Opinión

Hasta aquí, Presidente

La movilización social en la ciudad condal, al igual que su precedente en la capital de España, ha sido despreciada por el PSOE

Cientos de personas protestan durante una manifestación de SCC contra la amnistía, a 8 de octubre de 2023, en Barcelona, Catalunya (España). Sociedad Civil Catalana ha convocado una manifestación contra la amnistía y el derecho al referéndum bajo el lema ‘No en mi nombre:ni amnistía, ni autodeterminación’. La protesta busca visibilizar el acuerdo para la investidura del Gobierno de España que han negociado las últimas semanas el presidente del Gobierno en funciones y Carles Puidgemont. Además...
Sociedad Civil Catalana convoca una manifestación contra la amnistía en BarcelonaKike RincónEuropa Press

Barcelona alzó la voz en la calle como semanas atrás lo hizo Madrid. Los españoles volvieron a romper su silencio para renegar de un presidente que se dispone a pagar el precio que le reclaman los independentistas, que no es otro que volar con una amnistía los cimientos de nuestra Constitución. Millones de españoles evidencian su deseo de pertenecer a una nación con integridad democrática y en la que todos seamos libres e iguales. Tanto en derechos como en obligaciones.

España atraviesa un momento grave. La negociación emprendida por Pedro Sánchez para revalidar su mandato es un punto final legal de grandes consecuencias. Que fuese precisamente en el Consejo Informal de la Unión Europea celebrado en Granada donde pronunciase la palabra «amnistía» y la defendiese como una salida a la judicialización del procés apunta que se camina hacia la consecución del acuerdo.

Hasta aquí, Presidente. Una democracia sólo es digna de tal nombre si existe Estado de derecho y, por tanto, si cualquier ciudadano, sea cual sea su nombre y apellidos, está sometido al imperio de la ley.

Valores democráticos que el líder socialista parece dispuesto a cercenar ante la diabólica aritmética parlamentaria. La gobernabilidad va a descansar en un bloque tan heterogéneo como el que formarán PSOE, Sumar, ERC, Junts, Bildu, PNV y BNG. Sin capacidad alguna de jugar con unos u otros, porque tiene 172 votos en contra. El futuro Gobierno de coalición tendrá que saltar esa barrera en cada votación. Incluso Andoni Ortuzar asume que en muchas ocasiones coincidirá más con Alberto Núñez Feijóo que con Sánchez. Nadie debe llamarse a engaño.

El candidato socialista ha ordenado a su entorno que «luche» contra el reproche de que entrega la amnistía «a cambio de los votos» para ser presidente del Gobierno. Ya se sabe, a Sánchez le obsesiona cómo se inscribirá su nombre en la historia. Pero el pacto de legislatura que está amarrando supone un gran salto al vacío: liquidar el reproche penal a los políticos condenados con quienes desea abrazarse para seguir en el poder. A lo que añadir que se trata de un volantazo respecto a las posiciones de siempre del socialismo. Tanto es así, que el mismo Sánchez se ve en la tesitura de volcarse con el partido. Lleva dos mítines seguidos en Andalucía, pues allí es relevante el mensaje de «igualdad» entre territorios. Lo mismo que en Extremadura, donde aterrizará el sábado.

La movilización social de este domingo en la ciudad condal, al igual que su precedente en la capital de España, ha sido despreciada por el PSOE. Desean tapar el éxito con el estúpido argumento de que se trata de «otra foto de Colón», dado el apoyo de Feijóo y Santiago Abascal a la convocatoria. Cantinelas sin recorrido. Olvidan que el 8 de octubre de 2017, en ese mismo lugar, contra el procés también se manifestó el PSC, e incluso fue Josep Borrell quien lanzó el discurso final. Son ellos, los socialistas, los caídos de la foto constitucionalista. El cambio del PSOE es tal que Pedro Sánchez culminará este viernes su ronda de consultas ahondando en el blanqueamiento de los herederos de Batasuna, otorgándoles el marchamo de una fuerza política más y elevándolos a la categoría de socios preferentes. Hay en el ala socialista quienes han engrasado más la relación con Bildu que con un PNV siempre dado a exigir atenciones. «Toca cuidar a los nacionalistas vascos», admiten en las alturas. Sobre todo ahora que, en plena competencia por la hegemonía en el País Vasco, Sánchez se sentará frente a Mertxe Aizpurua. Ya sin ocultarse. Abiertamente. Todo le da igual. O, mejor dicho, la debilidad manda. Alegarán la desaparición de ETA hace más de una década. De momento, La Moncloa aún excluye a Arnaldo Otegi, acotando las conversaciones a los líderes de los grupos en el Congreso. Menos Vox. Sánchez, con tal de evitarse una repetición electoral, está dispuesto a todo.