Cambio de ciclo
Feijóo y Ayuso: un pacto interesado de reparto de papeles
El líder gallego «le dejará hacer». El nuevo equipo es instruido para que evite la confrontación con la presidenta madrileña
Alberto Núñez Feijóo no chocará con Isabel Díaz Ayuso por antagonistas que puedan llegar a ser algunas de sus posiciones. El líder gallego «le dejará hacer» en su discurso, en la posición que fije con Vox y hasta mirará para otro lado si en algún momento sus agendas parecen opuestas. La nueva Génova presentará las diferencias como «complementarias», en un interesado reparto de papeles para una etapa en la que «ya no importan las filias, las adscripciones territoriales ni las cuotas», sino «elegir a los mejores» para conseguir gobernar, subrayan, a modo de lema, en el entorno del «número uno».
La relación de la dirección nacional con Ayuso ha dado un giro de 180 grados con respecto a la etapa anterior. Y el nuevo equipo está aleccionado para que de la sede de Génova no salga ni un mensaje de reprobación a la presidenta madrileña, incluso aunque ella haga declaraciones con respecto al entendimiento con Vox que suenan contradictorias con las de Feijóo o active una agenda de visitas territoriales (País Vasco y Navarra, la pasada semana) que puedan interpretarse como que en cierta forma quitan luz al aterrizaje del nuevo jefe de la oposición.
Internamente sigue habiendo quien «enreda» contra la presidenta madrileña. Esas voces que auguran que su objetivo es conseguir una mayoría absoluta en las próximas elecciones autonómicas que la dejen el camino despejado por si Feijóo tropieza en las generales y no logra ser presidente del Gobierno. «Ayuso sigue creyendo en que tiene un camino nacional». Es el mismo runrún que ya sonaba en tiempos de Pablo Casado, pero la respuesta del nuevo líder nacional apunta en dirección opuesta.
Ayuso, un perfil más escorado a la derecha
Feijóo se la va a jugar a ganar y a gobernar en las próximas elecciones generales, y a ese objetivo le suma que Ayuso consiga una mayoría lo más amplia posible. Le suma también, apuntan en el Comité de Dirección, que Ayuso marque un perfil más escorado a la derecha y más proclive al entendimiento con Vox, por ejemplo, porque desde Génova estas diferencias no se van a convertir en un choque de trenes y sí en una suma de sensibilidades. Si Feijóo no consiguiese el objetivo de gobernar, al PP se le abriría una etapa con bastantes interrogantes por despejar. Y quienes conocen al líder gallego señalan que es «muy posible» que él mantuviera la Presidencia nacional del partido, que nadie le discute, pero que también abriese la puerta, llegado el momento, a otra candidatura para las siguientes generales.
Son futuribles con demasiadas hipótesis en juego, pero, a diferencia de Pablo Casado, el líder gallego no está hoy ocupado en blindar su continuidad por si falla en su «primera bala» electoral a nivel nacional: «Su obsesión es conseguir rodearse de un equipo ganador, en el que estén los mejores, sin ser determinante la cuota territorial o de afinidad personal».
De hecho, en Galicia dicen estar sorprendidos con la lectura territorial que se hizo de sus primeros nombramientos. Y en la segunda ronda, la designación de los secretarios de área, la decisión de Feijóo es dejar en manos de los vicesecretarios la elección de su equipo en función de un criterio de «eficacia y competencia política».
Después de Semana Santa se conocerá también su decisión sobre los portavoces parlamentarios, aunque va asentándose la idea de que habrá relevo en la portavocía en el Senado, con la salida de Javier Maroto. Maroto fue designado como senador autonómico en un forzado encaje de piezas por parte de la anterior dirección para garantizarle ese puesto, y ahora el nuevo presidente de la Junta de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco, tiene en su mano la nueva propuesta de senadores autonómicos.
Evitar otra foto con Vox
A la vuelta de las vacaciones de Semana Santa el PP andaluz valorará los resultados de la encuesta que está realizando para medir el «efecto Feijóo» en un posible adelanto de las elecciones andaluzas a junio. Y si esta convocatoria acaba formalizándose, posibilidad que se está alimentando desde el partido, el nuevo PP de Feijóo entrará en campaña bajo la presión de conseguir un resultado en Andalucía que sea lo suficientemente holgado como para evitar la foto de otro gobierno de coalición que se sume al de Castilla y León.
Por supuesto que en la organización popular admiten que en este próximo ciclo electoral no les quedará más remedio que sellar más acuerdos de gobierno con Vox en otras plazas, principalmente municipales, pero la Junta andaluza tiene un valor simbólico muy especial, tanto para el PP como en lo que afecta al desgaste que puede suponer para el Gobierno de coalición un resultado que les deje fuera de su bastión y, además, con un PP en ascenso y sin hipotecas de gobierno con Santiago Abascal.
Éste es el principal reto del líder gallego, y lo que ocurra en estas primeras semanas del Gobierno de coalición en Castilla y León puede tener mucha influencia en la campaña andaluza y en la estrategia de los dos partidos. Ayer, en la sesión de investidura, Mañueco marcó diferencias con Vox en igualdad, modelo autonómico y educación.
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