Génova

Feijóo impulsará una política para reforzar al bipartidismo

El líder gallego deja vía libre a Mañueco en el pacto con Vox para Castilla y León

El presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, ya es oficialmente el candidato del PP a la Presidencia del Gobierno. Tiene un mes para conformar su equipo en Madrid y, hasta el próximo verano, para pilotar una sucesión en Galicia en la que en el PP gallego apunta, sobre todo, a su vicepresidente Alfonso Rueda.

Justo cuando comienza oficialmente la transición a una nueva etapa en el principal partido de la oposición, el PP de Castilla y León pasa a la fase de la negociación del nuevo Gobierno autonómico, después de que los primeros contactos exploratorios hayan confirmado que no hay otra opción que la de llegar a algún tipo de acuerdo con Vox. El PSOE ha cerrado la puerta al pacto. Y la opción de un Gobierno con los partidos minoritarios pasa también por Vox.

La anterior dirección, presidida por Pablo Casado, demonizó este acuerdo y llegó a sentenciar que era preferible perder antes un Gobierno autonómico que sellar una alianza con el partido de Santiago Abascal, que entendía que era un lastre para la llegada de Casado a La Moncloa. Sin embargo, la realidad sociológica apunta a que el votante popular prefiere ese pacto con Vox, como, de hecho, tienen constatado en el PP de Castilla y León, antes que cualquier otra opción de alianzas o ir a una repetición electoral donde es posible que las siglas del PP pagaran más que las del Vox el coste del bloqueo.

El acuerdo con Vox está interiorizado dentro del PP, donde les ha costado hacerlo más que entre su electorado. En un ejercicio de realismo, los números son los que son, sentencian, y el PP ganó en Castilla y León pero «tiene que manejarse con esos números». El pacto sería una salida para este caso puntual, que si dependiera del PP debería cerrarse en este mes, antes de que Alberto Núñez Feijóo asuma la Presidencia del PP nacional. Aunque también dependerá de las ganas que tenga Vox de llegar a un entendimiento. Y a partir del congreso extraordinario, lo que pretenden es empezar una nueva etapa, en la que dicen que Feijóo llega a Génova convencido de que hay que apostar por el reforzamiento del bipartidismo, por intentar los acuerdos de Estado y por una política constructiva que no se deje llevar por el ruido en el que viven los extremos.

Luego estas intenciones dependerán para concretarse de lo que haga el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, que igual que sucedió cuando estalló la pandemia del covid, ayer también se aferró al lema de los pactos de Estado para buscar una alianza de todos los partidos frente a las consecuencias desvastadoras en el plano económico que dejará la guerra de Ucrania. Sánchez sigue teniendo los mismos aliados, pero la impresión que dejan algunos de sus movimientos es que esos socios cada vez le pesan más, y más ahora que cambia su rival en el principal partido de la oposición y tendrá que competir con un perfil con mucha mayor capacidad de arrastrar voto de centro, no sólo de Ciudadanos, sino también de socialistas moderados desencantados.

Con las elecciones autonómicas y municipales esperando ya en la esquina, y una andaluzas que deberán celebrarse a final de año, Sánchez busca liberarse del peso de la radicalidad de sus socios, aunque sea una tarea compleja porque han sido sus aliados desde la moción de censura y su única opción de mantenerse en el gobierno después de unas generales. Por eso, la legislatura entra en un momento de gran incertidumbre, donde las proclamas por parte de Sánchez bajo su compromiso de agotar el mandato son puestas en cuarentena incluso por los partidos de la mayoría de la investidura.

Feijóo no interferirá en la negociación de Alfonso Fernández Mañueco en su acuerdo de gobierno, desde la confianza en que el líder autonómico sabe dónde están las líneas rojas del partido y es el que mejor conoce el terreno para jugar sus cartas. Ésta es otra diferencia que empezará a visualizarse ya con respecto a la etapa de Pablo Casado, en la que Génova intentó anular a las «baronías» mediante un proceso de renovación territorial, la «renovación por las bases», según acuñaron, que supuestamente iba a servir para atar de manos a los líderes autonómicos.

Vox ya ha adelantado que quiere cargos en el Gobierno autonómico, aunque lo más complicado de ajustar será aquello que afecta al programa en materia de igualdad porque el PP no puede renunciar a las políticas que ha impulsado en esta materia desde su acción en el gobierno, tanto nacional como territorial.

Mientras, la Junta Directiva Nacional del PP aprobó ayer el Reglamento del XX Congreso Nacional, que es el mismo que fue aprobado para el congreso de 2018, en el que Pablo Casado se impuso a la exvicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría en segunda vuelta.

La campaña electoral interna comenzará el día 11, tendrá una duración de 10 días y finalizará a las 24:00 horas del día 20. Las asambleas para elegir a los candidatos a la Presidencia del partido y para la elección de compromisarios se celebrarán en toda España el día 21 de marzo . Además, una vez que se convocó el congreso este martes en la Junta Directiva, se ha abierto un plazo de 15 días para que cualquier afiliado del partido se pueda inscribir para participar en todo el proceso electoral, que expira a las 14:00 horas del día 16 de marzo.