Fernando López Miras

La unidad que España necesita

Sin la unidad del centro derecha, seguiremos gobernados por aquellos que pactan con quienes quieren la ruina de España

El líder del PP, Pablo Casado (d) junto al expresidente francés Nicolás Sarkozy (i)
El líder del PP, Pablo Casado (d) junto al expresidente francés Nicolás Sarkozy (i)Alberto R. RoldánLa Razón

La Convención Nacional del Partido Popular es la mejor expresión de las virtudes que definen hoy a nuestra formación política a la hora de gobernar: responsabilidad, honradez y eficacia en la gestión; solidez y fortaleza en el plano institucional, rigor en los planteamientos, seguridad jurídica, el mejor conocimiento de la situación real en que viven los españoles, y solvencia a la hora de resolver sus problemas.

Sin embargo, todas estas cualidades tan extremadamente positivas perderían buena parte de su efectividad a la hora de asumir el Gobierno de España si no se les suma la que resulta la más esencial de todas: la unidad.

Porque, sin la unidad del centro derecha en torno al proyecto de modernización y de liderazgo para España que representa el Partido Popular de Pablo Casado, seguirán gobernando nuestro país aquellos que, con tal de mantenerse en el poder a toda costa, son capaces de pactar con quienes únicamente pretenden su demolición y ruina.

En la Región de Murcia conocemos bien hasta dónde pueden llegar quienes, por sus ansias de poder, no dudan en retorcer la voluntad de la mayoría con tal de ocupar un sillón. Lo vimos en la ciudad de Murcia con un pacto contra natura asociado a la fracasada y chapucera moción de censura con la que intentaron, también, de manera tan injustificable como infructuosa, poner fin al actual Gobierno de coalición en la Región de Murcia. De esta forma, se puso de manifiesto, una vez más, la importancia de la unidad a la hora de sumar mayorías sólidas que doten de estabilidad y de fortaleza la acción de gobernar.

La división del voto entre diferentes partidos que comparten ideologías muy afines entre sí, no sólo supone un gran impulso para las formaciones en el extremo opuesto desde el punto de vista ideológico, sino que también puede generar confusión, hastío y desinterés por la política entre nuestra ciudadanía.

La Región de Murcia es el mejor ejemplo de que esa unidad en torno al proyecto que defiende el Partido Popular es posible y, también, muy deseable para poder seguir avanzando, haciendo buena la confianza que depositó en nuestro Gobierno la gran mayoría de murcianos. Y que esa integración no responde más que al compromiso con la voluntad libremente expresada en las urnas, que no puede ser ignorada ni falseada mediante pactos o acuerdos que contradicen las promesas anunciadas durante la campaña electoral.

No podemos permitir que, por rivalidades entre partidos y por intereses personales, los votos de parte del electorado de centro derecha terminen sosteniendo en el poder a los mismos que quieren enterrar los muchos avances conseguidos en el marco del llamado por ellos «Régimen del 78», en un evidente intento de desacreditar la España de la Transición cuyo punto culminante es la aprobación de la actual Constitución Española, sobre la que se sustenta el mayor periodo de convivencia en paz, de libertad y de prosperidad de toda nuestra historia.

Son, precisamente, todos estos logros democráticos los que hoy están en riesgo si atendemos a la peligrosa deriva asumida sin el más mínimo reparo por el Gobierno de Pedro Sánchez con el fin de complacer las exigencias de sus socios nacionalistas a los que poco o nada interesa la solidaridad y la concordia entre las gentes y pueblos que compartimos con orgullo una patria común llamada España, donde caben todas las ideologías y sensibilidades, siempre que respeten y asuman los principios y valores que recoge nuestra Carta Magna.

Sólo un partido político puede frenar esa oleada de amenazas contra la estabilidad y la legalidad vigente en nuestro país, el único capaz de aglutinar el apoyo mayoritario de los españoles en torno a su proyecto de convivencia basado en la tolerancia, la justicia y la igualdad, como sinónimos de progreso y de libertad; alejado de posiciones extremas y populistas, contrario a los discursos radicales y excluyentes. La única alternativa posible: el Partido Popular de Pablo Casado.