Tomás Gómez
Un mes de finiquito
Casado no va a desaprovechar ese mes de prórroga
Pablo Casado se negó a irse en la noche del martes. El argumento que ha difundido consiste en apelar a una salida digna, «si un congreso le puso, en otro congreso debe cesar» resumen los pocos colaboradores que siguen a su lado. Sin embargo, las razones son otras muy diferentes.
Ha aprendido en sus carnes que, en una semana, en política pueden pasar muchas cosas. Es el tiempo que ha pasado desde que Casado miraba a la Moncloa subido en la burbuja de las encuestas, hasta que ha sido fulminado por la dirección del partido. Ha ganado un mes a los barones, no lo quiere para preparar un grandilocuente discurso de despedida, sino para reorganizarse. Utilizará el tiempo en identificar disidencias respecto a los dirigentes que le han traicionado y, seguramente, ya ha empezado un casting buscando candidato alternativo.
El gallego ha mostrado predisposición a ser presidente del PP. Casado está dispuesto a que Feijóo no llegue a modo de paseo militar y, mucho menos, por unanimidad. Dicen las malas lenguas que ha llamado a Iván Redondo para que le ayude. La razón es que, aunque, los militantes del PP son diferentes a los del PSOE, hay ciertos tics que funcionan igual para unos que para otros. Por ejemplo, Pedro Sánchez ganó a Susana Díaz por el «No es No».
Ayuso es venerada por las bases porque es la bestia negra del PSOE. Feijóo nunca despertará esa pasión porque los afiliados populares creen que tiene en su hoja de ruta realizar pactos con los socialistas, incluida una hipotética investidura de Sánchez. Casado tampoco puede encarnar el papel de látigo socialista. Lo único cierto es que el mes de prórroga que ha conseguido arrancar no lo va a desaprovechar. Cosa diferente es que aun le quede margen de maniobra.
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