Salto a la valla

Alerta en Moncloa por la “dimensión” de la crisis migratoria en Melilla

El Gobierno muestra su “preocupación” y observa “pasividad” por parte de Marruecos en un momento delicado para sus relaciones

Decenas de migrantes saltan la valla fronteriza de la ciudad española de Melilla con Marruecos, ayer
Decenas de migrantes saltan la valla fronteriza de la ciudad española de Melilla con Marruecos, ayerPaqui SánchezAgencia EFE

La presión migratoria sobre la frontera de la ciudad autónoma de Melilla se recrudece. En las últimas horas se han sucedido dos intentos de saltos masivos a la valla que, en grupos muy numerosos y organizados, se han servido de inusitada violencia para intentar superar los límites territoriales del continente europeo. Unos 350 inmigrantes consiguieron su objetivo a primera hora de ayer, solo un día después de que otros 491 personas lograran entrar por el mismo método a la ciudad autónoma. Estas dos oleadas han permitido igualar en solo dos jornadas una cifra cercana a los 1.092 que ingresaron en Melilla en todo el 2021. El episodio es inédito y no existen registros de un salto a este enclave de tal magnitud. Ineludiblemente la situación recuerda lo ocurrido en Ceuta el pasado mes de julio, cuando más de 10.000 inmigrantes entraron aprovechando la relajación de los controles fronterizos del lado marroquí. El hecho tuvo consecuencias fatales en la relación entre España y Marruecos.

La situación, que en el Gobierno ya califican de «crisis migratoria», «preocupa» por ser «muy importante» y «de mucha dimensión» y ha hecho saltar todas las alertas. En el Ejecutivo observan una clara «pasividad» por parte de Marruecos en un momento «delicado» en su vínculo diplomático con Rabat. Fuentes gubernamentales evitan anticipar acontecimientos y se limitan a señalar que están «siguiendo con mucha atención» lo ocurrido, pero cuestionan que las autoridades marroquíes no detectaran grupos tan numerosos aproximándose a la frontera, en recorridos que superan la hora de duración y los 15 kilómetros de distancia desde el monte Gurugú. Rabat, por su parte, asegura que hace «un trabajo colosal para vigilar sus fronteras».

Estas mismas fuentes consideran que existe intencionalidad por parte de Rabat para elevar la presión sobre España en un contexto de anormalidad en las relaciones entre ambos países. Con el trasfondo de la soberanía del Sáhara y tras el episodio aciago de la acogida del líder del Frente Polisario, Brahim Ghali, para tratarse de coronavirus en España; Pedro Sánchez intentó reconducir la situación con su socio del sur relevando de sus funciones a la ministra de Exteriores Arancha González Laya. Desde que José Manuel Albares desembarcó en el Ministerio se intentó recuperar el tiempo perdido para lograr una sólida relación bilateral. «Construir una relación sólida requiere un tiempo y una tranquilidad que no son los tiempos mediáticos y de Twitter». «Lo importante es el resultado final y que sea un resultado sólido y que evite futuras crisis», señaló el propio Albares. Pero aunque asegure que se «avanza» y que se verán pronto los resultados, se asume que el fin de la crisis diplomática no está cerca. El episodio de las últimas horas lo aleja más si cabe.

En una entrevista en «Al Rojo Vivo» en La Sexta, el ministro de Exteriores desveló ayer que está «en contacto con las autoridades marroquíes para reconducir esta situación», sin brindar más detalles sobre dichos contactos, más allá de asegurar que también esta «dedicando a este asunto muchas horas». En paralelo, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, llamó ayer al presidente de Melilla, Eduardo de Castro, para transmitirle el apoyo del Ejecutivo. En el Gobierno ponen en valor la «importancia» de las relaciones entre ambos países. «Constatamos la necesidad de avanzar en esa relación estratégica entre España y Marruecos», aseguró Sánchez después de reunirse con el ministro de Exteriores marroquí, Nasser Burita, en el marco de la cumbre entre la Unión Europea y la Unión Africana que se celebró a mediados de febrero en Bruselas. El país vecino es «un socio estratégico» para España y «queremos profundizar las relaciones», añadió. Sin embargo, esto no acaba de traducirse y prueba de ello es que hace escasamente un mes cuando Marruecos aprobó la reapertura de sus puertos al tráfico de pasajeros, excluyó a España y apostó por puertos franceses e italianos en la reanudación del tráfico marítimo.

La intercesión del Rey

Desde el Gobierno incluso se ha dado un papel protagonista al Rey Felipe VI para que interceda en el deshielo. El Monarca ya aprovechó su discurso durante la recepción del cuerpo diplomático en el Palacio Real el pasado mes de enero para defender la necesidad de que España y Marruecos empezaran a «caminar juntos» con el fin de «materializar» la nueva relación bilateral en la que dicen trabajar ambos gobiernos con vistas a dejar atrás la actual crisis diplomática. Tras subrayar el «carácter estratégico» que tiene para España la relación con el Magreb y la «interdependencia» que hay en estos países, el Rey señaló que ambos gobiernos «han acordado redefinir conjuntamente una relación para el siglo XXI, sobre pilares más fuertes y sólidos». Unos días después, Felipe VI dedicó otro guiño durante la inauguración de la 42 edición de la Feria Internacional del Turismo (FITUR) haciendo parada en el stand de Marruecos.