Opinión

Parlamento Europeo: el último salvavidas de las víctimas de los casos sin resolver de ETA

La falta de impulso desde la fiscalía y la pasividad de la jueza Lamela, nos llevó a interponer una queja en la comisión de peticiones

Más de 300 crímenes aún están sin resolver al no haber sido condenados los etarras que lo cometieron
Más de 300 crímenes aún están sin resolver al no haber sido condenados los etarras que lo cometieronEdicion7La Razón

Cinco años han pasado desde que la asociación Dignidad y Justicia interpuso queja en el Comité de Peticiones del Parlamento Europeo por la falta diligencia del Estado Español para resolver casi la mitad de los asesinatos de ETA cometidos por la organización terrorista en sus 50 años de actividad criminal. Hemos defendido la queja en Bruselas en tres ocasiones, incluso, se han podido escuchar en el Parlamento Europeo testimonios de familiares con los casos sin resolver anteriores a la Ley de Amnistía de 1977 y posteriores a esta ley. Una víctima del terrorismo cuyo atentado sin resolver es anterior a la Ley de Amnistía tiene la misma consideración que cualquier otra cuyo atentado es posterior a esta ley. No puede haber distinciones. Son 376 los asesinatos sin resolver de ETA desde 1968.

Fue precisamente en octubre de 2015, hace ya seis largos años, cuando el juez de la Audiencia Nacional Juan Pablo González procesó a los jefes de ETA desde 2004 en adelante por delitos de lesa humanidad. Pero este juez cambió de destino y le sustituyó la Juez Lamela quien, tras unos meses sin investigar absolutamente nada, desprocesó al sanguinario Aitor Elizarán responsable político durante los atentados de Palmanova (Palma de Mallorca) donde murieron dos guardias civiles.

A raíz de la falta de impulso desde la fiscalía y la pasividad de la jueza Lamela, nos decidimos a interponer una queja en el Parlamento Europeo por la inacción de la Justicia española en resolver casi la mitad de los más de 850 asesinatos cometidos por ETA. El procesamiento de los jefes de ETA abría una nueva vía para investigar los casos sin resolver, sin necesidad de tener que acusar al autor material de los atentados, pero sólo desde el año 2004 –año en el que se introdujo en el Código Penal Español el delito de lesa humanidad–. La Audiencia Nacional, aprovechando la falta de ganas desde la autoridades judiciales francesas, cerró filas y paralizó este procedimiento judicial de lesa humanidad contra ETA que abría nuevos caminos para hacer justicia a tantas familias. De hecho, el propio auto de procesamiento por delitos de lesa humanidad contra cinco jefes de ETA llegaba a apuntar la posibilidad de acusar a los jefes de aparatos militar, político, logístico y demás por ser autores mediatos por controlar la organización terrorista de delitos de asesinato sin necesidad de tener que ser delitos de lesa humanidad. La explicación era sencilla: no hacía falta una orden al autor material del atentado; los jefes de ETA tenía la potestad de poder evitar las muertes, pero no lo hicieron. Pero los jueces y fiscales responsables de esta causa en la Audiencia Nacional siguieron sin impulsar esta nueva vía abierta por el juez Juan Pablo González que, básicamente, se basaba en la «autoría mediata por dominio de la organización» perfectamente aplicada en los juicios de Nüremberg y perfectamente explicada por el jurista Claus Roxin.

La única realidad es que durante estos últimos cinco años que lleva activa la queja en Europa contra España, solamente se ha resuelto un caso (de los denunciados en Europa, precisamente por no buscar nuevas vías penales que el Código Penal pone a disposición de los administradores de la Ley.

Sin embargo, tenemos plena confianza en que la delegación de 10 europarlamentarios que está visitando España estos días para averiguar el porqué de esta situación injusta para las víctimas, pueda alumbrar un camino que haga que la Justicia Española emprenda esos caminos de investigación que ya comenzaron en 2015 pero que siguen paralizados. Mientras tantos siguen prescribiendo las causas y la injusticia aumenta cada día que no se avanza porque no se quiere.