Crisis diplomática

Argelia saca músculo y veta el deshielo de las relaciones comerciales

El gobierno del país norteafricano desautoriza a la patronal bancaria y dice que los intercambios con España «son prerrogativas exclusivas del Estado»

Fachada del Banco Exterior de Algeria
Fachada del Banco Exterior de AlgeriaLa Razón

Giro inesperado en la relación entre España y Argelia. Si este jueves la Asociación Profesional de Bancos y Establecimientos Financieros (Abef) anunciaba el fin de las restricciones a las operaciones bancarias para el comercio exterior con empresas españolas, ayer, a última hora de la tarde, Argelia sacó músculo y anunció que las relaciones comerciales con España «son prerrogativas exclusivas del Estado y no de organizaciones profesionales, como la Asociación de Bancos e Instituciones Financieras (Abef)», según una nota recogida por la agencia de noticias oficial APS.

De este modo, Argelia desautoriza a la patronal bancaria Abef (que agrupa a una treintena de bancos y establecimientos financieros que operan en Argelia) que, según la nota oficial, «es una asociación profesional y defiende los intereses de sus miembros». El boicot comercial ha sido, con todo, solo una de las medidas de represalia de Argel al apoyo de España a Marruecos en el Sáhara, materializado en la misiva que Sánchez envió a Mohamed VI el pasado 14 de marzo. La Abef –un organismo, con todo, privado en un país en que la mayoría de la banca es pública– había ordenado la suspensión de las domiciliaciones bancarias para bienes y servicios con origen y destino España a partir del pasado 9 de junio. La publicación de la circular, un día antes, coincidía con el anuncio por parte de la Presidencia argelina de la suspensión del Tratado de Amistad, Buena Vecindad y Cooperación con España, que ambos Estados suscribieron hace 20 años.

«Era posible que de alguna manera se echaran para atrás al menos parcialmente. Aunque desconocemos aún por qué y cómo se ha tomado la decisión, sí sabemos que la Unión Europea se ha movido en los últimos días para presionar a Argel y ha habido varias negociaciones. Ha habido a la vez, el mismo día, otro movimiento importante: la aprobación de una serie de decisiones tendentes a la liberalización de las importaciones en general para todos los países», afirmaba una fuente española familiarizada con la cuestión desde la capital argelina antes del veto argelino. No en vano, la situación para los empresarios españoles es desesperante.

En este sentido, medios argelinos no ocultan que la medida es gravosa para los intereses de la industria local. «La aplicación de la medida ha generado numerosos problemas y las aduanas argelinas han pedido al Gobierno que concretara las modalidades de aplicación de la misma para productos no españoles que transitan por España y los españoles importados desde otros países. Casi dos meses después de la entrada en vigor de la decisión de suspender el comercio exterior con España, las autoridades argelinas han hecho balance y decidido levantar la congelación», se escribía este viernes en TSA Algérie, uno de los medios digitales más influyentes. Una advertencia que queda en papel mojado tras el comunicado del gobierno argelino. De hecho, en declaraciones a EFE, el presidente del Círculo de Comercio e Industria argelino-español, Djamel Eddine Bouabdellah, afirmaba que era «una vuelta a la normalidad». «Creo que ha habido un arbitraje para evaluar la situación porque también han sufrido muchas empresas argelinas, sobre todo aquellas que importan material industrial y agroalimentario», admitía. «Si Argel parece soltar lastre es porque las autoridades españolas han multiplicado los discursos tranquilizadores respecto a Argelia e incluso han pretendido ponerse al día con sus homólogos argelinos intentando una diplomacia paralela y entre bastidores», se aseguraba este jueves un artículo de Algérie Patriotique, medio estrechamente vinculado a la junta militar gobernante.

Los frentes aún abiertos

Con todo,nadie descarta que Argelia ultima la subida de precios del gas a España, que ya avanzó el pasado 7 de abril la vicepresidenta tercera y ministra para la Transición Energética Teresa Ribera y ratificó hace unos días el presidente del gigante estatal argelino Sonatrach Toufik Hakkar. Un incremento que, según fuentes conocedoras de la situación, puede alcanzar el 50%. No en vano, durante el pasado mes de junio, España ya adquirió más gas natural a Rusia (y a Estados Unidos, primer proveedor desde enero de este año) que a Argelia, con arreglo a los datos publicados por la española Enagás. La sustitución forzosa de Argelia como principal proveedor por Estados Unidos tendrá previsiblemente consecuencias negativas para los intereses españoles en los próximos meses. Como escribe la profesora de política económica y relaciones energéticas internacionales en la Universitat de Barcelona Aurèlia Mañé en un reciente artículo, «en términos macroeconómicos estos cambios no auguran nada bueno para la economía española». «Dos son las principales razones. Una, que en lo que llevamos de 2022 ha cobrado mucho protagonismo, es el efecto de los precios del gas natural licuado (GNL) en la factura eléctrica y, de ahí, su efecto sobre la tasa de inflación. La segunda es el posible efecto sobre las cuentas exteriores», advierte la especialista en la realidad energética de Argelia.

Entretanto, Argelia e Italia han confirmado su idilio en materia energética a costa de España. Este martes las dos administraciones sellaban una alianza estratégica: Roma y Argel acordaron, a través del contrato suscrito entre Sonatrach y Eni, el incremento de las exportaciones de gas a través del gasoducto Transmed (la empresa estatal argelina se compromete a aumentar su suministro un 40% hasta los 9.000 metros cúbicos anuales a partir de 2023). El pasado lunes 18 de julio el presidente Abdelmadjid Tebboune y el ex primer ministro Mario Draghi insistieron en la «relación privilegiada» de los dos países. Al margen del daño sufrido por la actividad comercial española en el país magrebí, la cooperación argelina en materia de seguridad, uno de los aspectos más sensibles de la relación bilateral, sigue reducida a niveles mínimos. «El Gobierno socialista parece haber perdido de vista la importancia de Argelia en tanto que socio en materia de seguridad, además de ser un socio económico de primer orden», se escribía la pasada semana en TSA Algérie, uno de los más leídos e influyentes medios digitales.

Mas de cuatro meses de crisis

Todo comenzó inmediatamente después de hacerse pública el viernes 18 de marzo la carta de Pedro Sánchez al rey de Marruecos en la que el presidente del Gobierno calificaba la propuesta de autonomía marroquí para el Sáhara como «la base más seria, creíble y realista» para la resolución del conflicto. Un día después de que la agencia estatal de noticias marroquí MAP difundiera la misiva, el régimen argelino retiraba a su embajador en Madrid, Said Moussi. Como prueba más que evidente del enquistamiento de la crisis, el diplomático fue designado el pasado 12 de julio como nuevo embajador argelino en París. La plaza española sigue vacante.

La siguiente determinación, que sigue sin haber sido revisada, fue la suspensión desde el 2 de abril de las repatriaciones de inmigrantes irregulares argelinos llegados a territorio español por barco. También a partir las mismas fechas el país magrebí dejó de conceder licencias de importación a empresarios españoles para mercancías sujetas a autorización o a control fitosanitario (principalmente productos alimentarios, aunque también el boicot afecta a semillas, fertilizantes o aditivos para alimentación animal).

A finales de abril Argelia amenazaba con cortar el grifo del gas a España si el Gobierno desviaba a través del tubo Magreb Europa, que Argelia dejó inoperativo el 31 de octubre pasado en plena crisis diplomática con sus vecinos del Magreb, «una sola gota» del hidrocarburo desde la Península a Marruecos. El pasado 5 de julio Marruecos anunciaba que la llegada de gas natural desde España a través del Magreb Europa había permitido la reactivación de las dos centrales de ciclo combinado paralizadas tras la rescisión del contrato del gasoducto por parte de Argel.

Pero el punto álgido de la ruptura se consumó el pasado 8 de junio, cuando, horas después de la comparecencia de Pedro Sánchez en el Congreso para explicar la nueva posición española en el conflicto del Sáhara, Argel anunciaba la suspensión del Tratado de Amistad. Aquella misma jornada se difundía la citada nota de la Asociación de Bancos y Establecimientos Financieros, que instaba a las entidades financieras a la congelación de las domiciliaciones bancarias en los intercambios comerciales con empresas españolas.

Por si quedaban dudas, un texto sin firma publicado por la agencia estatal de noticias llamaba el pasado 14 de junio «pirómano» y «amateur» al ministro de Exteriores José Manuel Albares, quien era acusado de agravar la crisis al haber señalado a Rusia como responsable última de la decisión argelina de romper con España.

Recientemente, un artículo del digital Algérie Patriotique daba por amortizado a Sánchez y vinculaba la solución al embrollo al relevo en La Moncloa: «El deshielo en las relaciones entre Argelia y España es cuestión de tiempo, en la medida en que todo indica que el presidente del Gobierno español, debilitado y aislado, incluso en sus propias filas, busca una salida al diferendo que suscitó con Argelia de forma que parezca que no se retracta (…) La suerte está echada y su salida parece ser la única manera de restaurar el Tratado de Amistad».