Nuevo ciclo
Feijóo abrirá en septiembre vías de diálogo con todos los partidos menos Bildu
Los populares convocarán una ronda de contactos que incluirá a Esquerra. Creen que la coalición electoral no aguantará la legislatura y que se romperá este otoño-invierno
Tiempo muerto en la política doméstica hasta septiembre, una vez que pase el debate del estado de la nación de la próxima semana. Los partidos están pensando ya más en el nuevo curso y en sus estrategias políticas y electorales que en lo que les queda por hacer de aquí a las vacaciones de agosto. El equipo del líder de la oposición, Alberto Núñez Feijóo, da vueltas al golpe de efecto con el que quieren arrancar septiembre, y en ese marco se sitúa la intención de abrir vías formales de diálogo con todos los partidos con representación parlamentaria. La única excepción será Bildu, según fuentes de la dirección popular. Ésta es otra importante enmienda a la estrategia que siguió el anterior equipo que presidió el partido. En cuanto al próximo debate del estado de la nación, lo que más preocupa en Moncloa, por cierto, es la oposición de sus socios, mucho más que la que puedan hacer las fuerzas del centro derecha.
La ronda de reuniones capitaneadas por el líder del PP tiene como objetivo reforzar la alternativa de Feijóo «como único alter ego» del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, según explican en su entorno. Este PP cree que ese diálogo es «necesario» y que, como jefe de la oposición, Feijóo tiene la obligación de hablar con todos los grupos y analizar con ellos el contexto económico en el que se encuentra España. Un movimiento claramente «presidencialista» en lo formal.
Además, la ronda de contactos permite al PP quitar fuerza a la inevitable foto que Feijóo tendrá que hacerse algún día con el presidente de Vox, Santiago Abascal. En una jornada con más contactos, y dentro de una ronda general de diálogo con todos los partidos, el valor de esa entrevista, que hace meses que reclamó Abascal, se diluye, y en Génova creen que esto les beneficia. Pero al margen de tácticas puramente partidistas, el PP quiere trasladar también a la opinión pública que «de nuevo» son un partido «capaz de hablar y buscar consensos». Y esta imagen de Feijóo reuniéndose con los distintos portavoces parlamentarios es, asimismo, un duro golpe para el mantra de la izquierda que liga al PP con Vox, como si fueran partes de un mismo ente, al margen de posibles entendimientos con el resto del Congreso de los Diputados. La soledad de Pedro Sánchez en el Parlamento se hace evidente cada sesión parlamentaria, y el PP intentará aprovechar ese hueco aunque sus esfuerzos sólo sirvan para enriquecer su imagen de centro y no se concreten en ningún pacto.
Esto tendrá correlación en las votaciones parlamentarias, donde en el próximo periodo de sesiones el Grupo Popular actuará conforme a la instrucción de pactar aquello que se ajusta a su programa electoral con independencia de quién está a favor o en contra, y si les aleja de la posición que marque Vox. En la anterior etapa, la dirección popular sí estaba bastante obsesionada con no dejar huecos libres a Vox, sobre todo en las cuestiones más ideológicas.
Para este PP todo se resume, prácticamente, en la economía, porque «no puede haber prioridad mayor en un contexto de inflación galopante y de nubes negras en el horizonte». La dirección popular está satisfecha porque cree que ha encontrado el punto que permite a Feijóo aparecer como una referencia por el centro, al mismo tiempo que tapona, así lo valoran ellos, el protagonismo de Abascal. En la «cocina» del PP manejan datos parecidos a los que llegan a Moncloa, y que tienen como elemento más relevante la incapacidad de la izquierda para poner freno a la fuga de votos que se le van no ya a la abstención, sino a las filas del PP. En estas semanas el PP ha endurecido su discurso en materia económica, llegando a límites, en cuanto a la descripción negativa del horizonte que le espera a España, que castigaron duramente a Pablo Casado.
Pero Feijóo parece que tiene también bula para eso, y el coste de lo que en el Gobierno califican de «catastrofismo» no es ni parecido al que provocaba este discurso en la anterior cúpula popular.
Esta linea argumental, que augura ajustes y una situación de crisis parecida a la que echó a José Luis Rodríguez Zapatero del Gobierno, se fundamenta en el análisis sobre el que el PP construye su estrategia de oposición y que dice que Pedro Sánchez no aguantará hasta final de la Legislatura y acabará convocando elecciones junto con las municipales y autonómicas, para beneficiarse, en la medida de lo posible, de la movilización de todos los alcaldes y estructuras locales del partido. También creen que la coalición de gobierno se romperá este otoño-invierno, y aunque el líder popular haya ofrecido a Sánchez su apoyo para sacar adelante los próximos Presupuestos Generales del Estado (PGE), será con unas condiciones que harán imposible al líder socialista transitar esa vía, incluso aunque rectificara la estrategia que ha seguido desde que llegó a Moncloa. Oficiosamente el PP sostiene que su obligación es actuar como un partido de Estado, pero, según precisan en Génova, la economía exige una rectificación de 180 grados y «nosotros no nos vamos a hacer cómplices de las políticas que están agravando un desastre que luego tendremos que arreglar cuando lleguemos al Gobierno».
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