Crisis

Feijóo: «Cuando vea al partido en peligro, ahí estaré»

La situación interna y externa es crítica. El PP espera integración y un proyecto alternativo a Vox

En estos días críticos, los más veteranos del PP recuerdan la promesa que, en teoría, el hoy presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, le hizo a Manuel Fraga: «Cuando vea en peligro el partido, ahí estaré».

Feijóo no ha confirmado su candidatura al congreso extraordinario, pero todo el PP la da por hecho. Y ese paso adelante llega en una situación interna y externa que es crítica. El PP espera un proyecto serio, integrador, y que sea capaz de construir una alternativa a Vox que no consista ni en asumir sus postulados ni tampoco en entrar en un conflicto que les perjudique electoralmente. Casi tan complicado como lo de soplar y sorber al mismo tiempo.

El líder gallego tendrá que mantener durante un tiempo la Presidencia de la Xunta, si es elegido en el cónclave, y buscar una salida ordenada que no ponga en peligro ese gobierno, el único con mayoría absoluta que todavía mantienen los populares. Centrado en la política de Galicia, no controla el partido en Madrid, ni tampoco los grupos parlamentarios, elegidos por la actual dirección. Necesita peones fieles, y en el PP dan por hecho que a su lado mantendrá a su núcleo duro, con nombres como el de Mar Sánchez, Diego Calvo o Alfonso Rueda. Pero también apuestan porque integrará a primeros espadas del presidente de la Junta de Andalucía, Juan Manuel Moreno, y a otros nombres que son recuperables de esta etapa, como el del alcalde de Madrid, José Luis Martínez Almeida. Ya del comité de dirección se salvan menos «cartas», entre ellas, la ex ministra Ana Pastor y Jaime de Olano, los dos gallegos.

En estos momentos, el veterano político gallego es el mirlo blanco, en el que el PP quiere ver poderes taumatúrgicos para borrar la imagen de hecatombe que el partido ha dado en estos últimos días. Para difuminar a Vox, al mismo tiempo que asume, con sentido común, que en Castilla y León debe dejar que el líder, Alfonso Fernández Mañueco, cierre su gobierno, y parece inevitable que lo pacte con Vox. El partido de Santiago Abascal ha tomado la decisión de utilizar los gobiernos autonómicos como plataforma para limpiar su imagen y dar el salto a las generales. Normalizar que pueden gestionar y no es el fin del mundo, por lo que no habrá ni siquiera abstención para facilitar el Gobierno en minoría de Mañueco. Dicen que Feijóo, que ha fijado siempre una posición muy clara con respecto a Vox, no perderá ese gobierno en ningún caso, y que dejará a Mañueco gestionar y tomar sus decisiones. De la misma manera que respetará también el calendario de Moreno para llevar a buen puerto las elecciones en Andalucía. Ahora bien, a la vez, los suyos esperan de él que presente un proyecto alternativo a Vox, coherente con la posición ideológica que ha defendido siempre en política.

Feijóo tendrá que resistir a los embites de los satélites de la derecha más próximos a Vox. Hacer frente a la nueva campaña de la izquierda contra el partido, por los hechos ocurridos en la batalla entre Casado-Ayuso, de nuevo con la bandera de la corrupción. Y, ante todo, reordenar al PP y cerrar las heridas que deja una etapa que, en muchos ámbitos, la tachan de «política del tuit, de verborrea y de fractura».

El líder gallego es de hablar poco, justo lo contrario que afeaban a la actual dirección. Y quienes le conocen mejor anticipan que, si sale presidente del partido, se pondrá a recorrer todas las estructuras territoriales, abrirá diálogo con los empresarios y con otros sectores sociales, y, posiblemente, corrija también algunas de las líneas estrategicas de la oposición de Casado en la que funcionaba por principio el «no» a todo. El PSOE le ve como un peor adversario que Casado porque tiene más espacio para ganar voto en el centro derecha, pero su desventaja es que llega con todo por hacer. Y que sociológicamente Vox ha conseguido penetrar en nichos que antes eran del PP.