Abuelos jugando al dominó y la artimaña frustrada de un letrado

Una decena de guardias civiles, la mayoría de ellos heridos el 1-O, relató al tribunal el escenario de insultos, amenazas y golpes que afrontaron en cinco municipios de Barcelona el 1-O

Una decena de guardias civiles, la mayoría de ellos heridos el 1-O, relató al tribunal el escenario de insultos, amenazas y golpes que afrontaron en cinco municipios de Barcelona cuando el 1-O acudieron a centros de votación para intentar impedir el referéndum ilegal. Una patada en los testículos, un golpe en un brazo, un meñique fracturado, un puñetazo en la nuca... Y todo en medio de una refriega en la que –con decenas de móviles grabándoles a la espera de que perdieran los nervios– los manifestantes llegaron a quitar el escudo y la defensa a algún agente e incluso a intentar despojarles de su arma. «Arrancaron el cable antihurto, pero gracias a Dios no salió», respiró aliviado uno de los testigos a preguntas del fiscal Fidel Cadena.

Ante esa sucesión de relatos impregnados de violencia, las defensas intentaron oponer un horizonte completamente distinto de cánticos, brazos al cielo, niños en primera fila, abuelos jugando al dominó, gente «llorando de pánico» y señoras con capazos repartiendo rosas. Y también, claro, algún letrado se aplicó, con escaso éxito, a minimizar esas lesiones.

Así sucedió cuando Jordi Pina comenzó a leer el parte de un agente atendido en el centro médico de Sant Andreu. «Paciente de 35 años, guardia civil, refiere que en el transcurso de su trabajo sufrió diversas contusiones en ceja y espalda, donde no objetivo hematoma ni tumefacción». «¿Lo recuerda?», le inquirió. Pero el testigo tenía buena memoria y pasó al ataque de forma sutil. «¿Puede seguir leyendo?», le replicó. Y el abogado de Jordi Sánchez no tuvo más remedio: «Pero refiere dolor a la palpación». «¿Puede seguir leyendo?», insistió. «Y presenta hematomas en ambos brazos y piernas», claudicó el letrado, que se llevó el tirón de orejas del juez Marchena: «Si leemos el documento lo leemos íntegro».