Elecciones

Feijóo o Sánchez: el plan plebiscitario del PP en mayo

Las primeras encuestas internas confirman que 2023 arranca con mayoría de la derecha, pero el PSOE mitiga el coste de la sedición con las pensiones

El presidente del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, conversa con varias personas mientras da un paseo por la calle Laurel de Logroño, a 17 de diciembre de 2022, en Logroño, La Rioja (España).
El presidente del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, conversa con varias personas mientras da un paseo por la calle Laurel de Logroño, a 17 de diciembre de 2022, en Logroño, La Rioja (España).Alberto RuizEuropa Press

O Feijóo o más Sánchez con ERC. El lema del PP de la campaña de mayo se definirá en estos términos porque Génova quiere que sean unas elecciones autonómicas y municipales plebiscitarias sobre el pacto de Pedro Sánchez y ERC. En la dirección popular ya están trabajando en el diseño de su estrategia y como eje ha entrado esta idea de convertir esos comicios en un plebiscito nacional entre Alberto Núñez Feijóo y el líder socialista y sus compañeros de investidura. «La primera meta volante para sacar a ERC, a Bildu y a Podemos de La Moncloa», dicen en el equipo electoral.

La agenda parlamentaria de estas dos últimas semanas ha empezado a marcar el paso del camino hacia las próximas elecciones. La crisis institucional se le ha ido de las manos a la política y no deja espacio para el optimismo respecto a cuál puede ser su desenlace. En Génova están convencidos de que «sólo se puede ir a peor», pero fuera del discurso oficial tampoco lo ven más claro en el caso de que consigan formar gobierno después de las generales. Hay algo que se ha quebrado en clave institucional, y el deterioro es difícilmente reversible en tanto siga sin haber puentes de entendimiento entre los dos principales partidos nacionales. Esto lo sostienen en la cúpula popular y en las entrañas del socialismo que se permite ser crítico con el «sanchismo», en tanto no estén bajo el foco.

La reconstrucción después de las elecciones generales será difícil, y hasta entonces es tiempo perdido porque se ha llegado a un punto sin retorno. Como se vio esta semana en el Congreso, con dos bloques que ni siquiera se reconocen su legitimidad.

El PP no quiere que «mueran» las últimas cesiones del PSOE a ERC, la derogación de la sedición y la malversación, a pesar de que en el terreno de la confrontación territorial Vox se mueve con comodidad. Y Moncloa espera que enero borre la memoria de los españoles y sólo les quede el recuerdo de la lluvia de fondos de recuperación y del gasto con el que pretenden atraer voto y apoyos económicos y sectoriales. En la última comparecencia de esta próxima semana, antes de Navidad, el presidente del Gobierno utilizará la «billetera» pública para colgarse medallas y poner sordina al escándalo de la reforma exprés del Código Penal con la que se modifican cuatro leyes orgánicas en una semana, entrando en la sustancia de las normas constitucionales.

Los primeros estudios demoscópicos privados, que han empezado a llegar a los partidos en esta misma semana, apuntan que el nuevo año se inicia con estabilidad en los alineamientos electorales que han venido manifestando los españoles desde el cambio en el liderazgo del PP y la mayoría absoluta del PP en Andalucía. La suma de escaños estimados para el PP (en torno a 134) y Vox (alrededor de 57) superaría hoy con holgura los 176 escaños de la mayoría absoluta en el Congreso. En el desenlace de las elecciones será determinante la división de los partidos a la izquierda del PSOE en tres marcas distintas, ya que esto penaliza al bloque de izquierdas a la hora de obtener escaños en muchas circunscripciones electorales.

También la decisión socialista de revalorizar las pensiones conforme a la inflación, a pesar de las advertencias de Bruselas y del Banco de España. Esta medida es la que amortigua los efectos negativos en este electorado de las decisiones gubernamentales sobre la supresión del delito de sedición y la rebaja de la malversación.

Aun así, se mantiene el trasvase de votos del PSOE al PP. En el momento actual, el porcentaje de votantes socialistas que declara su intención de votar a partidos de la derecha se sitúa en torno al 8 por ciento (medio millón de votos aproximadamente). Esta fuga de votos es mucho más intensa entre los menores de 65 años.

También ha empezado a medirse el impacto en la opinión pública de la consulta en Cataluña, que ha recuperado el PSOE estos últimos días porque es un mensaje que está también dentro de la estrategia con la que aspiran a conquistar la Alcaldía de Barcelona y seguir posicionándose con Salvador Illa para las siguientes autonómicas catalanas. En esta hoja de ruta, en la que todo se somete al objetivo electoral del PSC, y a la estabilidad de Madrid, no entra la posibilidad de que ERC consume otra «traición» y busque una mayoría alternativa para quedarse con la alcaldía de la Ciudad Condal. Barcelona y Valencia son las dos obsesiones de Moncloa para mayo porque estiman que con estas dos piezas del tablero territorial pueden sostenerle el pulso a la derecha y remontar con la publicidad de la Presidencia europea y el impulso económico de los fondos de reconstrucción.