El personaje
Joan Subirats: El intelectual jubilado que votó en el 1-O
«Será imposible hacerlo peor que Castells», dicen algunos rectores universitarios
Nadie discute su amplio bagaje intelectual y académico. Joan Subirats Humet, nuevo ministro de Universidades del Gobierno de España, es un brillante catedrático que, a lo largo de su trayectoria política, se ha ido acomodando a la izquierda dominante. Un buen representante de la «Gauche divine», aseguran quienes bien le conocen, en recuerdo de aquel movimiento al albur de la izquierda divina francesa, surgido en Barcelona en los años 60. Intelectuales, escritores y artistas, nombres como Terenci Moix, José María Carandell, Oscar Tusquets, Oriol Regás, José Agustín Goytisolo, Manuel Vázquez Montalbán y José Manuel Serrat, entre otros muchos, se reunían en la discoteca Bocaccio de la Ciudad Condal, el mítico local de la calle Muntaner repleto de figuras del mundo de la cultura opuestas al franquismo y abiertas a la libertad. Era entonces Barcelona una ciudad cosmopolita mirador de Europa, alejada de la exclusión independentista, con partidos de izquierda como el PSUC (Partido Socialista Unificado de Cataluña), de donde procede el propio Subirats. Todos ellos frecuentaban también locales de la calle Tuset, dando lugar al movimiento Tuset Street, germen de esa «Gauche divine» protagonista en libros y películas que hizo de Barcelona una explosión modernista de vanguardia.
El PSUC, luego hermanado con el PCE, fue una escuela de buenos políticos, entre los que estaban Rafael Ribó, Gregorio López Raimundo y sobre todo Jordi Solé Tura, uno de los padres de la Constitución, gran amigo y director de la tesis doctoral de Joan Subirats. Con el tiempo, el nuevo ministro de Universidades estuvo muy cercano a Pascual Maragall y sus tesis sobre el federalismo asimétrico. Aunque Subirats reconoce haber votado en la consulta del 1 de octubre, no se le considera un fervoroso radical del «procés» y la causa independentista, sino más bien próximo a las tesis catalanistas del PSC y su pupila, la alcaldesa de Barcelona Ada Colau, de quien ha sido mentor en el partido de En Comú Podem y mano derecha en el Ayuntamiento como concejal de Cultura. De hecho, durante el traspaso de carteras el pasado lunes, el ministro saliente, Manuel Castells, contó la anécdota de que él propuso el nombre de Subirats como ministro, pero fue Colau quien le dijo: «Sé que Joan es el mejor, pero le necesito aquí conmigo». Después, ya jubilado, Subirats ha sido llamado por Pedro Sánchez a propuesta de Yolanda Díaz y la propia Colau.
Tras prometer su cargo ante el Rey, el nuevo ministro abogó por impulsar una gran reforma universitaria. En el mundo docente consideran que su antecesor, Manuel Castells ha sido un desastre, un auténtico «bluff», una especie de ministro fantasma ausente de gestión y de espaldas a la comunidad universitaria. Por el contrario, en su toma de posesión Joan Subirats apeló al diálogo: «Me resulta impensable una reforma universitaria por decreto», aseguró. Quienes le conocen destacan su brillante expediente académico y conocimiento de la Universidad y opinan que será un ministro «no estridente», alejado del conflicto y que pacificará el sector, algo que no consiguió Castells. Es un hombre culto y aunque en numerosas ocasiones se ha mostrado favorable al referéndum de autodeterminación, en su entorno le consideran distante del independentismo radical, más bien un «soberanista moderado de izquierdas», en línea con Colau y la plataforma transversal de la ministra de Trabajo.
Joan Subirats Humet nació en Barcelona, hijo de unos lecheros del Raval y con dos hermanos mayores dedicados al negocio textil, siempre ha dicho que él era el único universitario de la familia. Doctor en Ciencias Económicas por la Universidad de Barcelona y catedrático de Ciencia Política, ha trabajado en las Universidades norteamericanas de Georgetown, Berkeley, Nueva York, y en la italiana de Roma-La Sapienza. Miembro del consejo editorial de varias revistas dedicadas a Ciencias Políticas y gestión pública, se le considera un especialista en temas de gobernanza, exclusión social, innovación democrática y sociedad civil. Mano derecha de Ada Colau como concejal de Cultura, ahora estaba ya jubilado pero su nombre figuraba en los planes de Yolanda Díaz como ministro en la cuota de los morados. Para algunos es un hombre acomodaticio de una izquierda de pose, algo «snob», pero todos reconocen su dilatada trayectoria intelectual y académica. «Será imposible hacerlo peor de Castells», dicen algunos rectores universitarios muy críticos con la gestión de su antecesor.
En su vida personal Subirats está casado con la arquitecta Carme Ribas, a quien Ada Colau colocó como gerente del Consorci del Besós, lo que provocó fuertes críticas de enchufismo. Desde su despacho privado, Ravetllas-Ribas, la esposa de Subirats, colegiada en la Escuela Superior de Arquitectura de Barcelona, trabajó en numerosos proyectos del Ayuntamiento, lo que también despertó recelos en otros grupos municipales. Los detractores del nuevo ministro recuerdan ahora su imagen el 1 de octubre ante las urnas para votar en la consulta ilegal. Con sus tradicionales gafas, bufanda negra y un chubasquero depositó su voto con una frase: «He votado referéndum catalán, Rajoy dimisión, Democracia». En el año 1973, Joan Subirats estuvo dos meses en la cárcel en la misma celda que el entonces líder de Esquerra Republicana, Josep Lluis Carod-Rovira. A su salida, el ahora nuevo ministro, declaró su pensamiento político. «Me siento de izquierdas, plenamente soberanista y no independentista». Ahora, el llamado «Viejo profesor de los Comunes», es la gran apuesta de Pedro Sánchez para abordar una reforma universitaria y pacificar un sector que su antecesor dejó bastante lastimado.
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