Aniversario

La confesión de Henri Parot a la Guardia Civil: «Sabíamos que podían morir también familiares»

El sanguinario etarra admitió a los agentes dos años después su participación en el atentado contra la casa cuartel de Zaragoza y señaló a sus compañeros de «comando» y a «Pakito» por dar la orden

Atentado contra la casa cuartel de la Guardia Civil en Zaragoza el 11 de diciembre de 1987, en el que once personas (seis menores) fueron asesinadas
Atentado contra la casa cuartel de la Guardia Civil en Zaragoza el 11 de diciembre de 1987, en el que once personas (seis menores) fueron asesinadasJAVIER CEBOLLADAAgencia EFE

«Sabíamos que podían morir también familiares». El etarra Henri Parot, uno de los autores materiales del atentado contra la casa cuartel de Zaragoza en el que fueron asesinadas once personas, cinco de ellas niños, el 11 de diciembre de 1987 –tal día como hoy hace 35 años– confesó a la Guardia Civil, tras ser detenido en Sevilla más de dos años después su participación en la acción criminal con la misma frialdad con la que relató casi una treintena de asesinatos consumados o frustrados cometidos por el «comando Argala» de ETA.

La maratoniana declaración de Parot –que sigue en prisión cumpliendo sus múltiples condenas, que suman más de 4.000 años de cárcel, y cuya excarcelación está prevista en 2029– se prolongó durante 28 horas y 16 minutos en tres comparecencias entre el 4 y la madrugada del 7 de abril de 1990. Horas después, el sanguinario etarra ratificaba sus palabras ante el juez de la Audiencia Nacional Ismael Moreno.

Su escalofriante testimonio está incorporado al sumario del atentado –al que ha tenido acceso LA RAZÓN–, reabierto para investigar la supuesta responsabilidad en el mismo del exjefe de ETA José Antonio Urrutikoetxea, «Josu Ternera», que en la actualidad se encuentra en Francia a la espera de su entrega a España y que será juzgado en la Audiencia Nacional en enero de 2024.

Parot –que declarará como testigo en el juicio– explicó a los agentes en su primera declaración que el coche bomba cargado con 250 kilos de amonal, que el «comando» dejó a apenas tres metros de la puerta de servicio de la casa cuartel, se situó allí «porque pensaban que en esa parte del cuartel vivían los guardias solteros y no las familias, al haber observado que la ropa tendida estaba en la otra parte del edificio».

“Pakito” asumió que morirían familiares

El entonces dirigente de la banda terrorista Francisco Múgica Garmendia, «Pakito» –quien en una lacerante coincidencia salió en libertad en 2020 el día del aniversario del atentado–, había ordenado a los integrantes del «comando Argala» llevar a cabo una «acción fuerte» en respuesta a la detención de Santiago Arróspide, «Santi Potros», y para acudir a las conversaciones de Argel con el Gobierno de Felipe González en una «posición de fuerza».

Los etarras eran conscientes de que podían morir también familiares de los guardias civiles en el atentado, pero «Pakito» había «justificado» en una reunión en Francia –según relató Parot– que, «aunque hubiera familiares que resultaran muertos o heridos, ETA militar ya había avisado varias veces que las familias debían estar fuera de los cuarteles».

Apenas un mes antes, el miembro de ETA Francisco Javier Lerchundi, integrante del «aparato de información», había asegurado a la Policía que a finales de 1986 recopiló información sobre el cuartel de Zaragoza, realizando seguimientos sobre siete agentes. «El “comando” se desplazó a Zaragoza, pero no pudo identificar los vehículos citados. En cambio sí pudo obtener información suficiente sobre la ubicación, características y seguridad pasiva del Cuartel de la Guardia Civil», señaló el Instituto Armado en un posterior informe de 2001.

“Parot” saldrá en libertad en 2029

Parot, que en 2020 cumplió las tres cuartas partes de su condena y a quien el Gobierno acercó a una cárcel del País Vasco el pasado agosto, relató a los agentes en su tercera declaración (la más prolija) que fue él mismo el encargado de conducir el coche bomba (un Renault 18 sustraído previamente) hasta la casa cuartel junto a Jacques Esnal, «que fue quien activó el sistema». Esnal, condenado en Francia a cadena perpetua, se encuentra en libertad vigilada desde el pasado octubre, al igual que otro de los autores del atentado, Jean Parot (hermano de Henri Parot). Ambos ejecutaron el atentado, junto a Frédéric Haramboure, como integrantes del denominado «comando argelino» de ETA (por la procedencia argelina de los hermanos Parot).

Tras comprobar que la acción criminal contra la casa cuartel era «factible», «Pakito» es quien les ordena «llevar a cabo la acción», trasladándose a Zaragoza Parot y Esnal «para adquirir los datos suficientes sobre su vigilancia, lugar donde dejar el coche bomba y buscar los itinerarios de retirada», una «misión» que llevan a cabo «en un solo día».

De vuelta a Francia, los integrantes del “comando” se reúnen con Múgica Garmendia y «entre todos» deciden «colocar el coche bomba en el cuartel de Zaragoza» junto a lo que suponían «las habitaciones de los guardias solteros». Para llevar a cabo el atentado, viajan a Zaragoza camuflando las pistolas y el material necesario para fabricar el sistema explosivo. Tras recoger el Renault-18 y otro vehículo para la huida, localizan gracias a un croquis los explosivos dentro de unos bidones en un zulo oculto en la ribera del Ebro.

La preparación del explosivo

Parot relató que fue el dirigente etarra Joseba Arregi, «Fiti» (también condenado por estos hechos), quien les explicó, en presencia de «Pakito», cómo debían poner la carga «con los reforzadores, cordón detonante y las botellas de acero», pues utilizaron «un sistema de cargas que no habían puesto nunca».

Los etarras montan la carga explosiva dentro del Renault-18, para evitar que al trasladarla se rompa el cordón detonante, utilizando tres botellas de acero seccionadas y sitúan dos en los asientos traseros y una en el maletero.

Los terroristas se aseguraron su objetivo utilizando tres mechas lentas «para conseguir que en el caso de que falle alguna, la otra inicie la carga explosiva». Además, la orientación de los tubos «con la boca abierta hacia el objetivo» garantizaba que la explosión fuese dirigida «como si se tratase de auténticos cañones».

La hora programada de la explosión, pasadas las 6:10 de la mañana, se eligió según Parot porque era cuando habitualmente había «pasado un tiempo después de que los obreros hayan salido de sus casas hacia las fábricas y antes de que empezaran a salir los guardias civiles». A ETA, por lo que se ve, no le importaba matar niños pero sí le preocupaba matar obreros.

Huida hacia Francia

A las ocho de la tarde del día anterior, los etarras ya habían terminado de preparar el artefacto explosivo. Frédéric Haramboure, «Txistor», se fue a Barcelona en tren para evitar ser identificado (tenía una cicatriz en la cara, secuela de un atentado de los GAL) y los restantes integrantes del «comando» sitúan los vehículos que piensan utilizar para huir hacia Francia en puntos estratégicos próximos a la carretera de Barcelona. Después, intentan dormir en las proximidades del zulo.

Al día siguiente, los tres miembros del «comando» se dirigen al cuartel en dos coches. Henri Parot y Jacques Esnal dejan el coche bomba «pegado al muro», en el estrecho callejón de la calle Villa de Ruesta. Según el primero, fue su compañero quien accionó la carga (algo que Esnal afirmó no recordar interrogado por la Policía francesa). Huyeron inmediatamente a la carrera porque «el tiempo previsto para la explosión era de un minuto y quince segundos», refirió a los agentes Parot (según Esnal, la explosión se produjo solo 45 segundos después). Un agente les llama la atención advirtiéndoles de que no se podía aparcar allí. Segundos después, la brutal explosión.

Los tres terroristas huyen en dos coches por la carretera de Barcelona (Jean Parot se subiría después a un tren según el relato de su hermano) en dirección hacia Francia, dejando tras de sí un rastro de horror y barbarie que causó un profundo impacto en la sociedad española que, 35 años después, aún perdura en la memoria.