Estrategia

La ley del «solo sí es sí» activa la pinza Sánchez-Díaz contra Iglesias

El objetivo conjunto es usar la norma para desgastar a Podemos y quebrar el pulso en la negociación de Sumar

La presión por las consecuencias del goteo de excarcelaciones de agresores sexuales por la Ley del «solo sí es sí» era insostenible para Moncloa, pero en la rectificación, y en la decisión de hacerle el vacío a la ministra de Igualdad, Irene Montero, hay más razones de fondo que el miedo al desgaste electoral.

Los «fontaneros» de Moncloa han visto la oportunidad para clavarle el estoque a la ministra y, con ello, a Pablo Iglesias en un momento en el que les interesa que los morados estén lo más debilitados posible para que se avengan a negociar y a someterse al liderazgo de Yolanda Díaz en la plataforma Sumar.

La pinza Sánchez-Díaz ha entrado en juego y el objetivo es darle la «estocada final» a Iglesias, el principal dinamitador de la tierra que pisa la «protegida» de Pedro Sánchez, la vicepresidenta y ministra de Trabajo.

A tres meses de las elecciones municipales, que «no pintan» bien en los cálculos de Moncloa, en el núcleo estratégico de Sánchez dicen que Podemos no puede saltar del Gobierno porque «fuera no hay nada». Y, por primera vez, han encontrado un tema social en el que la discrepancia con los morados les suma más a ellos que a sus competidores. En la agenda social Moncloa ha tenido que bajar a veces la cabeza, y aceptar también los movimientos de Yolanda Díaz para colgarse las medallas, porque sabían que la batalla de la opinión pública la tenían perdida. Pero esta vez creen que las tornas han cambiado.

Hay que tener en cuenta que en esta ocasión el pulso no es con la ministra de cuya suerte depende también el destino de Sánchez, y que le gana en valoración ciudadana, sino la alternativa que Iglesias promueve como alter ego de la titular de Trabajo para el caso de que no consiga sacar adelante sus condiciones en la negociación sobre la nueva plataforma de la izquierda.

En teoría, Podemos está en una clara situación de desventaja en esta batalla porque internamente hay división respecto a la negativa de Igualdad a modificar la ley. Y porque sus votantes tampoco entienden en su mayoría la negativa de Montero a rectificar a futuro las consecuencias de su reforma. A futuro, y no a presente, porque no hay solución jurídica que impida que todos los condenados ya en firme por abuso o agresión sexual puedan beneficiarse de la ley que les libera de cumplir íntegras sus penas.

Además de modular los daños reputacionales que esta reforma está generando sobre las siglas socialistas, además de atender al malestar del feminismo orgánico del partido, la decisión de actuar en solitario y llevar al Congreso una proposición de ley para reformar la norma de Igualdad, con la única firma del PSOE, responde al deseo de asfixiar el margen «de Iglesias para hacer daño a Yolanda Díaz y seguir entorpeciendo la continuidad de la coalición».

Del que fuera vicepresidente de Sánchez dicen ahora en Moncloa que está en la misma estrategia que el prófugo ex presidente de la Generalitat Carles Puigdemont, «en el cuanto peor, mejor».

Es evidente que en esta pelea no hay detrás un debate ideológico, sino un pulso por el poder dentro de la izquierda. Pero la fragmentación puede marcar la diferencia entre que Pedro Sánchez tenga alguna opción de reeditar la coalición tras las elecciones generales o no.

Pablo Iglesias quiere seguir ejerciendo como jefe del partido y es plenamente consciente de que ir por separado es un suicidio. Pero este es el momento de librar el pulso previo a la obligada negociación, en la que quiere seguir teniendo el mando y fijar las condiciones del acuerdo.

Enfrente está la pinza Sánchez-Díaz, dirigida a jibarizar al mínimo a su adversario, aunque en Moncloa también sepan que pueden estar enfrentándose a un «enemigo» al que le da igual el futuro a medio plazo de la izquierda a la izquierda del PSOE porque cree que gana más si la pinza Sánchez-Díaz se estrella y él resurge de esas cenizas.

En paralelo, el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, ofreció ayer sus escaños al PSOE para reformar la Ley del «solo sí es sí» al margen de las condiciones impuestas por su socio de gobierno. Un movimiento con el que hace un guiño al compromiso con los pactos de Estado que incluyó en su Plan de Calidad Democrática.

Feijóo consideró inaceptable que el Gobierno siga dividido en un tema que causa tanto bochorno a la sociedad y tanto dolor a las víctimas, por lo que exigió que se asuman responsabilidades. «Ha causado ya tanto bochorno esta ley, no solo bochorno nacional, sino bochorno internacional y tanto daño a las víctimas, que es inaceptable que el Gobierno siga radiando sus discrepancias en tiempo real», dijo. También criticó que el Gobierno viva instalado en el triunfalismo y se olvide de la realidad que viven los españoles.

Hoy tendrá lugar un nuevo cara a cara entre el presidente del Gobierno y el líder de la oposición. Moncloa ha estado filtrando estos días que Sánchez acudirá a la Cámara Alta a «derribar» al líder del PP con su «expediente económico». El dato de ayer de la inflación ensombrece su optimismo por el nuevo incremento de los precios, si bien en la maniobra con la ley del «solo sí es sí», y el movimiento en solitario de los socialistas en el Congreso, también juega el intento de desactivar el espacio que habían dejado a Feijóo para «golpearles» con un tema de tanta sensibilidad y que tiene especial impacto en el votante femenino. El PSOE es el partido con más voto entre las mujeres.

No obstante, Feijóo tiene margen para seguir utilizando este tema: rectificación a la fuerza, por motivos electorales; división del Gobierno, y las rebajas de penas seguirán produciéndose.