Informe

El 70% de casos de delitos sexuales que revisó el Supremo en 2020 tenía a menores como víctimas

Un estudio del Observatorio contra la Violencia Doméstica y de Género concluye que en un 22% de los casos los abusos se prolongan más de cinco años

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Siete de cada diez sentencias por delitos sexuales que revisó el Tribunal Supremo el pasado año tienen como víctimas a menores de edad. Ésta es una de las principales conclusiones de un estudio pionero realizado por el Observatorio contra la Violencia Doméstica y de Género, que ha analizado casi un centenar de resoluciones dictadas por el alto tribunal en 2020 relacionadas con delitos contra la libertad y la indemnidad sexual.

El estudio concluye además que en la práctica totalidad de los casos con víctimas adultas, éstas eran mujeres (97,7 por ciento), un porcentaje que se reduce al 68,4 por ciento en el caso de los menores de edad.

Los supuestos con víctimas menores analizados son un total de 64, con un total de 95 víctimas (65 niñas y 30 niños). El informe arroja datos relevantes sobre el tiempo de duración en el que se prolonga esa violencia sexual: en uno de cada tres casos, se prolongó durante varios meses; en el 14,3%, durante un año y en el 12,2%, por tiempo de dos años. Los menores sufrieron esos abusos incluso durante cinco y seis años en un 10,2% de los supuestos y siete años o más en otro 12,2 por ciento.

Respecto a los menores de edad, casi la mitad de las sentencias revisadas hacían referencia al delito de abuso sexual, que en un 57,7% eran además continuados. El segundo delito que más se comete sobre niñas y niños es elde agresión sexual (28,1 %), seguido de los relacionados con la pornografía (6,5%) y la prostitución (4,7 %).

Una de cada cuatro agresiones a mujeres fueron grupales

El informe -elaborado por el forense Miguel Lorente, profesor de la Universidad de Granada-, que incorporará también un análisis jurídico de las sentencias, señala que de las 44 víctimas de los casos de violencia sexual contra adultos, 43 eran mujeres. Además, una de cada cuatro agresiones fueron grupales, con 19 implicados en los nueve casos analizados. La agresión sexual (60,3 %), los abusos sexuales (11,1 %) y el asesinato (3,2%) fueron los principales delitos asociados a estos supuestos.

En cuanto al perfil del agresor, se trata mayoritariamente de un varón (tanto con adultos como menores), aunque en este último tipo de violencia sexual se han dado supuestos de mujeres agresoras (1,5 %) y de agresores mixtos (4,7 %). Suele ser una persona conocida por la víctima (un 65,7% cuando las víctimas son adultas y un 75,3 cuando se trata de menores).

En el caso de las primeras, los agresores son en su mayoría amigos o personas conocidas en ambientes de ocio (42,8% de los casos), familiares (20%) o conocidos en el entorno de las redes sociales (5,7 %). En uno de cada tres casos (34,3 %), el agresor era un desconocido. Sin embargo, cuando estos delitos se cometen sobre niñas o niños, la mayoría de los agresores (37,7%) forman parte de la familia o son conocidos a través de vínculos familiares y de vecindad (31,2%) o los han conocido en el ámbito educativo, de ocio o deportivo (24,7%). Solo en un 7,8% de los casos el agresor había contactado con el menor a través de las redes sociales.

En más de la mitad de las sentencias revisadas por el Supremo, más de la mitad de los agresores que formaban parte de la familia tenían una relación biológica con la víctima y, entre estos, en un 45,5 por ciento de los supuestos el agresor era el padre biológico del menor o la pareja actual de su madre.

Uso de la fuerza e intimidación

En relación al modus operandi, el informe apunta a que cuando se trata de víctimas adultas, predomina el uso de la fuerza (49,1%) y la intimidación (43,8%), produciéndose el uso de sustancias tóxicas o el abuso por un intoxicación voluntaria de la víctima (sobre todo de bebidas alcohólicas) en el 7,1 % de los casos.

El tipo de agresión sexual que sufren más frecuentemente las víctimas adultas fue la penetración vaginal (43,1%), seguida por la penetración oral (29,4%), los tocamientos (17,6%) y la penetración anal (7,8%). Y en el caso de los menores de edad, la agresión que más estuvo presente fueron los tocamientos (33,6%), seguidos por la penetración vaginal (24,3%), oral (19,3%) y anal (10,7 %). En un 12,1 por ciento de estas conductas se produjeron además grabaciones en vídeo y toma de fotografías, algo que no sucede cuando la víctima es mayor de edad.

“La utilización de más de una forma de agresión es más frecuente en el grupo de menores -señala el informe- con una diferencia de 15,7 puntos, probablemente como consecuencia de la prolongación del tiempo en el que se desarrolla la violencia, con casos que se prolongan más de siete años, y por la menor capacidad para resistirse ante la conducta ejercida por los agresores”.

En el domicilio del agresor, sobre todo

El estudio también hacer referencia al escenario de estas conductas delictivas, siendo el domicilio del agresor el más frecuente (seis de cada diez casos), aunque no el único, pues también se cometen en la calle, un portal, un parque o en el interior de un coche. En el caso de los menores, el domicilio del agresor es también el lugar más frecuente, incluso en mayor proporción (ocho de cada diez supuestos). En la calle y otros espacios públicos o en un coche se llevaron a cabo el 11,5 % de las agresiones, que tuvieron lugar en escenarios relacionados con actividades educativas, deportivas o de ocio apenas en un 5% de los supuestos.

Las lesiones psicológicas son las consecuencias más frecuentes tanto en víctimas adultas (54,1 %) como menores (entre las que esas secuelas se disparan al 84,1 por ciento). En este último caso, la mayor parte fueron de carácter grave. “Las circunstancias son muy diferentes en el grupo de niños y niñas debido a la prolongación de la violencia durante largos periodos de tiempo, a la repetición de los hechos, a las amenazas utilizadas para que no cuenten lo que ocurre, al aislamiento consecuente que se produce y a la utilización de diferentes tipos de conductas sexuales con un incremento progresivo en el nivel de violencia”, subraya el autor del estudio. Esto hace, añade, que las consecuencias psicológicas graves se produzcan en el 59′1% de las agresiones a menores.

Pero también hay secuelas físicas, que padecen un 42,6% de las mujeres agredidas (en cuatro casos, un 6,3%, el agresor cometió además un homicidio) y un 11,2 por ciento de las víctimas menores de edad. En uno de los casos analizados (2,3%) por los magistrados de la Sala Penal, la violencia sexual acarreó incluso el homicidio de una niña.