Afganistán

Almirante general Jaime Muñoz- Delgado: Ilusión y sacrificio

La Razón
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Un año más, los españoles celebramos el día de las Fuerzas Armadas. Para los que vestimos el uniforme es un día muy especial en el que tratamos de mostrar a la sociedad a la que nos debemos quiénes somos, qué hacemos y cómo lo hacemos. Para ello, les invitamos a subir a bordo de nuestros buques o les abrimos las puertas de nuestras unidades, para enseñarles el trabajo que, día a día, realizan miles de hombres y mujeres con profunda ilusión y entrega. Labor callada que, en el caso de la Armada, llevan a cabo día y noche, de forma ininterrumpida, los más de 20.000 hombres y mujeres que la conforman; bien en la mar, a bordo de nuestros buques, bien en tierra, por las unidades de Infantería de Marina o las unidades de Apoyo a la Fuerza, desempeñando una labor silenciosa en pos de la estabilidad y de la seguridad, tan necesarias para la prosperidad y el bienestar de nuestros compatriotas y de las naciones de nuestro entorno.

En nuestro caso particular, España es un país eminentemente marítimo. Ello significa que la mar que nos rodea condiciona nuestra vida de una forma directa y determinante. No es sólo una cuestión geográfica, también lo es desde el punto de vista económico y social. Por la mar recibimos la mayor parte de los recursos energéticos y, por la mar, parte un porcentaje muy considerable de nuestras exportaciones. Además, desde el punto de vista vertebrador, la mar es el elemento que conforma España, uniendo el territorio peninsular con los dos archipiélagos, Baleares y Canarias, con las plazas del Norte de África.

Al mismo tiempo, vivimos en un mundo globalizado, donde el libre uso de la mar es de vital importancia. La creciente proyección internacional de los intereses españoles por el mundo necesita de un instrumento con capacidad de respuesta e influencia global, que sea capaz de salvaguardarlos allá donde y cuando sea necesario. Ese instrumento es precisamente la Armada, verdadero referente para todos los asuntos marítimos y, por lo tanto, elemento fundamental para nuestra seguridad y defensa.

En este sentido, la Armada es una institución constantemente preocupada por alcanzar el máximo nivel de preparación posible de sus unidades y de las personas que la integran. Todo ello con el único fin de servir a nuestra sociedad con la eficacia que ésta nos exige y ser capaces de, llegado el momento, cumplir las misiones que nos pudiesen ser encomendadas. Misiones que se manifiestan en los más variados escenarios, haciendo frente a las amenazas y riesgos más insospechados, protegiendo y garantizando la soberanía de nuestras aguas o velando por los intereses de nuestra nación allá donde nos sea requerido, colaborando en la seguridad de las principales vías marítimas de comunicación, tan importantes para el sustento y desarrollo de nuestro bienestar.

Por ello, en la Armada somos conscientes de la importancia del papel que ésta está llamada a desempeñar. Y para ello, todos los hombres y mujeres que la componemos ponemos el mayor empeño y sacrificio trabajando a diario, normalmente lejos de nuestras familias, en un medio duro y con frecuencia hostil, sabedores de que trabajar con ilusión, abnegación y entrega, orientados por los valores que históricamente nos han caracterizado, es la mejor forma de servir a España y a los españoles.

Por último, no quisiera cerrar esta líneas sin tener un especial recuerdo, precisamente en esta fecha tan especial, y reconocer a nuestros compañeros, marinos e infantes de marina, que se encuentran hoy lejos de sus hogares, en el Atlántico Norte, en el Mediterráneo, en el Índico, en el África Occidental, en Australia, Afganistán, o también cerca de nuestras costas, cumpliendo todos ellos con su deber en misiones fuera de España.