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El Juan Sebastián de Elcano, un colegio electoral flotante para las elecciones andaluzas

Entre la niebla asomó la proa del Mahón, un remolcador de altura de la Armada que había salido de Ferrol el día antes con las papeletas y las urnas

Los marineros que votan en Andalucía mientras preparaban su voto
Los marineros que votan en Andalucía mientras preparaban su votoLa Razón

Unas 70 personas, entre dotación y guardiamarinas, ejercieron el martes su derecho a voto a bordo del Juan Sebastián de Elcano, a unas 60 millas de las costas gallegas. La operación comenzaba a las siete de la mañana. Entre la niebla asomó la proa del Mahón, un remolcador de altura de la Armada que había salido de Ferrol el día antes con las papeletas y demás elementos necesarios para realizar la votación para las elecciones andaluzas del domingo 19 de junio.

El remolcador Mahón y el Juan Sebastián de Elcano
El remolcador Mahón y el Juan Sebastián de ElcanoLa Razón

Desde Elcano se arrió la RHIB (lancha semirrígida) para trasportar el material electoral de un buque a otro y recogió también al comandante del Mahón. Ya a bordo del bergantín-goleta comenzaron los preparativos. Uno de los cabos que iban en la embarcación le entregó una saca gris impermeable al oficial que dirige el Detall (Departamento Estadísticos de Trámite Administrativo de Libros y Listados), la oficina de personal del buque. Del interior de la bolsa, precintada con celo, el alférez de navío extrajo una caja de cartón en la que se podía leer ``Ferrol-Elcano´´, pintado con permanente azul. La abrió y revisó que estuvieran todos los documentos necesarios para la votación.

Una vez terminada la votación, la lancha se llevó de vuelto la saca con los votos
Una vez terminada la votación, la lancha se llevó de vuelto la saca con los votosLa Razón
Recogida de las papeletas y las urnas a bordo de Elcano
Recogida de las papeletas y las urnas a bordo de ElcanoLa Razón

Una vez comprobado, se trasladó la caja a la cámara de guardiamarinas, la estancia que utilizan para comer y, especialmente, estudiar y recibir sus clases; convertida por unos minutos en el colegio electoral de abordo. Se eligió por razones prácticas, es la sala más grande del buque. Pero, simbólicamente, es también un aula, como las de los colegios públicos a las que acudirán a votar el próximo domingo muchos andaluces. En la sala esperaba parte del equipo del Detall, la oficina que tienen todos los barcos de Armada para la gestión del archivo y papeleo relacionado con el personal. El servicio está comandado por el segundo comandante, seguido de un oficial responsable, un cabo primero y un marinero.

Momento de la votación
Momento de la votaciónLa Razón

La megafonía del buque anunció que todos los que pretendieran ejercer su derecho al voto acudieran a la cámara. La sala ocupa toda la manga de Elcano, posee unas mesas de madera que se extienden de proa a popa y, frente a ellas, unas sillas giratorias ancladas al suelo donde tomaron asiento los votantes. En el escritorio que preside la habitación ya estaba colocada la caja de cartón. Mientras el equipo de Detall empezó a repartir los sobres nominales que contenían las papeletas, el oficial explicaba unas nociones básicas de cómo había que realizar el sufragio.

Aunque fuese en un barco y en el Atlántico, era un voto por correo ordinario, sin mayor complicación que la de meter la papeleta que se quiera en el sobre de color verde esmeralda y este en otro blanco en el que se introducía una hoja con los datos personales. Hecho esto, marineros, cabos, suboficiales, oficiales y guardiamarinas se acercaron a la “mesa electoral”, presentaron su DNI a la cabo que la presidía, firmaron la conformidad y depositaron el voto en la urna mientras la cabo tachaba su nombre del listado que tenía frente a ella.

Lancha en la que llegó el material para la votación
Lancha en la que llegó el material para la votaciónLa Razón

Una hora después, la dotación había ejercido su derecho fundamental con todas las garantías y en un entorno único, a bordo del Juan Sebastián de Elcano. La urna de cartón, ya sellada, con los sobres en su interior, regresó al saco gris impermeable y éste, de nuevo, a la lancha neumática, que lo trasladó de vuelta al remolcador de altura junto a su comandante. Eran las nueve de la mañana y la niebla persistía, el Mahón se alejaba rumbo a Ferrol con una pequeña muestra de democracia ultramarina.