Elecciones

Vox teme un «tropiezo» el 19-J con efecto nacional

El pulso postelectoral dejará un ganador y un perdedor en el centro derecha ante los siguientes comicios. El voto por correo se dispara y aumenta el pánico en la izquierda

Las elecciones de este domingo serán decisivas para situar el marco futuro de las relaciones entre PP y Vox. En las últimas citas electorales andaluzas se ha convertido casi en una tradición que la noche del recuento deje sorpresas y rompa pronósticos. En esta ocasión, las tendencias de voto están muy definidas y lo que puede determinar esa sorpresa es el nivel de participación y el posible exceso de confianza del centro derecha a la hora de acudir a votar. Los últimos datos demoscópicos siguen señalando a una mayoría popular, incluso más holgada de lo que han dicho hasta ahora las previsiones.

El alcance de la mayoría del PP será clave en la formación del Gobierno andaluz y también en cómo será la convivencia entre PP y Vox en los próximos meses. Influye el peso demográfico y político de Andalucía y los 63 escaños que esta comunidad autónoma envía al Congreso cuando hay elecciones generales.

Por todo esto, tanto la dirección popular como la dirección de Vox llevarán hasta el final su pulso para conseguir sacar adelante sus objetivos. El primer problema a manejar está en las expectativas. La candidatura de Juan Manuel Moreno necesita quedarse muy cerca de la mayoría absoluta, alrededor de los 50 escaños, y sumar más que toda la izquierda junta. La mayoría absoluta la dan los 55 parlamentarios.

Vox abrió la campaña con la aspiración de llegar a superar los 20 escaños, apuntando incluso a los 25. Todo lo que sea no alcanzar esa cifra será entendido como un «pinchazo» de la candidatura de Macarena Olona, aunque este partido haya llegado ya a sostener que si Juanma Moreno necesita la abstención de un único diputado suyo para ser investido, exigirán pisar moqueta en el Palacio de San Telmo. Ajustándose a la idea de que la noche electoral confirma los repartos anunciados por los sondeos, los dos partidos se someterán mutuamente a un pulso a cuerpo descubierto, conscientes de que se juegan mucho más que el Gobierno de coalición en Andalucía.

El PP tiene ventajas con respecto a lo que ocurrió en Castilla y León. No está bajo la presión de la crisis interna que sufría cuando se convocaron aquellos comicios. Hay sintonía total entre Génova y la dirección andaluza del partido. El perfil sociológico y electoral de Andalucía es distinto al de Castilla y León, y, en principio, en el caso del centro derecha, menos tendente al discurso radical sobre el que Vox sostiene sus nichos electorales.

Además de todo esto, en Castilla y León sí podía haber una alternativa de Gobierno a la que representaba Alfonso Fernandez-Mañueco (PP), frente a lo que sucedería en Andalucía si las encuestas aciertan y el PP consigue más escaños que los partidos de la izquierda.

El PP se siente en la necesidad de resistirse hasta llevar al extremo el pulso para evitar un Gobierno de coalición. Y en la misma situación, pero desde una posición mucho más débil, está Vox. Si una vez abierta la vía de la exigencia de estar en los gobiernos ahora se quedara fuera, esto debilitaría su discurso ante la próxima ronda de elecciones, autonómicas y municipales, porque el mensaje que dejaría es el de que simplemente son una muleta exterior del PP.

En una situación crítica a nivel nacional, como la que todos los indicadores económicos apuntan que se avecina, no entrar en el gobierno de la Junta complicaría su estrategia para las elecciones de mayo del año que viene. En tiempos de crisis los ciudadanos buscan estabilidad y los Gobiernos de coalición ya han dejado ver, en su mayoría, que la estabilidad y la eficiencia no están entre sus principales virtudes.

Vox también tendrá que medir lo que gana y lo que pierde si fuerza sus exigencias por encima de lo que permitan sus resultados electorales. Esto puede volverse en contra y hacerles acabar como Ciudadanos (Cs). De la misma manera que si su resultado tiene la capacidad de condicionar el Gobierno de Moreno, y fuerzan una coalición, tendrían un notable empujón hacia arriba que es posible que se proyectara hasta las generales.

Este juego de presiones se pondrá en marcha el mismo domingo por la noche. Todos los partidos andaluces manejarán esos resultados teniendo claro que la opción de la abstención socialista o de otro partido de izquierdas es solo retórica discursiva.