Terrorismo
Los “objetivos blandos”, con alta concentración de ciudadanos, los preferidos por los yihadistas
Interior ordena una especial atención a las Fuerzas de Seguridad para evitar atentados de este tipo
No le falta razón al Ministerio del Interior cuando, en las instrucciones que ha dado a las Fuerzas de Seguridad para evitar atentados durante las fiestas navideñas, ordena la especial vigilancia de “medios de transporte, acontecimientos religiosos, de ocio o lúdicos en general, en los que se prevea una alta concentración de personas”.
Se trata de lo que los terroristas yihadistas, el principal peligro con el que se enfrenta España, que mantiene un nivel de alerta 4 sobre 5, denominan “objetivos blandos”.
En los manuales que dichas bandas dan a sus terroristas se detallan las formas con las que se deeben perpetrar estas acciones criminales, que pueden ocurrir en cualquier lugar donde haya una importante concentración humana, incluso “las puertas de los colegios”.
El objetivo de los yihadistas es, además de causar el mayor daño, extender el miedo entre la población para que se sienta vulnerable en todo momento. La realidad es muy distinta y la experiencia demuestra que el terrorista actúa cuando puede y no cuando quiere, ya que en este segundo caso tendríamos atentados todos los días. Pretende transmitir una apariencia de operatividad y superioridad, completamente ajenas a la realidad.
Si se repasa alguno de los manuales que el Estado Islámico (Daesh, Isis) distribuye, en canales de acceso restringido, se deduce, por su contenido, que van dirigidos a individuos de escasa formación a los que, como lección inicial, se les indica que “el primer error es el último”. De hecho, se observa que los yihadistas de la célula de Ripoll, que dirigía el imán Abdelbaki Es Satty, incumplieron, cuando fabricaban el explosivo y las bombas en Alcanar, de forma fatal para ellos y afortunada para las futuras víctimas, al menos tres del decálogo de consejos generales. (No se dan detalles por razones operativas).
Sin embargo, a la hora de fijar objetivos, como el templo de la Sagrada Familia, sí lo tenían claro. Reunía dos condiciones esenciales: alta concentración de público cerca de un lugar dedicado al rezo de los “infieles”.
En los manuales, de los que no se pueden ofrecer detalles por razones obvias, se explica cómo preparar y consumar atentados contra centros comerciales (mediante la ocultación de los artefactos en productos conocidos). Resulta importante a este respecto que los encargados de la seguridad en dichos lugares presten atención para comprobar si los cierres de los productos han sido manipulados o si un individuo pretende acceder a la tienda con alguna caja, que deja en la entrada con la disculpa de que viene de otro lugar y va a realizar más compras.
Los autobuses y las estaciones en las que paran son también objetivos preferidos al ser conscientes los terroristas de que aeropuertos y estaciones de ferrocarril cuentan con medidas de vigilancia específicas. En los manuales se dan todo tipo de detalles de cómo perpetrar el atentado. Entre otras cosas, recomiendan “poner el paquete en el lugar designado para el equipaje en la parte inferior del autobús y luego bajarse, cuando no es una operación de martirio (suicidio)”.
Los mercados abiertos, como ocurrió en los navideños de Berlín y Estrasburgo, son objeto de estudio por parte de los terroristas, así como los atropellos masivos. Ni los restaurantes escapan a la atención de los que pretenden hacer el mal.
Los manuales, elaborados por cabecillas que los confeccionan en la clandestinidad, sin la más mínima intención de arriesgarse en “primera línea” o “inmolarse” (suicidarse) --eso es para los “moujahidines”-- pretenden ofrecer al potencial terrorista unas aparentes capacidades absolutamente alejadas de la realidad. Es una forma más de captación de individuos vulnerables que se sienten despreciados por la sociedad en la que, por otra parte, ni han intentado integrarse.
Todo ello no resta peligrosidad al asunto --ahí están los atentados consumados en los últimos tiempos—por lo que las medidas adoptadas por el Ministerio del Interior, de carácter esencialmente preventivo, son las adecuadas para las fiestas navideñas en las que ya nos encontramos.
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