Entrevista

La acusación popular: «Errejón quería tener relaciones con Mouliaá a toda costa. Ella no, y sufrió»

El abogado Jorge Piedrafita tiene claro que la agresión sexual se ve en el daño psicológico a la actriz y batallará para que se le imputen otros delitos

Jorge Piedrafita abogado
Jorge Piedrafita abogadoLa Razón

Jorge Piedrafita es el tercer abogado del «caso Errejón», el hombre que ejerce la acusación popular en nombre de la Asociación de Defensa Integral de Víctimas Especializada (Adive), de la que también es secretario.

A sus espaldas profesionales, experiencias como el «caso Rubiales», casos de terrorismo y en defensa de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado. El letrado atiende a LA RAZÓN para abordar el punto en el que está la causa, tras nueve meses de instrucción en torno a si el exportavoz parlamentario de Sumar agredió sexualmente a Elisa Mouliaá en septiembre de 2021.

¿Qué llevó a Adive a querer ejercer la acusación popular en el «caso Errejón»?

Adive trata de estar presente en todas las causas en que entendemos que hay una víctima que necesita ayuda y también cuando es un caso que, entendemos, afecta a toda la sociedad. En el presente, vimos que tiene el potencial de animar a otras víctimas de agresión sexual a denunciar, cuando el autor es un poderoso. También tuvo que ver la gran hipocresía de que Íñigo Errejón se hubiese llenado la boca durante años defendiendo que todos los testimonios eran válidos hasta que le tocó a él. Usó su poder para evitar que Elisa Mouliaá le denunciase y, luego, la machacó públicamente. Queremos asegurarnos de que nadie está por encima de la ley.

Usted que conoce la instrucción al detalle, ¿qué considera que ha quedado claro, de momento?

En primer lugar, pese al ruido, se ha logrado constatar que la presunta agresión se produjo en la intimidad, cuando estaban los dos solos, y no hay testigos directos de lo sucedido. Por otro, las periciales psicológicas y psiquiátricas realizadas a Mouliaá evidencian que era una persona en un estado vulnerable, que tomaba medicación, y esa noche la mezcló con alcohol. Respecto al discutido hecho de que, después de aquella noche, hubiese hablado con Errejón, lo explica que muchas víctimas sufren, luego, dependencia emocional de su agresor. Mantienen el contacto porque esperan un perdón. También se ha visto en los wasaps que mandó a su entorno en los días siguientes. No estaba contenta con cómo la trató. En cuanto al interrogatorio que les practicó el instructor a ambos, vi a una Mouliaá que no ocultó nada y ofreció una versión verosímil y sin variaciones. Llevo muchos años viendo testimonios que no lo son y sé distinguirlos perfectamente.

¿Qué le dijo la larga declaración judicial de Errejón?

Quedó claro que Errejón tenía una intención únicamente sexual en su encuentro con ella, de conseguirlo a toda costa. Mientras que Mouliaá dejó ver expectativas románticas. Él no quiso contestar a mis preguntas, a diferencia de la supuesta víctima. Pero el interrogatorio largo e intenso del juez permitió ver, cuando se le acabó el relato, además de contradicciones, contestaciones en tono soez y con tintes machistas. Pese a que dijo, entonces, que iba a entregar su móvil con mensajes posteriores de Mouliaá, después se negó a su análisis policial. Quien nada teme, nada esconde.

¿Quedan extremos por abordarse en la investigación?

Sí, está pendiente que Sumar aporte su investigación interna en la que puede aflorar otro caso de una mujer que no llegó a denunciar. Sería un antecedente que demostraría que es una conducta repetida por Errejón con las mujeres, lo que es muy típico en los agresores. Le llegará al juez tras el verano.

Hablando del juez, ¿qué opina de la actuación de Adolfo Carretero en las declaraciones?

Cada juez tiene su estilo y Carretero es un profesional muy experimentado. Se caracteriza por realizar interrogatorios muy indagatorios, inquisitivos y de mucha intensidad. Pero su trabajo, en este caso, lo hizo bien. La incisión de sus preguntas permitió conocer una versión de la supuesta víctima muy robusta y, en cambio, las lagunas y contradicciones del denunciado. Hay que tener siempre el máximo cuidado con las formas, pero lo que se vio es la manera normal de actuar por parte de un magistrado en los juzgados. Ha instruido de manera diligente, lo que ha acercado la fecha en que decidirá si manda a Errejón al banquillo de los acusados.

Recientemente usted pidió que se elaborasen otras periciales.

Así es. Acogiéndome al derecho que, como parte, me otorga la ley, reclame al juez que encargase la elaboración de dos nuevos informes sobre el estado de la actriz. Uno, psiquiátrico, que sea elaborado por un médico forense del juzgado. Y otro, de carácter psicológico, por un experto con una más que sobrada trayectoria en casos de delitos sexuales. Estas opiniones profesionales e independientes servirán para demostrar que, en efecto, Mouliaá, tras la tarde-noche que compartió con Errejón, pasó por todas las fases propias de una víctima de agresión sexual. En los momentos justamente posteriores, confusión y sensación de incomprensión; seguidamente, sintió ira por la injusticia que entendió haber vivido, y, por último, una depresión. En definitiva, la misma lógica te dice que si hay daño y está provocado por una agresión sexual es que hubo un agresor, que habría sido Errejón.

Creo que mantiene recurrida alguna decisión más del juez.

Correcto. Recurrí ante la Audiencia Provincial de Madrid que rechazase la existencia de un delito de desobediencia judicial en que el denunciado se negase a facilitar su móvil para que la Policía pudiese volcar los mensajes que cruzó con ella. Hay que recordar que se lo había requerido el propio Carretero en un auto judicial. La explicación que el juez dio no se sostiene: que no entregar un dispositivo está amparado por el derecho a no declarar. Esto habría impedido cualquier instrucción, como la del «caso Koldo», en que la intervención de los teléfonos ha sido una fuente de prueba fundamental. Espero también que acabe imputado por un delito contra la Administración de Justicia. Habló con testigos antes de su declaración, presuntamente para preparar su contenido. Me temo que perdieron su deber de imparcialidad.