Reunión

PP y PNV cierran los flecos para verse en noviembre

Reunión Feijóo-Ortuzar en plena negociación de Sánchez de los Presupuestos Generales del Estado

El líder del PP Alberto Núñez Feijóo con la presidenta de la Comisión Europea, Úrsula Von der Leyen, ayer en Bruselas
El líder del PP Alberto Núñez Feijóo con la presidenta de la Comisión Europea, Úrsula Von der Leyen, ayer en BruselasTarekmjTarekmj

PP y PNV terminan de atar la primera reunión entre sus dos máximos dirigentes, Alberto Núñez Feijóo, y Andoni Ortuzar. Las presiones del PSOE en el País Vasco y en Madrid no han surtido efecto, y, salvo sorpresa, los dos líderes se verán antes de noviembre, antes de que el jefe de la oposición en Madrid inicie su gira por Latinoamérica.

Los dos partidos enmarcan en «la normalidad del diálogo» esta conversación, pero la foto supone un punto de inflexión respecto al pasado de los populares y, podría ser también, en relación al futuro de la estabilidad nacional. De momento, el PNV mantendrá su apoyo al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, siempre y cuando en los Presupuestos consiga sus principales reivindicaciones: sus objetivos están marcados y el PSOE ya los conoce. Los nacionalistas vascos no están conformes, además, con la ejecución de los compromisos por parte de Sánchez, pero en la crisis sanitaria, y ahora económica, han demostrado tener un mayor sentido institucional que Podemos o ERC, y de esto se han intentado aprovechar en Moncloa.

La foto de Feijóo con Ortuzar apuntala un mensaje, el de la moderación del presidente popular, que da en la línea de flotación del argumentario de Moncloa para desgastarle. Y lo mismo sucede con el pacto para la renovación del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) y del Tribunal Constitucional (TC). El «radical», según la terminología de Moncloa, abre puertas al entendimiento con los nacionalistas vascos y se aviene a pactar la reforma judicial que lleva bloqueada desde hace cuatro años. Este acuerdo judicial también debería ser oficializado antes de que Feijóo inicie su primera gira por Latinoamérica como líder del PP, un viaje que aprovechará para reunirse con los principales líderes políticos y de la sociedad civil y empresarial de Uruguay, Argentina, Chile y Ecuador.

Feijóo siempre ha mantenido una estrecha relación con el lendakari, Íñigo Urkullu, con quien coordinó políticas sanitarias en la pandemia y la fecha de las últimas elecciones en Galicia y País Vasco. En la etapa de Pablo Casado, el PP se encerró en sí mismo, obsesionado en su competición política con Vox y dentro del bloque del centro derecha. Pero, desde que llegó a Madrid tras dejar la Presidencia de la Xunta, Feijóo rectificó esa política, en una estrategia opuesta a la de Casado. Ningunea a Vox y, al mismo tiempo, dedica muchos recursos al objetivo de demostrar que es el presidente de un partido dispuesto al diálogo con todos, salvo Bildu y el independentismo catalán.

Detrás de la foto PP-PNV está el trabajo para diseñar una estrategia a más largo plazo y que busca sentar las bases para que, a futuro, pudiera haber colaboración en la estabilidad, siempre y cuando el resultado de las elecciones generales deje la posibilidad de un Gobierno monocolor y, en el peor de los casos, con solo apoyo externo. También influye la estabilidad en Ajuria Enea, donde el PNV depende hoy del PSE.

Si hubiera opción de un Gobierno popular tras las generales, Génova preferiría poder jugar el partido con el PNV, antes que un pacto de investidura con Vox. El Gobierno de Castilla y León, donde PP y Vox gobiernan en coalición, está sirviendo como experimento, que, en el caso del PP, les confirma «su incompatibilidad» con el partido de Santiago Abascal y sus «excentricidades» ideológicas. El Partido Popular asume que la coalición con Vox es una «bomba de relojería» y una fuente de desgaste mucho mayor que la que representa el PNV porque con estos últimos «hay una proximidad económica evidente, y los temas identitarios territoriales deben estar en un segundo plano en el contexto de crisis social y económica en el que se celebrarán las elecciones generales». Entienden que las prioridades serán otras.

En plena negociación presupuestaria, Sánchez tendrá que digerir los titulares de la reunión entre sus socios y el jefe de la oposición. Por cierto, Moncloa está tranquila con respecto a estos Presupuestos, los últimos de este mandato de Sánchez, porque cuenta con que, dentro de los difíciles equilibrios que tiene que hacer en el Parlamento por su debilidad en escaños, incluso si le fallase ERC podría sacarlos adelante con el voto de PNV, Más País, PDeCAT, y otras fuerzas minoritarias. Además de Podemos.

En esta negociación presupuestaria ERC tiene que elegir qué alma se impone. Si el pragmatismo social y económico o el ala que apuesta por condicionar su voto a la desjudicialización del procés, que exige reforma del Código Penal. Este tema se ha enquistado, y el tiempo juega en contra de los intereses de ERC porque para el PSOE cada vez es más difícil iniciar un camino que tendría un altísimo coste electoral fuera de Cataluña, aunque beneficie a Salvador Illa. Pero a Esquerra Republicana de Cataluña ya le aprieta la soga en el cuello porque parte de la premisa de que, si en las generales cambia el Gobierno, figuras independentistas muy próximas a Oriol Junqueras no podrán sortear la pena de cárcel que les amenaza.

En cuanto a la negociación judicial, cada vez circulan más nombres, supuestamente repartidos en el mercadeo de puestos, pero fuentes solventes niegan, sin embargo, que hayan empezado a hablar de candidatos concretos.

Los criterios de idoneidad para la elección y las bases del nuevo modelo de elección de los jueces debían ser, en teoría, los ejes más conflictivos de la negociación. El Partido Popular ha hecho bandera de lo que pide la Unión Europea, y el pacto que selle con Pedro Sánchez se examinará bajo esa lupa.