Tensión

Sánchez viaja a Rabat sin el respaldo del Congreso

Se reúne hoy con Mohamed VI, mientras sus socios le exigen que rectifique el giro con el Sáhara

El supuesto espionaje y la debilidad de Sánchez
El supuesto espionaje y la debilidad de SánchezAlberto R. RoldánLa Razón

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, emprende hoy un trascendente viaje a Marruecos, cuatro años después de su última reunión con Mohamed VI, para recoser la relación entre ambos países, muy deteriorada en los últimos tiempos. En pleno Ramadán, el jefe del Ejecutivo español se reunirá esta tarde con el rey alauí, que le ha invitado, además, a participar de la cena, el iftar, con la que se rompe el ayuno que se mantiene durante todo el día. Un gesto de suma importancia, que simboliza una «amistad muy fuerte», y que demuestra el compromiso de Rabat en la reanudación plena de relaciones diplomáticas. El objetivo de la cita es poner en marcha la hoja de ruta que consolida la nueva relación, «una hoja de ruta ambiciosa, a la altura de dos países vecinos y socios estratégicos», destacan desde el Gobierno español.

Se da por hecho que esto se materializará con la reanudación de las conexiones marítimas entre España y Marruecos, así como con el restablecimiento de la Operación Paso del Estrecho (OPE), que en los dos últimos años ha estado interrumpida y obligaba a los marroquíes residentes en el extranjero a realizar el viaje de vacaciones a su país (y el de regreso) a través de Francia e Italia. Asimismo, que se estudie la reapertura de las fronteras de Ceuta y Melilla, asunto que está pendiente de la evolución de la Covid-19 y se fije fecha para la Reunión de Alto Nivel (RAN) pendiente desde hace dos años.

La invitación a visitar Rabat se cursó la semana pasada en el marco de una conversación entre Sánchez y Mohamed VI, a iniciativa del rey marroquí, y supone el primer contacto desde que se restablecieron las relaciones, a consecuencia del giro español, abandonando su tradicional neutralidad sobre la autonomía del Sáhara y alineándose con las tesis de Marruecos, cuya propuesta el Gobierno consideró la «base más realista y creíble» para avanzar en la resolución de un conflicto que se ha cronificado durante 46 años. Sin embargo, la unilateralidad del Ejecutivo español en este movimiento, sin contar con sus socios de coalición ni los partidos de la oposición, le han colocado en una situación de soledad, que se hizo ayer visible, nuevamente, en el Congreso durante el debate de la proposición no de ley que presentaron Podemos, ERC y Bildu sobre el Sáhara para retratar al Gobierno.

La mayoría de los grupos le exigió a Sánchez rectificar su posición sobre el Sáhara y hacerlo, además, ante Mohamed VI. La dureza del tono de Podemos, llevó al PSOE a decidir ayer desmarcarse de sus aliados y votar en contra de la iniciativa. En un primer momento estaban dispuestos a apoyarla, aferrándose a la parte dispositiva que hacía referencia a las resoluciones de Naciones Unidas, pero las críticas proferidas desde la tribuna por los morados propiciaron que finalmente la vayan a rechazar. «No podemos avalarla», destacan fuentes parlamentarias socialistas, que destacan lo inoportuno de hacerlo en plena visita de Sánchez a Rabat.

Y es que los aliados parlamentarios acusan al Gobierno de «modificar unilateralmente su posición en relación con el conflicto del Sáhara Occidental» y le censuran por no haberla «consultado ni compartido» con ninguno de los grupos políticos del Congreso de los Diputados y advierten de que esta decisión «podría desencadenar consecuencias diplomáticos con el propio Sáhara, Argelia y Marruecos». Contundentes, secundan, que la posición «no puede ser adoptada a espaldas de la voluntad mayoritaria» del Congreso.

Y esa será la foto con la que llegará hoy Sánchez a Rabat. Desde Unidas Podemos, el diputado Gerardo Pisarello, como viene haciendo su grupo parlamentario, identificó el conflicto del Sáhara con la guerra en Ucrania, por lo que advirtió de que la condena del Ejecutivo a Putin debería extenderse con ese mismo ahínco para defender la autonomía del pueblo saharaui. Llegó a acusar, incluso, al Ejecutivo de un «cálculo mezquino y miope» el hecho de apoyar a Marruecos. Solo eso, a su juicio, justificaría «que no se defienda con la misma convicción el derecho del pueblo saharaui a determinarse libremente frente a las pretensiones colonialistas de Mohamed VI». También criticó que, al colocarse el Ejecutivo del lado de Rabat, «el Gobierno está perdiendo su credibilidad como mediador en el conflicto del Sáhara». Desde Bildu, el diputado Jon Iñarritu, apeló a «rectificar y volver a la postura histórica», mientras que desde el PNV se mostró su descontento puesto que no saldrá adelante su enmienda, en la que se apuesta por el derecho a la autodeterminación del pueblo saharaui.