Jorge Vilches
Feijóo, a destejer
No será fácil destejer una narrativa que gracias a Sánchez ha convertido en víctimas a los golpistas, a quienes quisieron romper el orden constitucional desde el Gobierno
La tarea que tiene por delante Feijóo será la más complicada que ha tenido nunca un líder de la oposición con aspiración de gobernar. Su eslogan electoral podría ser «Destejer», porque su baza para ganar en las urnas será prometer que va a desmontar el entramado que ha tejido Sánchez en la administración, las instituciones y en las relaciones con los nacionalistas.
Feijóo ya ha dicho que va a derogar las leyes ideológicas del sanchismo, estas normas aprobadas por decreto, sin debate ni atender a los informes consultivos. Ahora debe hacerse a la idea de que también tocará afrontar la inflamación de los nacionalismos que está perpetrando Sánchez.
La cesión de Sánchez no está «desinflamando Cataluña», sino todo lo contrario. Está dando argumentos narrativos y legales para repetir el golpe al orden constitucional en breve, a no tardar en un par de años.
Primero han tenido «paciencia», como dicen en ERC, y luego conseguirán la «independencia». Esto significa que tras ganar la batalla del relato y el blindaje legal vendrá el referéndum. En conclusión: preparar las condiciones para una secesión no es «desinflamar», sino colaborar con los golpistas.
Pere Aragonés, con la facundia y sinceridad del que sabe que tiene todas las cartas para ganar, ha desvelado una evidencia. Existe una hoja de ruta pactada con Sánchez.En el caso de Bildu, se trata de la política penitenciaria a cambio de mantener su Gobierno. Con ERC es otra cosa.
A los independentistas solo les interesa su monomanía, que quede que España es un Estado represor y ellos unos demócratas que fueron pisoteados el 1-O al ejercer su derecho a la secesión. El independentismo se cree con la doble misión histórica de enseñar a los españoles lo que es la democracia, y tener su propio Estado. Insisten en que España no ha querido escuchar su sabiduría. A eso lo llaman «conflicto político».
Sánchez ha asumido el relato con facilidad porque no le cuesta nada desdecirse, o dejar en ridículo a sus portavoces. Esto es lo que ha pasado con Patxi López, que en una semana ha pasado de negar que existiera la posibilidad de derogar el delito de sedición a insultar al PP por no entender que se derogue, y dice que carece de responsabilidad.
La pretensión del sanchismo es crear un sentido de Estado nuevo, ajeno a la construcción que permitió la Constitución. Ese sentido es considerar que las decisiones de Sánchez coinciden con el beneficio del país. Es como si en lugar de ser investido por una mayoría circunstancial del Congreso hubiera sido elegido por gracia de Dios. Y claro, todo lo que se opone es alta traición al Estado o producto de la ignorancia. No hay que olvidar que la izquierda se cree en posesión exclusiva de la razón, la cultura y la visión del futuro.
El resultado va a ser muy feo. La hoja de ruta de Feijóo será no solo derogar todas las leyes ideológicas, asumiendo el coste de las mareas de colorines por las calles y las acusaciones de «fascista». También deberá descolonizar el Estado, independizar al poder judicial, y contener a los nacionalistas.
No será fácil destejer una narrativa que gracias a Sánchez ha convertido en víctimas a los golpistas, a quienes quisieron romper el orden constitucional desde el Gobierno y Parlamento catalanes, y lo hicieron acompañar de violencia en las calles.
Feijóo también tendrá que lidiar con un PSOE y un PSC que han asumido la historieta nacionalista. A estas alturas a nadie se le escapa que los socialistas han convenido con los golpistas en concluir que el gran problema del Estado es el PP, y que el golpe del 17 fue contra Rajoy, no contra la Constitución.
La vuelta de los socialistas que hereden a Sánchez al verdadero sentido de Estado y a una hoja de ruta constitucionalista se antoja una tarea muy complicada. Pero eso no es tarea de Feijóo.
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