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Análisis del discurso

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Pablo Casado: el valor de la gestión económica del PP

El líder del Partido Popular cedió a Rivera la crítica más ácida al presidente del Gobierno y se centró en fijar en el imaginario de los españoles que le estaban escuchando los logros económicos de pasados Gobiernos. Casado salía ayer con el reto de demostrar que es la única alternativa real a un nuevo gobierno de la izquierda y lo cierto es que aunque no estuvo en su mejor forma mantuvo el listón alto. La estrategia se centró en insistir en el voto útil y en dibujar al PP como el partido que, dentro del bloque del centro derecha, puede llevar a cabo una política económica que mejore las condiciones de vida de los ciudadanos. Las comparativas con el PSOE en economía iban encaminadas en este sentido. Es probable que se haya tomado la decisión de dosificar la intensidad. Casado tiene más potencialidad y puede estar guardando las balas fuertes para el debate que se celebrará hoy.

Pedro Sánchez: sin claridad sobre posibles pactos

Sánchez concentró su estrategia en transmitir a los electores indecisos la idea de que existen dos bloques y que es el referente de la izquierda realista. Intentó en todo momento englobar en un solo bloque a todos los partidos del centro derecha. No sorprendió que fuera el único en recordar la existencia de Vox e hizo un repaso de las principales propuestas del partido que lidera Santiago Abascal. Dio por hecho el pacto con Unidas Podemos e incluso dio las gracias a Pablo Iglesias en dos momentos del debate. Fueron constantes sus referencias a «la foto de Colón». Uno de los momentos más esperados fue cuando el presidente del Gobierno tuvo que responder a cuál va a ser su actitud ante un eventual indulto de los líderes del desafío independentista. Le faltó claridad en este punto y en la política de pactos con las fuerzas separatistas, de las que se mostró rehén.

Albert Rivera: preparado y contundencia contra Sánchez

Ciudadanos ha tenido que luchar desde sus inicios contra las críticas que le señalaban con un partido sin implantación ni experiencia de Gobierno y en la cita de ayer Rivera pudo sacar pecho a priori de que no era «el novato» ya que ese papel le correspondió a Casado. El líder de Ciudadanos era consciente de lo mucho que tenía que ganar o que perder en los 100 minutos de ayer. En todo momento controló su mensaje y se lució en el bloque de política territorial, que es la parte del discurso en la que su partido se siente más cómodo por ser prácticamente la razón de su origen. Supo ser muy efectista con los mensajes visuales, sobre todo con el marco que seguramente será «carne de meme» inmediatamente. Fue el más crítico con el actual presidente y, de hecho, fue el único que logró sacarle de sus casillas en varios momentos de un debate que intentó dominar desde el primer minuto.

Pablo Iglesias: irreconocible y estrategia conservadora

Pablo Iglesias estuvo ayer irreconocible si se le compara con la ambición y el empuje que demostró en las campañas electorales de 2015 y 2016. Estuvo irreconocible y su estrategia fue demasiado conservadora de acompañamiento al PSOE. Tampoco resultó muy convincente su decisión de presentarse como adalid de la Constitución cuando en las anteriores campañas era partidario de romper el candado de consenso de 1978. Lo único que quiere fijar es que ellos van a ser los garantes de que el PSOE haga políticas de izquierdas. La idea fuerza central de su campaña estuvo presente durante sus intervenciones como no podía ser de otra manera: la única posibilidad de que exista un gobierno progresista en España es que Podemos tenga suficiente peso como para convertirse en la muleta del PSOE. Se daba por descontado también una caída en el victimismo en referencia a la investigación en la Audiencia Nacional sobre el presunto espionaje.