Diplomacia
Marruecos-España: hacia un nuevo comienzo
El mundo atraviesa un momento delicado en el que parece que se ponen en entredicho valores y principios, incondicionalmente asumidos hasta ahora
La carta dirigida por el presidente Pedro Sánchez a Su Majestad el Rey Mohammed VI reconociendo «la importancia de la cuestión del Sáhara para Marruecos», y considerando la iniciativa de autonomía marroquí como la base más seria, realista y creíble para la resolución del contencioso, constituye un verdadero hito político y un punto de inflexión en las relaciones entre los dos países. Pedro Sánchez también subrayó en su mensaje al soberano que los «dos países están indisolublemente unidos por afectos, historia, geografía, intereses y amistad compartida». Dijo estar «convencido de que los destinos de los dos pueblos también lo están» y que «la prosperidad de Marruecos está ligada a la de España, y viceversa».
España, en su condición de antigua potencia colonizadora, conoce la historia, sabe que Marruecos se sublevó contra el proyecto de Franco de crear un Estado de grupa en el Sáhara. Madrid sabe que no colonizó una «terra nullius», sino un territorio cuya población era leal a la monarquía marroquí.
Hoy, el mundo atraviesa un momento delicado en el que parece que se ponen en entredicho valores y principios, incondicionalmente asumidos hasta ahora. Las relaciones hispano-marroquíes, fundamentales en términos geoestratégicos globales, esenciales para Europa y esenciales para África, deben seguir siendo el eje de esta visión realista.
Las relaciones entre Rabat y Madrid tienen la particularidad de ser estables desde hace décadas. Relaciones tan profundas y diversificadas entre los dos países solo pueden ser parte de la perdurabilidad que imponen la geografía y la historia. El eje Rabat-Madrid se ha convertido en un eje estructural de relaciones entre el Norte y el Sur del Mediterráneo.
En la cuestión de la inmigración, Marruecos asume responsabilidades muy pesadas, que pesan sobre sus políticas públicas, en particular por su coste financiero y esto por la seguridad de sus fronteras Norte y Este. Y por su elección de respetar sus raíces africanas al acoger a más de 50.000 africanos del Sahel. España, que se enfrenta a la cuestión de la inmigración ilegal, debe hacer que Europa se involucre en el proceso de codesarrollo que, al garantizar la prosperidad en África, limitará el flujo migratorio.
En la lucha contra el terrorismo, las cosas son aún más transparentes. Este flagelo transnacional ha golpeado a ambos países. Desde entonces, la cooperación ha estado en su apogeo, es gracias a esta cooperación que se han desmantelado células tanto en Marruecos como en España.
La gran amenaza que atraviesan los dos países les obliga a trabajar con eficiencia. El principal promotor de esta dinámica es Abdellatif Hammouchi, jefe DGST y de DGSN, que está condecorado por la Policia Nacional con la Cruz al Mérito con distintivo rojo, máxima condecoración para las personalidades extranjeras.
Habiéndose convertido la radicalización en una preocupación mundial, este tipo de colaboración puede y debe reforzarse entre Marruecos y España porque Marruecos dispone de las herramientas necesarias para garantizar una educación religiosa moderada que permita una perfecta integración en la sociedad europea. El mundo actualmente no tiene otras opciones que esta.
España también está llamada a desempeñar un papel destacado en el desarrollo del comercio entre ambos países. Sobre todo en el Norte, pero no exclusivamente. Por su proximidad geográfica, sus intereses económicos y las afinidades sociales y culturales que España ha tejido a lo largo de los años con determinadas regiones de Marruecos, ésta sólo puede multiplicar sus inversiones en el marco de una competencia bilateral «ganar-ganar».
Estas son palancas para celebrar nuestras complementariedades como vecinos, socios y aliados. Dejemos de lado las reacciones pasionales, las voces odiosas y destructivas y construyamos un futuro mejor para nuestros dos pueblos. Es responsabilidad de todos.
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