Defensa
La Armada ve factible que España desarrolle su propio misil antibuque en menos de 10 años
Un artículo en la Revista General de Marina cree que nuestra industria está capacitada y el mayor reto sería la integración de las piezas
La Armada española podría disponer de un prototipo de misil antibuque en un plazo de una década, según la conclusión a la que llega el capitán de corbeta Víctor Hugo Marcos Peláez en un artículo publicado en la Revista General de Marina por
Este oficial plantea el diseño de un misil nacional antibuque capaz de sustituir al Harpoon para las futuras fragatas F-120 en un artículo bajo el epígrafe España está lista para fabricar misilesincluido en el número del mes de noviembre de la revista que edita el cuartel general de la Armada.El capitán de corbeta, sin entrar en detalles técnicos, defiende que la industria de defensa española tiene capacidades para abordar un proyecto que tampoco necesitaría, a su juicio, de una inversión desmesurada. “Si se dedicasen recursos humanos para avanzar en esta temática y una financiación adecuada -pero tampoco excesiva como en el ESSM-, España podría disponer de un primer prototipo en un horizonte de unos diez años y por un coste que podría ser asumible”, asegura el comandante con una experiencia de casi cuatro años en el Ramo Técnico de Armas y Municiones (RTAM) de la Armada.
Entrando en el detalle, el capitán de corbeta considera que el diseño de secciones como la cabeza de guerra o la espoleta de proximidad “no supondría un reto tecnológico”. A este respecto, recuerda que “nuestra industria ya ha participado en la fabricación de esta parte en diversos programas de grandes municiones”.
Tampoco sería un problema la sección de guiado y control. “Para el caso de un misil subsónico, esta sería la más comercial y se encuentra en el mercado. Tanto las unidades de medición inercial, altímetros o GPS son productos muy maduros en la industria y perfectamente aprovechables en esta idea”, detalla.
El capitán de corbeta establece tres retos tecnológicos, el motor cohete, el propulsante inicial y la sección buscadora. Este último, “el más complejo de alcanzar”. “La sección buscadora o seeker supone el principal riesgo, ya que, si bien desarrollar un radar es asumible, que este sea capaz de discernir blancos es significativamente más complejo”, comenta.
Tanto el motor cohete como el propulsante no serían, según el autor, proyectos “exigentes”. Sobre el primero, señala, “un posible candidato podría ser una monoturbina con propulsante líquido capaz de dar un empuje tal que el prototipo pueda volar durante unos pocos minutos a velocidades cercanas al Mach”. Respecto al segundo, señala, que “España es fabricante de cohetes, por lo que este I+D también tendría candidatos”. Todas estas secciones requieren de “un desarrollo apoyado económicamente por el Ministerio de Defensa”.
Integración del misil, el punto crítico
Lo realmente complicado sería la integración de los diferentes componentes, resalta. “Aunque todo parezca sencillo y asumible en diferentes proyectos I+D financiados por la DGAM, la complejidad de mayor calado recaería en la integración en un único elemento. Esta fase, que podría durar varios años, requiere un análisis en profundidad y quizá tomar caminos alternativos”, sostiene.
Antes de pensar en las diferentes componentes y secciones, el oficial especifica que habría que identificar primero “el grado de madurez de las diferentes secciones que forman un misil y reconocer aquellos componentes comerciales que tienen un elevado grado de madurez en el mercado, tanto nacional como extranjero” y “paralelamente, sería necesario hacer un desarrollo conceptual inicial con su ingeniería de sistemas basada en modelos”.
Sobre el posible esquema industrial, Marcos Peláez apunta –sin dar nombres- que el desarrollo de este misil obligaría “a involucrar a varios actores industriales, uno de ellos debe ser el encargado de integrar todos los subsistemas” y antes de comenzar sería necesario “alinear y exigir compromiso de unidad” a las empresas participantes para garantizar “la sostenibilidad y rentabilidad del proyecto industrial”.
En líneas generales, el oficial apuesta por un programa liderado por la Dirección de Ingeniería y Construcciones Navales (DIC) con financiación “constante y segura” de la Dirección General de Armamento y Material (DGAM). Dentro de este esquema, “se alcanzaría la capacidad inicial operativa de un misil español en menos de una década”. Para comenzar, añade, se necesitaría solo “un breve papel que describa una necesidad funcional y la voluntad de todas las partes. Y destaca: “La solución nacional de un misil antibuque consolidaría a España en la primera división de la tecnología militar y dotaría a la nación de una autosuficiencia geopolítica y geoestratégica”.
Experiencia en misiles
El capitán de corbeta también analiza misiles en servicio como el Harpoon o el SM-2. “Los misiles actuales tienen una ingeniería básica que data de los años 70 y 80. Aunque parezca que los SM-2 IIIA/B son modernos, lo cierto es que su tecnología básica data de hace cuarenta años. En el caso del Harpoon, la ingeniería es aún anterior, por lo que no hace falta introducir una alta tecnología ni iniciar un gran programa de armamento para obtener resultados”.
Asimismo, recuerda que la industria española ya tiene cierta experiencia en el ámbito de los misiles y este ámbito “no es nuevo” para el Ministerio de Defensa. En este sentido, cita el proyecto de misiles aire-aire Banderilla que data de finales de los años 60, los cohetes aire-tierra de la serie S o el programa Capricornio de los años 90 para el desarrollo de un sistema lanzador de pequeños satélites.
También menciona la iniciativa Ibermisil, que surgió a finales de la década de 1980 como un consorcio de tres empresas pertenecientes al Instituto Nacional de Industria para desarrollar sistemas de misiles españoles. La industria española también ha participado en programas más reciente como Evolved SeaSparrow (ESSM), el Meteor o el Spike.
En el ESSM, matiza, la industria nacional está representada por Indra Sistemas, siendo copartícipe en la producción del misil, si bien la ingeniería se encuentra bajo la tutela de Raytheon.
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