¿Cómo ha cambiado la población por provincias en España desde el primer censo de 1787?

El Reinado de Carlos III se caracterizó por ser un periodo reformista en una España necesitada de modernización y transformaciones para desgajarse de muchos de los lastres del Antiguo Régimen. El abanico de reformas fue amplio y abarcó distintos ámbitos, haciendo énfasis en la economía y la educación como palancas de cambio. Pese a las resistencias que encontró, el balance de su reinado fue positivo y logró avances para España y que nuestro país estrechara distancias con los estados más desarrollados de Europa.

En este marco, también se impulsó el primer censo fiable, llevado a cabo por el Conde de Floridablanca y publicado en 1787. Hasta la fecha y durante el mismo siglo XVIII, se habían elaborado otros previamente, pero ninguno llegó a adquirir la categoría de fiable que sí dispuso este: por ejemplo, el Conde de Aranda, otros de los hombres fuertes de Carlos III, había llevado a cabo uno en 1768, pero finalmente no se le llegó a dar completa validez. Si bien, también es cierto, que el primer censo “moderno” y más homologable a los actuales se elaboró muchos años más tarde, en 1857.

En cualquier caso, el censo de 1787 se elaboró por distintos motivos oficiales, que quedan recogidos en la exposición de motivos (denominado “advertencia”) del propio documento publicado en la época: para “calcular la fuerza interior del Estado”; para conocer los “aumentos que ha recibido por el fomento de la Agricultura, Artes y Oficios”, en referencia a los efectos de reformas acometidas por el Rey; y, para que vean “los estrangeros que no está el Reyno tan desierto como creen ellos”. En el propio documento también se precisa la gran importancia que suponía para Carlos III este recuento poblacional.

También se deja constancia de otro motivo que empuja a la elaboración de este censo: había pueblos que ocultaban datos “temerosos de las quintas y las contribuciones” sobre todo “en tiempos de guerra”. En 1787, corrían años de “la paz más duradera” y, por ello, era un contexto propicio para el recuento de la población. Este punto ha hecho también que algunos expertos hayan valorado que el censo también responde a motivos militares y fiscales.

Estos mismos expertos, profesores de la Universidad de Murcia en un informe elaborado en 1987 (con motivo del bicentenario del censo), también reflexionaron sobre las cifras y valoraron que España tenía una estructura demográfica propia del Antiguo Régimen y “sensiblemente indiferente a los cambios que estaban comenzando a experimentar algunas regiones europeas”.

¿Cómo se elaboraba el censo? A través de las autoridades competentes (también podían contribuir los párrocos y algún vecino que supiera escribir), que se desplazan a los pueblos casa por casa para ir recabando cuántos habitantes había. En el recuento y en la entrega de los datos, hubo diferencias temporales entre unos territorios y otros, aunque se realizó de forma bastante rápida.

Echando un vistazo a las cifras, casi todas las provincias albergan actualmente más población que en 1787: de hecho, en la inmensa mayoría, la diferencia es abrumadora. Sin embargo, hay dos demarcaciones donde hay menos habitantes (Cuenca y Soria) y otras donde el crecimiento poblacional es prácticamente anecdótico (Ávila, Huesca, Orense, Lugo, Palencia, Segovia o Zamora).