Seguridad
Interior mantiene la vigilancia de la Policía en el chalet del matrimonio Iglesias-Montero
Las concentraciones han desaparecido por completo y al ex vicepresidente se le ve entrar y salir del lugar, como domicilio habitual
La vigilancia que una veintena de agente del Cuerpo Nacional de Policía, en varios turnos, realizan en el chalet que el matrimonio Iglesias-Montero tiene en la localidad madrileña de Galapagar, se mantiene pese a que ya no se producen manifestaciones en torno al lugar. Según han informado a LA RAZÓN fuentes conocedoras del asunto, el exvicepresidente del Gobierno sigue teniendo como residencia habitua, junto a su mujer, la ministra de Igualdad, l el citado chalet y, acompañado de la escolta que todavía mantiene, se le ve entrar y salir del lugar.
En el momento de mayor intensidad de las concentraciones en torno al citado domicilio, en junio de 2020, la vigilancia que realizaba reglamentariamente, al ser zona rural, la Guardia Civil, fue sustituida por la de la Policía. Pese a la ausencia de concentraciones, esta situación se mantiene.
Esta medida, adoptada por el Ministerio del Interior, se decidió, según se informó entonces, a petición del entonces vicepresidente que, al parecer, estaba descontento con la labor de los agentes de la Benemérita.
En algunos momentos, llegaron a concentrarse hasta 500 personas (el número ha ido descendiendo hasta desaparecer en la actualidad) en los alrededores del chalet con banderas españolas para protestar contra la gestión de Iglesias y Montero; y, en ningún momento, estuvo en peligro su seguridad, lo que demostraba la eficacia del despliegue de la Guardia Civil.
Entonces, la Policía se ocupaba de la vigilancia dinámica (labores de escolta, en desplazamientos, actos, etcétera) y, a partir de la decisión de Interior, también de la estática, desde el exterior del chalet.
Uno de los detonantes del cambio fue el incidente que se produjo cuando Iglesias sorprendió a un individuo que grababa desde la parte posterior de la parcela y trató de que intervinieran los agentes que estaban en la garita exterior, que había sido colocada a tal efecto para que los guardias pudieran vigilar la entrada. Si estaban allí, difícilmente podían saber lo que ocurría en la parte posterior del terreno que circunda el chalet. El entonces vicepresidente habría in formado de lo ocurrido al Ministerio del Interior y transmitido su malestar por lo que consideraba un relajamiento en las funciones de vigilancia.
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