generales de 2023. Por tanto, su principal objetivo debe centrarse en ganarlas. Si lo logra –la ola actual le favorece– nada ni nadie se le opondrá en el ámbito interno ni externo de su partido. La Moncloa concede un poder casi omnímodo, más que en la mayoría de los países democráticos en los que existe la bicefalia de Jefatura de Estado y de Gobierno. En España, a diferencia de los demás, la Jefatura del Estado, el Rey, carece de poder ejecutivo. Ningún presidente de Gobierno ha tenido el menor problema interno ni infidencia. Al contrario, la sumisión ha sido el denominador común. Que se lo pregunten, si no, a Pedro Sánchez, como último ejemplo.

Dicho esto, ni mi amigo Rogelio ni nadie con los que se relaciona entienden que Casado se descentre en preocuparse por que algún barón tenga en mente «incendiar la pradera». Hoy por hoy, su candidatura es intocable y debe contar con la ayuda de todos. Cuanto más fuerte sea quien se la otorgue, más fuerte se hará y más se ampliarán sus probabilidades. Ha de preocuparse en mantener y fortalecer lo que en biología se denomina como sinapsis entre él, su organización y los ciudadanos.

En Valencia comprobará, al igual que estos días, no solo que tiene a los suyos con él, sino que los tiene entusiasmados, como corresponde a los tiempos de optimismo que vive el movimiento popular. Así lo demuestran las peticiones para asistir al mitin de la plaza de toros, que han superado las más optimistas expectativas.

Como expresaba ayer el editorial de LA RAZÓN: «Pablo Casado cuenta con un partido unido y el PP con un líder consolidado. Ahora, hay que hacerlo bien» y superar así la primera parte de aquel axioma y asirse a la segunda: «Si no te toca, aunque te pongas; y si te toca, aunque te quites». Así es la vida.