El secuestro

“Txapote” y los dos días de agonía de Miguel Ángel Blanco en el maletero de un coche

El sanguinario terrorista no quería correr riesgos porque sabía que, pasado el plazo, iba a asesinar al concejal

Lo tuvieron secuestrado en el maletero del automóvil, en una bajera (garaje). El “comando Donosti” no quería correr ningún riesgo innecesario. Sabían que, pasadas las 48 horas que ETA había dado de plazo para liberar al concejal, lo iban a asesinar. Las condiciones planteadas por ETA eran inaceptables e impracticables (traslado de todos los presos al País Vasco). Además, conocida la personalidad criminal del jefe de la célula, Francisco Javier García Gaztelu,“Txapote”, su odio a todo lo que representaba España, no iba a ofrecer a un representante del partido gobernante (PP) ninguna comodidad antes de dispararle dos tiros en la cabeza con una pistola del 22 que, seguro, tiene oculta, como “trofeo de guerra”, para cuando salga de la cárcel.

Esta es la hipótesis, más que fundada, de que ocurrió durante el secuestro y posterior asesinato del concejal de Ermua, Miguel Ángel Blanco, según expertos antiterroristas que trabajaron sobre el terreno para intentar localizar al edil. Nunca se podrá probar, ya que los dos autores de la acción criminal que están vivos (el tercero, se suicidó), “Txapote” y su pareja en todo, Iranchu Gallastegui, “Amaya”, ni han colaborado ni van a colaborar con la justicia.

La hipótesis es la más fiable. Una vez cometido el secuestro e introducido Miguel Ángel Blanco en el maletero (no lo iban a llevar a la vista para que alguien le reconociera), ¿para qué iban acorrer riesgos innecesarios? Se trataba de un enemigo al que iban a asesinar, sí o sí. ¿Después de las “comodidades” ofrecidas al funcionario de prisiones Ortega Lara, rescatado por la Guardia Civil, le iban a dar al concejal un trato humano? Eso era para los secuestrados que iban a pagar grandes cantidades de dinero. Pero, en el caso del concejal, impensable en ETA y mucho menos si García era el encargado de mantener oculto al edil.

Maniatado y amordazado

Hay otro dato que avala la hipótesis. Ibon Muñoa, el concejal de Herri Batasuna (hoy reconvertida en Sortu, uno de los grupos que conforman EH-Bildu), que había facilitado los datos para el secuestro, ofreció al “comando” un piso en Zarauz para que tuvieran escondido al concejal. “Txapote” lo rechazó de plano, no era el sitio adecuado, sobre todo si se tenía un garaje y un coche con el maletero suficientemente grande como para mantener secuestrado, maniatado y amordazado, a Miguel Ángel Blanco.

Cuando la dirección de ETA y, en concreto José Javier Arizcuren, “Kantauri”, eligió al “Donosti” y a “Txapote” para perpetrar la acción criminal, sabía lo que hacía.

Nacido en Galdácano, Vizcaya, en febrero de 1966, comenzó sus andaduras criminales, como tanto otros, en el terrorismo callejero conocido como “kale borroka”. En 1994 ya formaba parte del “comando Donosti”. Eran los tiempos que ETA-Herri Batasuna habían redactado la siniestra ponencia “Oldartzen”, según la cual era necesario “socializar el sufrimiento”. Que traducido al lenguaje de la banda terrorista consistía en cometer atentados contra todos los sectores de la sociedad, para que nadie se sintiera seguro y presionaran al Gobierno a una negociación con los pistoleros. Políticos, empresarios, periodistas, cualquier “enemigo del pueblo vasco”, según la sectaria definición, pasaban a ser objetivos. Y García lo interiorizó con rapidez: el popular Gregorio Ordóñez y el socialista Fernando Múgica fueron otros de los asesinados por la célula que dirigía.

Tras huir a Francia, para no ser detenido, se convirtió en “lugarteniente” de “Kantauri” y, una vez detenido éste, en el jefe del “aparato militar”, al que dio un impulso con la activación de hasta 20 “comandos” que entraron en España para cometer atentados.

Sin escrúpulos

“Txapote”, un tipo sin escrúpulos, de aire chulesco y matón, causaba fascinación entre los etarras de nueva hornada por el historial que le precedía y la autoridad que le confería entre los criminales.

Fue detenido el 22 de febrero de 2001 en el Habana Café de Anglet. Estaba tomando un aperitivo cerca de la playa. Se consideraba inalcanzable, pero la Policía Nacional española había logrado dar con su pista y comunicárselo a sus colegas franceses, que lo arrestaron. Entre los que cometió directamente y los que ordenó desde Francia se le atribuyen medio centenar de asesinatos y otras acciones criminales. Ha sido, sin duda, uno de los pistoleros más peligrosos de ETA y está por ver el papel que le tiene asignado la izquierda proetarra para cuando salga de la cárcel. No va a ser un sujeto cómodo de llevar por su radicalismo, deseo de mandar y claridad de objetivos, en lo que al futuro del País Vasco se refiere.

Una vez cometido el secuestro y asesinato de Blanco, Ibon Muñoa osó preguntar a “Txapote” por el sentido de lo que habían hecho. La contestación fue lacónica: “Estas cosas sólo tienen explicación cuando ha pasado un año”. No le faltaba razón. Salvo en los primeros momentos de indignación popular, los nacionalistas del PNV, temerosos de que el “españolismo” pudiera hacerse con el poder en el País Vasco, se acercaron a los proetarras y llegaron a los “acuerdos de Estella”, firmados el 12 de septiembre de 1998. Así se escribe la historia y el papel de García en ella.