Soberanía

Las plazas españolas en el norte de África, sin definir

La isla de Perejil, Vélez de la Gomera, Alhucemas y Chafarinas esperan su reconocimiento definitivo

Territorios españoles
Territorios españolesAntonio Cruzfreemarker.core.DefaultToExpression$EmptyStringAndSequenceAndHash@e4c5a58

Si no hubiera sido por la crisis de Perejil, de cuya resolución se cumplieron en julio 20 años, la existencia del pequeño islote de roca calcárea situado a 250 metros de la costa marroquí y a tres kilómetros y medio del territorio de la ciudad de Ceutaseguiría siendo ignota para la gran mayoría de los españoles. Como probablemente una parte más que considerable de los ciudadanos españoles no sería hoy capaz de situar en un mapa las otras plazas de soberanía españolas en el norte de África: el peñón de Vélez de la Gomera, el peñón de Alhucemas y las islas Chafarinas.

A propósito de la efeméride de la ocupación y desalojo del islote Perejil, surgen las preguntas: ¿corre peligro la soberanía española en las plazas norteafricanas? ¿hay algo que deba hacer el Gobierno de la nación para protegerlas?

«Los peñones y el archipiélago de las Chafarinas tienen una debilidad estructural especial. En primer lugar, muchos españoles no conocen estas realidades y, cuando saben de ellas, no las entienden muy bien», admite a LA RAZÓN el presidente del Observatorio de Ceuta y Melilla Carlos Echeverría. «Pero son territorios españoles y europeos en suelo africano donde impera el derecho de la Unión Europea», sintetiza.

En este sentido, un reciente informe del Observatorio –perteneciente al think tank Instituto de Seguridad y Defensa– titulado «La consolidación europea de Ceuta, Melilla y los otros territorios españoles en el norte de África» subraya la «el indefinido estatuto jurídico interno de derecho español de las islas y peñones, que progresivamente han sido innominados en el ordenamiento» y propone «dar un reconocimiento jurídico normalizado en derecho español y en derecho europeo» a estos territorios españoles. «Estado y ciudadanía española deberíamos ser muy ágiles a la hora de prevenir y reaccionar: hay que ser claros en la defensa de la españolidad de los territorios y rigurosos a la hora de transmitir al resto del mundo que no hay ninguna cuestión colonial ni agravio histórico pendiente con Marruecos, con el que el Gobierno tiene que ser más riguroso y exigente», explica Echeverría este periódico.

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El citado trabajo del Observatorio de Ceuta y Melilla propone que los peñones se conviertan en espacios de memoria y reconciliación. «Dotar de un nuevo sentido a los peñones es, de por sí, un objetivo del mayor interés para España. Y permite tomar la iniciativa en el ámbito internacional, con el añadido de ofertar a Marruecos colaborar en la reconversión de los peñones de Vélez y Alhucemas como lugares de historia, memoria y reencuentro entre los pueblos marroquí y español».

Lo cierto es que salvo las menciones habituales de representantes políticos marroquíes sobre la marroquinidad de las «ocupadas» Ceuta y Melilla, desde Rabat no se ha formulado oficialmente ninguna reclamación territorial sobre los restantes territorios españoles en el norte de África. En un momento de consolidación de la nueva etapa en las relaciones diplomáticas tras la última crisis no es previsible que se produzcan.

Historial de incidentes

Eso sí, en los últimos años se han registrado, aunque aislados y con cuentagotas, algunos incidentes en torno a las plazas de soberanía españolas del sur del Mediterráneo. El más importante de todos, el del islote Perejil, del que el mes pasado se cumplieron veinte años –la efeméride no ha tenido eco alguno en los medios de comunicación marroquíes– abrió la mayor crisis bilateral entre ambos países en décadas.

Diez años después, en agosto de 2012, el protagonista fue el peñón de Vélez de la Gomera. El territorio, habitado sólo por una guarnición militar, unido a la costa marroquí por un pequeño istmo y situado a 126 kilómetros al oeste de Melilla, fue abordado por un pequeño grupo de activistas marroquíes partidarios de la «liberación» de Ceuta y Melilla y resto de territorios españoles en la mañana del 29 de agosto aprovechando que no había nadie de guardia.

Días después la tensión de trasladaba a la bahía de Alhucemas: casi un centenar de subsaharianos se instaló en la pequeña isla de Tierra, próxima al peñón de Alhucemas, para reclamar asilo en territorio español. Tras trasladarlos a este peñón poblado sólo por una guarnición militar, Marruecos y España se pusieron de acuerdo para repartirse a los migrantes.

El más reciente de ellos se produjo en la primavera del año pasado, cuando, en plena crisis bilateral, Marruecos instaló una piscifactoría en aguas cercanas a las islas Chafarinas –españolas desde 1848, solo habitadas por un reducido contingente militar– sin consultar al Gobierno. El Ejecutivo de Sánchez acabó protestando en noviembre pasado a Marruecos, y en junio de este año la Fiscalía abría una investigación al respecto. El archipiélago se encuentra bajo la normativa europea de protección ambiental, pero sus espacios marítimos no han sido delimitados en el ordenamiento jurídico español. Otra vulnerabilidad y fuente previsible de controversias frente a las reivindicaciones marroquíes y argelinas.

En la efeméride de las dos décadas transcurridas desde la mayor crisis bilateral, un siglo después del último gran conflicto bélico con Marruecos y en un contexto de amenazas diversas, incluidas la presión migratoria en ascenso, las plazas de soberanía españolas en el norte de África sufren las consecuencias del desconocimiento y el olvido generales. «Es hora de darle visibilidad, incluida la jurídica, a estos territorios en un momento particularmente delicado como el actual dadas las estrategias mostradas por Marruecos de avanzar en la exigencia de derechos en materia de soberanía», insta Echeverría.