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Casado «decreta» el silencio sobre el pulso por Madrid

La dirección nacional traslada a sus diputados que quiere imponer la discreción y centrarse en la oposición. El PP medirá la fuerza de la orden del líder.

El alcalde de Madrid, José Luis Martínez Almeida y la presidenta de la comunidad madrileña Isabel Díaz Ayuso
El alcalde de Madrid, José Luis Martínez Almeida y la presidenta de la comunidad madrileña Isabel Díaz AyusoRuben MóndeloLa Razón

El mensaje con el que Génova termina otra semana de pulso corrosivo con el PP de Madrid dice que Pablo Casado «decreta» el silencio sobre las tensiones con la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, y respecto a sus «presiones» ante el próximo congreso regional, en el que ya ha anunciado que presentará su candidatura.

El malestar y la preocupación interna ante el espectáculo mediático que está alimentando la crisis ha llevado a Casado a reaccionar, y de una cena con sus diputados, celebrada el pasado miércoles, salió la decisión de «decretar» ese «silencio».

¿Pero esto que quiere decir cuando las filtraciones se cruzan y las páginas de los periódicos se llenan con informaciones de un equipo contra el otro? Génova contesta oficialmente que esas «filtraciones» vienen del lado de los partidarios de Ayuso, y que la orden de Casado es poner fin a las polémicas, enfriar la crisis, no contestar a filtraciones ni a «fuentes» y «centrar todas las energías» en hacer oposición al Gobierno de Sánchez, en dar a conocer territorialmente las más de dos mil enmiendas que han presentado a los Presupuestos Generales del Estado (PGE) del próximo año y en rematar todo el proceso de renovación interno con los congresos regionales que todavía no se han celebrado.

Casado traslada esta instrucción de «silencio» porque tiene conocimiento de la preocupación que provoca dentro de la organización popular ese permanente ruido de sables en Madrid. En el PP exigen sosiego, más responsabilidad y unidad, y la dirección nacional pretende con este movimiento dejar en evidencia que si sigue el ruido será, supuestamente, sólo porque lo generan en el equipo de Ayuso. Hasta ahora, desde las dos partes ha habido réplica de la una a la otra.

Casado no ha hablado en los últimos días con Ayuso, no le ha trasladado personalmente esta exigencia de «silencio», y tampoco ha habido comunicación desde la dirección nacional con nadie del equipo más cercano a la presidenta madrileña.

«Nosotros no vamos a contestar más a ningún mensaje ni a ninguna filtración. Las cosas hay que decirlas a la cara y en los órganos del partido», sentencian en el comité de dirección que preside Casado. «El interés del partido debe ser España, y en esto tenemos que estar todos».

El mensaje que manda ahora Casado coincide con lo que sienten en las estructuras territoriales del PP, donde observan con estupefacción la guerra «despiadada» entre el entorno de Ayuso y Génova. Es en ese ámbito de los barones del partido donde reconocen que Ayuso tiene ahora mismo una fuerza popular que le da capacidad de ganar hasta el congreso de un feudo que no sea el suyo. «Si se presenta aquí, a mí también me ganaría un congreso», señalaba este viernes un presidente autonómico del PP.

Pero, de la misma manera, en la estructura orgánica autonómica también señalan que «todo el mundo tiene que tener claro cómo funciona un partido, las reglas y el respeto a la autoridad».

La crisis, antes de este gesto de Casado, había llegado a un extremo en el que se imponía la sensación de que las cosas «se están yendo de las manos». Además de favorecer un contexto que «sólo puede dar alas a Vox». Ayuso tiene un potencial extraordinario en el voto más a la derecha del PP. Y es apoyada por los satélites del partido militantes ideológicamente en esa órbita. Satélites mediáticos que preocupan y obsesionan a Génova porque no han olvidado el coste que supuso para Mariano Rajoy dejarse llevar por su línea editorial tras las elecciones de 2004.

«Los mismos que nos llevaron a la derrota de 2008, con el 11-M y el PP de Acebes y Zaplana, son los que ahora quieren imponernos el paso desde fuera con la excusa de su apoyo a Ayuso. Y eso ya lo hemos vivido y no podemos permitirlo. La línea del PP se marca desde dentro del PP».

Para apagar el fuego el PP nacional necesita de la colaboración del equipo de Ayuso, además de que en la propia dirección no haya interferencias en esa decisión de Casado de «decretar» el fin de la publicidad de las hostilidades. Por supuesto, en el equipo de Ayuso responsabilizan del ruido a Génova. En la labor de oposición, el coste puede ser menor porque el «lío» del Gobierno de coalición y el desgaste de la imagen del jefe del Ejecutivo se bastan por sí mismos para mantener los niveles actuales de deterioro de las siglas del PSOE en las encuestas. Pero el PP está perdiendo espacio para hacer valer una alternativa y, sobre todo, que es lo que más alarma internamente, está echando leña a una crisis que puede abrir heridas incurables en una organización regional que acumula daños de las etapas de Esperanza Aguirre y Cristina Cifuentes.

En las próximas semanas el PP medirá la fuerza de la orden del líder nacional para que las peleas internas se resuelvan de puertas hacia adentro.