Podemos

De Sergio Pascual a Yolanda Díaz: todas las piezas “incómodas” para Iglesias

Ocho años después de la irrupción de Podemos, no queda ni un ápice de contestación interna en el partido. Ahora, la candidata que fue designada por el exlíder busca su independencia y es confrontada por la organización

Iglesias, con Monedero, Bescansa y Errejón, en Vistalegre
SEGUNDO DIA DEL CONGRESO DE PODEMOS EN VISTALEGRE.Jesus G. FeriaLa Razón

Bajo el lema de la unidad, aupado por el paraguas del 15-M, se forjaba Podemos en 2014 al abrazo de cinco figuras clave, los cinco fontaneros del partido que se creó en asambleas universitarias en la Facultad de Ciencias Políticas de la UCM. A Pablo Iglesias le acompañaba Juan Carlos Monedero, Íñigo Errejón, Carolina Bescansa y Luis Alegre. Era el “G5″ morado, el órgano de máxima decisión que movía los hilos de un emergente partido que llegó con la intención de ser la herramienta del cambio transversal y que nacía bajo las señas de la pluralidad, también para aunar a las distintas sensibilidades de la izquierda. El paso del tiempo ha demostrado la quimera.

En 2015, con una fuerza arrolladora llegó a romper el tablero político bipartidista con hasta 69 diputados en 2015 y cinco escaños en el Parlamento Europeo. Muy cercanos a este núcleo estaban también Rita Maestre, Jorge Moruno, Pablo Bustinduy, Tania González, Tania Sánchez, entre otros. Todos fuera de Podemos en la actualidad. Referentes políticos caídos en desgracia en la formación por tratar de redirigir la deriva en la que se había instalado la formación.

Fotos de las que ya no queda nada, ocho años después. La dirección de Podemos, con Pablo Iglesias como líder ha ido expulsando con el tiempo a sectores críticos y otros han decidido abandonar por su parte la organización con críticas sonoras después, todas dirigidas a la dirección estatal por su intento de controlar todo. Los cesados o dimisionarios resultaban piezas “incómodas” para el exlíder morado en su hoja de ruta destinada a capitalizar todo el poder. El hecho de que surjan opiniones contrarias a la del líder son pagadas con la misma moneda: su laminación.

Solo unos meses después de la primera victoria de los morados llegaría la primera gran pugna por el poder. La “operación jaque Pastor”, una maniobra que comenzaría con el descabezamiento de la formación en Madrid, tras que el sector pablista encontrara los supuestos planes de los errejonistas para tratar de derrocarle y de intentar forzar unas primarias en la capital. El partido acusaba ya más crisis territoriales y las responsabilidades se saldarían con el cese del secretario de Organización del partido, Sergio Pascual,-muy próximo entonces a Errejón-. El partido justificaría el paso por “gestión deficiente cuyas consecuencias dañaron gravemente al partido”. Poco después dimitiría Juan Carlos Monedero por la deriva del partido, por perder “principios” y la “frescura” de su origen. Aunque después volvería a resintonizarse con Iglesias y pasaría a dirigir la fundación del partido.

En 2017, Iglesias y Errejón se disputarían el poder en Vistalegre 2. La militancia pediría “unidad” “unidad” a ambos líderes tras las desavenencias por el control de la formación. Días antes, Bescansa dimitiría de sus cargos orgánicos, marcando distancias con Iglesias y avisando: “Cuando dos trenes deciden coger rumbo para chocar no es lo más sensato subirse”.

El segundo gran golpe se produjo en 2018 tras que se diese a conocer el “documento Bescansa” en el que la fundadora había creado un plan para derrocar a Iglesias que pasaba por crear una candidatura liderada por Errejón y ella misma como número dos. Una maniobra que llegaba por las diferencias estratégicas entre las corrientes de Podemos, entre los que apostaban por confluir con IU en las elecciones generales de 2016, con quienes la rechazaban. Iglesias acabó ofreciendo a Errejón ser candidato en Madrid para evitar otra ruptura en el partido, aunque finalmente fue inevitable, tras su decisión de aliarse con Manuela Carmena para las elecciones municipales de 2019. Con su salida, poco después, Podemos acabaría con todo el sector errejonista. En este núcleo se encontraban dirigentes como Luis Alegre, Miguel Vila, Eduardo Fernández Rubiño, que antes o después acabaron abandonando el partido tras denunciar que la dirección del partido la encarnaba un “grupo de conspiradores”.

Poco después, Ramón Espinar, el exsecretario general de Podemos Madrid, dejaría el partido y agrandaba la crisis en la que se sumía el partido. Dejaba sus cargos a con avisos a la dirección “Cuando no tienes margen para dirigir y no compartes el rumbo, te tienes que ir”. Hoy, tres años después sigue siendo muy crítico con los morados. Calificó esta semana a Iglesias como “caricatura de un liderazgo tóxico”.

Atrás quedan más ceses o dimisiones en los territorios, como en Madrid, Aragón, Cantabria, Castilla-La Mancha. El único reducto crítico queda en Asturias, donde de hecho la candidata no afín al pablismo ha ganado las primarias para las próximas elecciones en la Comunidad.

El otro sector que continuaba vivo en Podemos era el “anticapitalista” liderado por Teresa Rodríguez y Miguel Urbán. En 2020 se culminaría la salida de toda corriente crítica. Este sector salía del partido por haberse convertido en la “clase política que antes criticaban”, según sus líderes. “Podemos rompió un proyecto plural”, llegó a lamentar la que fuera líder de Podemos en Andalucía.

Entre luchas de poder y traiciones, Podemos acababa con todos los disidentes y la cúpula del partido se estructuró como una especie de “bunker” entorno a Iglesias, con una ejecutiva a su medida sin posibilidad de contestación interna.

Tras la llegada al Gobierno, Iglesias renovaría su Ejecutiva tras Vistalegre III culminando con la salida de los últimos dirigentes no afines: Miguel Urbán dejaría de formar parte de la misma, junto a la vicepresidenta tercera del Congreso, Gloria Elizo, que no participaba de las listas en la asamblea. Posteriormente, tras la salida de Iglesias de la política, las deserciones en Podemos seguirían llegando. El secretario de Organización, Alberto Rodríguez, dejaría su cargo tras la retirada de su escaño y ser inhabilitado. Pero lo haría también entre acusaciones a su formación por inacción ante su pérdida del escaño. La diputada canaria Meri Pita también dejaría Podemos por la “deriva orgánica del partido” y tras denunciar una “caza de brujas” contra los disidentes.

Las últimas “purgas” en el partido tendrían su derivada en el Gobierno y ya, en plena pugna entre el partido y Yolanda Díaz por su proyecto político. La ministra de Igualdad, Irene Montero, cesó a su jefa de gabinete, Amanda Meyer (del PCE) por “falta de compromiso”. Pero su destitución llegó en plena campaña electoral en Andalucía y en medio de las desavenencias entre Podemos e IU por la coalición en el sur. El líder del PCE, Enrique Santiago, sería la siguiente pieza a batir. La ministra de Derechos Sociales, Ione Belarra, pediría su puesto como secretario de Estado para la Agenda 2030. Santiago es uno de los principales apoyos de Sumar y su salida llegaría solo dos semanas después de acudir al acto de presentación de la plataforma de escucha de Díaz en el mes de julio. Ahora, la dirección de Podemos pone en jaque el liderazgo de la vicepresidenta, que no se somete a las directrices de la organización, como el resto de dirigentes que ya abandonaran la nave podemita.