Memoria Histórica
La estatua de Franco en Melilla se quitó «como si fuera una farola»
La consejera de Cultura se contradice en un informe donde otorga protección a la efigie «del oficial de la Legión»
Como si se hubiera «quitado una farola o un banco de la calle». Así compara la consejera socialista de Educación y Cultura del Gobierno de Melilla, Elena Fernández Treviño, la retirada de la estatua de Franco de la vía pública el pasado 23 de febrero, cuya reposición es reclamada –en sendos recursos ante los tribunales– por la Plataforma Millán Astray y la Fundación Nacional Francisco Franco (FNFF).
Según Fernández Treviño, el Gobierno de la Ciudad Autónoma actuó de esa manera con la efigie porque «es un bien mueble» y «no hay catálogo de protección» para un elemento de esa categoría. «No hay catálogo en la ciudad que proteja bienes muebles», ha declarado a El Faro de Melilla la consejera, pero por «la trascendencia» y el «respeto que nos merece» llevaron el asunto «a comisión y a pleno».
Sin embargo, dos meses antes de la eliminación de la estatua, la propia responsable de Cultura firma un documento donde dice que «como bien perteneciente al patrimonio histórico, esta escultura, si bien se ubica en el Conjunto Histórico declarado Bien de Interés Cultural mediante Real Decreto 2751/1986. de 5 de diciembre, por el que se declara Bien de Interés Cultural –con la categoría de Conjunto Histórico–, una zona de la ciudad de Melilla, no está, en sí, declarada individualmente Bien de Interés Cultural como monumento, por lo que goza de la misma protección que cualquier otro inmueble ubicado en el citado Conjunto Histórico».
Desde la Plataforma Millán Astray consideran que la consejera melillense incurre en una «incongruencia», mientras que la Fundación Franco lamenta la «ingratitud» hacia la figura de Franco como «salvador ante los rifeños de Abd El Krim». Juan Chicharro, presidente de la FNFF, cree que «son unos ingratos por acción u omisión. ¿Tanto sacrificio para esto?», apunta en recuerdo del rescate de la ciudad en 1921 a cargo de Franco como comandante de la Legión.
El informe de Elena Fernández Treviño alude precisamente a ese periodo y hace constar que, «si bien [la estatua] representa al dictador en su etapa como oficial de la Legión, en la que tuvo un papel relevante en la defensa de Melilla tras los trágicos acontecimientos de 1921, no deja [de] estar dedicada a quien, quince años más tarde, se arrogó la jefatura del bando sublevado contra el legítimo gobierno de la II República». Por este motivo, concluye que «dicha imagen constituye una exaltación personal hacia la figura del dictador Francisco Franco», algo «demencial», según Guillermo Rocafort, secretario de la Plataforma Millán Astray, teniendo en cuenta que la efigie se levantó en homenajea al militar por «sus años en África», como consta en un acta del Ayuntamiento de Melilla de 1977 que «prueba» que el monumento «no está afectado por la Ley de Memoria Histórica».
Rocafort, que ha solicitado la documentación relativa a la retirada de la estatua, tiene tres resoluciones del Consejo de Transparencia que reclaman al Ejecutivo melillense su aportación. «Se ha facilitado la documentación hasta por tres vías diferentes», según la consejera. «La Plataforma Millán Astray tiene todo el derecho a reclamar, pero incluso le hemos facilitado la que es accesible públicamente, a través del archivo histórico», subraya. «Es mentira», rebate Guillermo Rocafort, «aún me falta información», denuncia. De hecho, dice haber recibido «solo unos correos electrónicos con las órdenes que llevaron a la retirada de la estatua».
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