Asaltos masivos

Marruecos redobla la presión migratoria en las fronteras españolas

Rabat lanza un aviso a Sánchez: no bastan las buenas palabras para garantizar la cooperación fronteriza

El ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, viajó ayer a Melilla tras la crisis migratoria en la frontera
El ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, viajó ayer a Melilla tras la crisis migratoria en la fronteraMiguel OsesAgencia EFE

Cuando las miradas del mundo, también las españolas, están puestas en la guerra de Ucrania, Marruecos reclama atención. Y lo hace redoblando la presión migratoria en las fronteras españolas. Así lo ha venido haciendo en las últimas semanas en Canarias y en los últimos días en la frontera de la ciudad autónoma de Melilla, que registró en 48 horas dos intentos masivos de entrada de migrantes subsaharianos. El mensaje de Rabat es el mismo que otras veces: España sigue sin estar a la altura de una supuesta alianza estratégica, esperamos mucho más de ella, y sin nuestra cooperación, con un Sahel al borde del estallido social, la situación en las fronteras españolas y europeas sería caótica.

Camino de los diez meses desde que más de 10.000 jóvenes se adentraran en Ceuta gracias a la pasividad de las fuerzas marroquíes, las relaciones entre Rabat y Madrid no se han recompuesto, lo que sigue dificultando la interlocución entre los dos Gobiernos.

Con todo, el ministro del Interior Fernando Grande-Marlaska elogiaba el pasado viernes la relación con las autoridades de Marruecos, que calificó de «perfecta» y «adecuada», destacando el papel de la Gendarmería y la Policía marroquí en lo ocurrido en la valla de Melilla esta semana. Ello a pesar de que la inteligencia española tiene claro que Marruecos «bajó los brazos» en las últimas jornadas al permitir la acumulación miles de personas y la tentativa de entrada en suelo melillense. El episodio en la frontera de la ciudad autónoma coincidió con la aprobación el jueves por parte del Consejo de Justicia y Asuntos de Interior de la UE de la directiva de protección para asegurar la acogida de refugiados ucranianos.

Primero, Canarias

Primero fue Canarias. Según datos del Informe Quincenal de Inmigración Irregular de Interior, la entrada de migrantes irregulares en territorio español a través del archipiélago se incrementó un 134,8% en los dos primeros meses de 2022 respecto al mismo período el año pasado: un total de 5.496 inmigrantes llegaron a Canarias a bordo de 115 pateras a la comunidad autónoma canaria, lo que contrasta con los 2.341 de 2021.

El 75,1% de las personas que entraron en España de manera irregular en el citado período lo hicieron en patera por Canarias. En el global español en enero y febrero aumentaron las llegadas de irregulares un 73,2% respecto al mismo período el año pasado.

En menos de 48 horas, la frontera de Melilla con Marruecos ha sido esta semana escenario de un doble intento masivo de entrada de migrantes. El miércoles se batieron cifras récord en los últimos años: más de 2.500 subsaharianos se encaramaron en la valla en el tramo comprendido entre el Barrio Chino y Farhana, a plena luz del día. Y 24 horas más tarde, unos 1.800 jóvenes volverían a intentarlo en la misma zona. En esos dos días casi 900 migrantes lograrían acceder a suelo español.

Han sido, además, dos episodios especialmente violentos, pues el primer salto dejó heridos a 27 guardias civiles y a 23 en el segundo. Igualmente, varias decenas de migrantes resultaron heridos.

Marlaska defiende a los agentes

La delegada del Gobierno en Melilla, Sabrina Moh, elogió el pasado miércoles la actuación de las fuerzas de seguridad marroquíes. En la mañana del pasado viernes, esta vez sí, Marruecos impedía el avance de un grupo de jóvenes que trataba de aproximarse a la valla con intención de intentar saltarla. Lo cierto es que en los dos primeros meses del año las entradas terrestres a Ceuta y Melilla registraron un descenso respecto a 2021: 57 personas entraron en Melilla (una caída del 66,3%) y 78 a Ceuta (un 64% menos).

Por otra parte, la actuación de las fuerzas de seguridad española, en especial con un joven que descendía de la valla de Melilla –registrada en una grabación que ha sido ampliamente difundida en medios de comunicación y redes sociales– se ha visto envuelta en la polémica. Hasta el punto de que el defensor del Pueblo, Ángel Gabilondo, ha solicitado información a Interior sobre las circunstancias de la actuación de la Guardia Civil, ante un posible «uso desproporcionado de la fuerza por parte de los agentes». Ayer mismo, el ministro del Interior defendió la actuación policial. En su visita al medio centenar de efectivos heridos, replicó al defensor del Pueblo que hay «pruebas materiales» de la violencia empleada por los migrantes. Además, Grande-Marlaska dejó claro que el Gobierno procederá a «la expulsión de aquellos que no tengan derecho a permanecer» en nuestro país.

La información con la que cuentan las autoridades españolas ha obligado a Interior a reforzar el dispositivo en la valla con un centenar suplementario de efectivos entre miembros de Policía y Guardia Civil, quienes se encuentran ya en la ciudad autónoma.

Tranquilidad en Ceuta

Son, en cambio, las fronteras de Ceuta –escenario de una auténtica invasión humana el pasado mes de mayo– las que viven ahora una situación de mayor normalidad. El paso del Tarajal, lugar por el que accedieron la mayor parte de las 10.000 personas que accedieron a la ciudad autónoma en algo más de 48 horas, es un escenario fantasma.

El próximo 13 de marzo se cumplirán dos años del cierre de las fronteras entre Marruecos y España, lo que ha supuesto la clausura de los distintos pasos entre las dos ciudades autónomas y el país magrebí, además de las conexiones marítimas. Rabat suprimió la aduana comercial de Melilla y en octubre de 2019 acabaron con el contrabando en Ceuta. En los dos lados de la frontera se da por hecho que los niveles de la actividad contrabandística «y las escenas del porteo– han pasado ya a la historia.

Justamente esta semana se presentaba en Ceuta el arranque de la elaboración de los planes estratégicos que la entidad pública Tragsa, por encargo del Gobierno, elabora para tratar de garantizar un futuro económicamente viable a la ciudad autónoma. La semana que viene se hará lo propio con el plan estratégico de Melilla. El Gobierno confía en que ambas iniciativas concluyan a finales de junio. En el aire aún, si los planes contemplarán la eliminación de la excepción a Schengen y la Unión Aduanera.

Nubarrones en el horizonte

El tiempo sigue transcurriendo y no acaban de aparecer en el horizonte signos de normalización en las relaciones entre Marruecos y España. Dos años después del cierre de fronteras terrestres entre los dos países, casi diez meses de la crisis migratoria en Ceuta y la retirada de la embajadora marroquí en España por el «caso Ghali», Rabat sigue aguardando un gesto de respaldo del Gobierno respecto a su propuesta política para el Sáhara Occidental –el problema de fondo en el desencuentro– a partir del cual resetear la relación.

Cuando van a cumplirse ocho meses desde el nombramiento de José Manuel Albares como ministro de Exteriores, su homólogo marroquí, Nasser Bourita, sigue sin recibirlo públicamente. A pesar de que Sánchez dio cuenta de una conversación con el titular de Exteriores marroquí en el curso de la pasada cumbre UE-Unión Africana, la cancillería del país vecino no hizo mención alguna al supuesto encuentro.

Tampoco gustó nada en Marruecos el encuentro mantenido por el propio Sánchez con Brahim Ghali, líder del Frente Polisario y protagonista del episodio –su hospitalización secreta en Logroño– que acabó hundiendo las relaciones entre Rabat y Madrid en la primavera pasada. En fin, la indiferencia y frialdad mostrada por las autoridades marroquíes a las reiteradas manifestaciones de elogio hacia Marruecos de los miembros del Gobierno de España auguran meses gélidos en las relaciones bilaterales en un escenario convulso para el conjunto de Europa.