Exteriores

Sin interés por llegar a un acuerdo con Gibraltar

Ni Reino Unido, ni Bruselas, ni Madrid tienen prisa por firmar un memorando definitivo

Soldado en Gibraltar
Soldado en GibraltarefeLa Razón

Giro de 180 grados en Reino Unido. En solo 72 horas, el país estrenó «premier» y nuevo Rey tras la salida de Boris Johnson y la muerte de Isabel II. Liz Truss y Carlos III son ahora los dos nombres propios de la política y la diplomacia británica, cuyo aterrizaje puede provocar un aleteo en las relaciones bilaterales con España, en especial en todo lo relacionado con el acuerdo con Gibraltar, que sigue sin materializarse casi dos años después de la firma de los Acuerdos de Nochevieja de 2020, que fijaron las líneas maestras de la futura relación del Peñón con España y con el resto de la Unión Europea. A la futura relación y sus retos, se refirió este lunes el jefe de la diplomacia española, José Manuel Albares, desde la capital británica hasta donde se trasladó para formar parte, junto con el Rey Felipe VI y la Reina Letizia, de la representación española que acudió a los actos solemnes con motivo del funeral de la monarca británica que reinó durante más siete décadas. Reconoció que España aspira a «conseguir la relación más estrecha posible con el Reino Unido». No obstante, como consecuencia del Brexit los intercambios comerciales en algunos sectores, como por ejemplo el de las mascotas o el agroalimentario se han deteriorado, así como la situación de los expatriados que trabajan en Reino Unido.

La seguridad, la defensa, las relaciones comerciales, la cultura, la Historia común son muy estrechas entre ambos países. Seis años después de que los británicos decidieran mediante un referéndum abandonar el mercado común nada apunta a una hecatombe.

Todos esos flecos, con sus dificultades, se han solventado. Todos, excepto el futuro acuerdo con Gibraltar. Sobre este asunto, Albares aseguró que no se esperan cambios en la manera de conducir las negociaciones del Brexit en esa nueva etapa y, en cualquier caso, la posición española en esta materia, según el jefe de la diplomacia, se basa en «el respeto íntegro al acuerdo de retirada y en todo lo que toca a la relación bilateral».

LA RAZÓN analiza con varios expertos la futura relación y cómo puede afectar la llegada de Liz Truss, así como el nombramiento de James Cleverly como nuevo titular de Exteriores. Coinciden en señalar que la demora en la firma del acuerdo se debe a «cuestiones especialmente técnicas», que podrían verse enturbiadas o ralentizadas por la necesidad de Reino Unido de marcar perfil propio en un momento de debilidad internacional.

El director del Observatorio Winston Churchill de la Universidad Pontificia Comillas, Emilio Sáenz-Francés, apunta que entre los flecos del acuerdo están aspectos complicados relacionados con la movilidad de mercancías y personas. «De las medidas que se adopten respecto a Gibraltar dependerá la vigencia de Schengen y la vigencia de Frontex. No puede entenderse de ninguna manera desde Gibraltar como una agresión a su soberanía», apunta.

En este sentido, la maquinaria negociadora no ha dejado de funcionar. Hasta el momento son ya más de ocho las rondas negociadores desde que España y el Reino Unido alcanzaron el 31 de diciembre de 2020 un entendimiento bilateral para resolver cuestiones prácticas y de cooperación en la región tras el Brexit.

«Gibraltar es la primera interesada en que haya un acuerdo pero también se han manifestado muy contraria a que este acuerdo se materialice en una ganancia para España en términos de presencia de agentes españoles realizando funciones de controles». En el Peñón se niegan frontalmente a que agentes españoles estén implicados en cuestiones de vigilancia.

Casi se da por descontado que agentes de Frontex vigilarán la Verja para controlar el flujo tanto de mercancías como de personas. En este sentido, este verano, según ha podido saber LA RAZÓN, llegaron a la frontera observadores de esta agencia europea que protege las fronteras exteriores del espacio de libre circulación de la Unión Europea. En la actualidad, los ciudadanos de Gibraltar, a quienes se identifica por contar con una tarjeta diferente a la de los británicos, están excluidos de los controles fronterizos como muestra de buena voluntad negociadora mientras se mantienen las conversaciones sobre el futuro de Gibraltar. No obstante, los nulos avances en las negociaciones no permiten ser optimistas en cuanto a que esta exclusión positiva se prolongue en el tiempo.

El mantra que más se repite desde que se firmaron los acuerdos de Nochevieja en 2020 es que hay buena voluntad entre ambas partes, sin embargo, los avances son inexistentes. «El Gobierno español tiene otras muchas prioridades en la mesa y Gibraltar es siempre sensible», asegura Saénz-Francés. Insiste en que para la Unión Europea y para Reino Unido, con otras muchas cuestiones sobre la mesa, «Gibraltar pasaría a ser un elemento secundario».

“Una baza para presionar en Bruselas”

De la misma opinión es Antonio Alonso, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad CEU San Pablo que considera que el nuevo gabinete de la premier Liz Truss ve tanto en el acuerdo con Gibraltar como el asunto de la frontera con Irlanda como «una baza para presionar en la Unión Europea con otros problemas mayores como puede ser el paso a través del Canal de la Mancha».

Además, añade, el Rey Carlos III, pese a carecer de funciones legislativas o ejecutivas puede utilizar este tipo de contenciosos para «aglutinar a la gente en torno a la Monarquía y, por ende, también en torno a Reino Unido. Lo que realmente importa es el país».

En un momento delicado tanto desde el punto de vista económico como social, debido a la crisis derivada de la guerra en Ucrania, ambos expertos no descartan que tanto desde la jefatura del Estado como desde el Ejecutivo resuciten un sentimiento nacionalista en el que el Peñón de Gibraltar podría jugar un papel relevante.

El encargado de pilotar los asuntos con el Peñón

Hábil para conectar con las generaciones más jóvenes, James Cleverly, nuevo titular de Asuntos Exteriores del Gobierno de Liz Truss, afronta el complicado cometido de mediar en las complejas relaciones del país con el resto del mundo tras el Brexit, en especial. Los expertos consultados por LA RAZÓN destacan de su figura que «tiene una trayectoria política amplia, pero limitada en el exterior donde se ha enfocado hacia el Medio Oriente y el norte de África». En este sentido, indican que es «una incógnita» el rumbo que tomará». Fue vicepresidente honorario de los conservadores desde 2018 hasta 2019 y fue subsecretario de Estado para la salida de la UE –de abril a julio de 2019–. Después del nombramiento de Boris Johnson como jefe del Ejecutivo –julio de 2019–, pasó a ser ministro sin cartera.