Caso Pegasus
“Caso Pegasus”: Moncloa reconoce el sacrificio de la directora del CNI por ERC
La sucesora de Paz Esteban será Esperanza Casteleiro, actual secretaria de Estado de Defensa
El escándalo Pegasus se cobra su primera víctima política. En un golpe de pretendida firmeza, el Gobierno muestra su profunda debilidad y la dependencia que le ata a los partidos soberanistas que le sostienen en el poder. Después de varios días tejiendo el relato para su cese, el Consejo de Ministros acordó finalmente ayer la destitución de Paz Esteban al frente del CNI.
El movimiento se encuadra en lo meramente político, utilizando la salida de la hasta ahora directora de los servicios de inteligencia como una suerte de cortafuegos para intentar contener la crisis desatada con Esquerra, cuya intensidad no dejaba de aumentar.
El Ejecutivo necesitaba hacer un gesto de reparación hacia los soberanistas con carácter previo a la próxima reunión que Pedro Sánchez mantendrá con Pere Aragonés y en la que buscará reconducir la relación.
Con serias dificultades para explicar los motivos de la destitución y sin justificar el cese públicamente, fuentes gubernamentales sí reconocen en privado que este paso era necesario para apaciguar los ánimos de ERC.
Dicho y hecho. El tono de los soberanistas e incluso de los socios de Gobierno bajó considerablemente sus decibelios tras conocerse la decisión. Desde que se desatara el escándalo del espionaje, el Gobierno puso al CNI en el punto de mira.
Primero, abriendo un “control interno” para fiscalizar su actuación en los seguimientos a los independentistas, unos seguimientos que se hicieron con aval judicial y dentro de los límites de la legalidad. Sin embargo, cuando el Ejecutivo hizo públicos los pinchazos a los teléfonos de Pedro Sánchez y Margarita Robles, elevó de nuevo la presión sobre los servicios de inteligencia, apuntando a su responsabilidad en la brecha de seguridad.
Finalmente, la “depuración de responsabilidades” que demandaban desde el independentismo se ha cobrado la pieza de Paz Esteban.
Y eso que, hasta este mismo lunes, desde el PSOE se argumentaba que no había razones que motivasen su dimisión, a pesar de que Moncloa llevara días dejando su futuro en el aire. Solo la ministra de Defensa, Margarita Robles, había cerrado filas con la ya ex directora del CNI que dijo “está teniendo que aguantar estoicamente imputaciones que no se corresponden con la realidad”.
Fue precisamente Robles quien tuvo ayer que dar la cara para defender una decisión con la que mostró, por momentos, su incomodidad. Durante toda su intervención, la ministra de Defensa no quiso entrar en los motivos que han llevado a la salida de Paz Esteban del CNI.
Desde el minuto uno tiró de eufemismos para justificarlo, como cuando comenzó diciendo que “el Gobierno ha acordado el cambio en la dirección del CNI”.
A partir de ahí, pese a la insistencia de los periodistas, la titular de Defensa se esmeró en dejar claro que “no es una destitución, es una sustitución de una funcionaria del centro por otra funcionaria del centro”, evitando relacionar la salida de Esteban con los fallos de seguridad que permitieron infectar varios móviles del Gobierno.
“Quiero agradecer a Paz Esteban su trabajo”, señaló, agradeciendo su labor por España y los sacrificios que ha hecho en el cargo.
De hecho, insistió en un mantra muy castrense para justificar el espionaje: “La seguridad completa no existe. Claro que hay fallos de seguridad y los seguirá habiendo. Va a seguir habiendo ataques, no solo a España”.
Pero, insistió, ese no es el motivo y respondió tajante la siguiente vez que se le cuestionó por ello: “No acepto que se hable de destitución, es una sustitución”, explicando que se trata de una “continuación natural”. Y recalcando, al mismo tiempo, que “no ha pasado nada” porque, además, “cumplimos con la legalidad”, dijo en referencia al espionaje a una veintena de independentistas catalanes.
Y es que la declaración de Robles tras el Consejo de Ministros fue una defensa cerrada del CNI y de los 3.000 hombres y mujeres que trabajan en él, señalando que se abre “una nueva etapa” en la que no se puede «bajar la guardia» ante las ciberamenazas que “cada día son mayores”.
De ahí que apuntase que “es imprescindible dotar de más medios al CNI” para que salga «más reforzado», porque “la modernización del Centro es muy importante para el Gobierno”.
Aunque Robles puso cara y voz a la destitución de Esteban, utilizó el relevo para reivindicarse. Una reivindicación hacia aquellos que piden con insistencia su dimisión. En primer término, negó que vaya a abandonar su puesto al frente del ministerio y dijo sentirse respaldad por Sánchez.
“Estar aquí es un regalo de la vida y del presidente del Gobierno. Llevo casi cuatro años sirviendo a mi país y trabajando por mi país, y voy a seguir haciéndolo”, aseguró.
En segundo lugar, la titular de Defensa dejó claro en varias ocasiones que la nueva directora del CNI, Esperanza Casteleiro, es una persona de su máxima confianza, por lo que el control de los servicios secretos está ahora, más si cabe, bajo su control.
“¿A quién se ha nombrado directora del CNI? A mi directora de Gabinete”, llegó a decir en un momento de la comparecencia, sobre la que fuera hasta ahora Secretaria de Estado de Defensa. Esta proximidad a Robles es la que reivindican en privado fuentes del Ministerio para tratar de explicar un relevo que les causa incomodidad. “Pone a su gente”, dicen.
Casi siete gigas del móvil de Marlaska
Moncloa también ha dado cuenta hoy de los informes del Centro Criptológico Nacional sobre el diagnóstico al que se ha sometido a los móviles del resto de miembros del Ejecutivo. Confirman que fueron infectados solo tres terminales: el de Pedro Sánchez, Margarita Robles y el del ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska. A este último se le sustrajeron en dos ataques, 6,3Gb y 400 Mb durante el mes de junio de 2021. Un volumen muy importante de información, mayor que el del presidente. También se produjo un “intento fallido” de “hackeo” del teléfono del ministro de Agricultura, Luis Planas. Desde entonces no ha habido más agresiones.
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