Regreso electoral

Aragonès gana el pulso a Junqueras por su «jubilación»

La actual dirección de ERC se revuelve contra el Supremo, pero su decisión inclina el debate político interno de su lado

Incluso en ERC los «hijos» políticos acaban queriendo asesinar al «padre». Pueden disimularlo mejor que en otros partidos, pero la realidad es que el actual equipo de dirección estaba más por la labor de «jubilar» a Oriol Junqueras que por rehabilitarlo políticamente, y aunque en público tienen que mantener el pulso a la última decisión del Tribunal Supremo, lo cierto es que en privado más de uno en la Generalitat, y también alguno en el grupo parlamentario en el Congreso, respira más tranquilo hoy que ayer.

El Supremo ha cerrado el paso a medio plazo al regreso a la primera línea política de Junqueras, pese a la reforma del Gobierno que deroga la sedición y reescribe la malversación. Tras revisar la sentencia, el Tribunal concluye que ahora debe condenar al líder de ERC y a los ex consellers Raül Romeva, Jordi Turull y Dolors Bassa por un delito de desobediencia en concurso con un delito de malversación agravada, pero descarta que esta decisión afecte a sus inhabilitaciones. Junqueras y Bassa no podrán volver a la primera línea de la política hasta 2031.

La reforma penal, que Gobierno y ERC han estado negociando en secreto durante meses, se leyó superficialmente como una operación para rehabilitar políticamente a Junqueras de manera inmediata. Hay muchos matices que colocar en esta lectura, y quizás el más relevante es que en ERC no hay hoy una única línea de pensamiento al respecto.

Ni Aragonès ni quienes han crecido a sus faldas deseaban, en ningún caso, que Junqueras volviera a dar un paso al frente. En conversaciones privadas se referían a él, de cara al futuro próximo, como «un referente moral».

Sin embargo, por aquí no iban los planes de Junqueras, quien no descartaba nada sobre su futuro político, ni ser cabeza de lista al Congreso de los Diputados ni aspirar a futuro a ser el candidato a la Presidencia de la Generalitat.

Las defensas de los condenados en el «procés» recurrirán la última decisión del Tribunal Supremo, hasta llegar al Constitucional, con mayoría progresista, e incluso a instancias internacionales si fuera necesario. Además, la respuesta oficial de ERC se ajustó a lo previsto, y su portavoz, Marta Vilalta, acusó al sistema judicial español de estar dando un golpe a la democracia. «Los jueces quieren dejar en papel mojado lo que hicimos en los Parlamentos y aplicar el Código Penal como si no se hubiera modificado».

No obstante, aunque lo nieguen en público, la realidad es que la decisión del Supremo de mantener los 13 años de inhabilitación para el ex vicepresidente catalán y líder de ERC le hace un favor a Aragonès y pone sordina a un conflicto interno por el reparto del poder que se estaba cociendo bajo la mesa.

De esta forma, Moncloa y Generalitat se sacuden el problema inmediato que habría supuesto la rehabilitación de Junqueras, mientras que la reforma sigue siendo útil a ERC para los casos pendientes de juicio y también para facilitar su defensa ante tribunales internacionales.

Así como para movimientos futuros: de hecho, el Supremo alerta de que la reforma aprobada por Pedro Sánchez «deja impune» otro intento de secesión.

La decisión del Supremo no afectará tampoco a la relación de Aragonès con Sánchez y a la alianza que los dos partidos mantienen, por ser la más rentable para sus intereses, y la única posible para proteger el control de la Generalitat y de Moncloa.

La actual dirección independentista ha tomado un camino político en el que dan la impresión de que la bandera del Junqueras «mártir» de la causa ya no les suma. No es una baza que estén exprimiendo políticamente, y el discurso y los referentes han virado hacia otro lado. Sin que esto quiera decir que renuncien a su objetivo secesionista, pero con otros plazos y desde un pragmatismo que les lleva a reconocer que ni hoy ni mañana tendrían la mayoría social necesaria para ganar el referéndum.

En las decisiones de partido Junqueras sigue queriendo tener mando en plaza, pero la impresión que trasladan desde la dirección oficial es que Marta Rovira, desde el exilio, dice tanto o más que el ex vicepresidente.