Adelanto en Cataluña

Aragonès lanza un pulso a Puigdemont con la fecha electoral del 12 de mayo

El president convoca elecciones tras el fracaso de los Presupuestos y desata el cabreo de los posconvergentes por tratar de anular a su líder

La primera mitad del año 2024 suma un nuevo proceso electoral en España: las elecciones autonómicas catalanas, que se celebrarán el 12 de mayo. Más de 5,4 millones de catalanes están llamados a votar en una cita que se prevé más incierta que nunca tras años de gobierno independentista. Pere Aragonès pulsó ayer el botón rojo y con ello lanzó un desafío a Junts ya que deja a los posconvergentes sin prácticamente margen para situar a Carles Puigdemont de candidato efectivo.

De hecho, Junts ha encajado la fecha del 12 de mayo como un pulso, a tenor de las palabras de su líder Jordi Turull, quien acusa a Aragonès de hacer un «cálculo electoral». Lo cierto es que el actual president ha aprovechado para avanzar las elecciones y tratar de anular el «efecto Puigdemont» porque en Junts ya se frotaban las manos con la vuelta de Puigdemont a Cataluña en julio gracias a la aplicación de la amnistía. De hecho, en las filas posconvergentes han venido hablando casi abiertamente de que su candidato para las elecciones catalanas será Puigdemont ya que tampoco tienen alternativas ganadoras ahora mismo.

La amnistía se encuentra todavía en tramitación en las Cortes y quedan todavía dos meses de proceso en el Senado, por lo que previsiblemente hasta junio no estaría aprobada. Y eso ha sabido aprovecharlo Aragonès para evitar tener que enfrentarse cara a cara a Puigdemont, aunque en Junts dan por hecho que tendrán a su líder como cabeza de lista y se aventuran a decir que sí podrá estar presente en el debate de investidura porque prevén que pueda celebrarse en julio (las elecciones son el 12 de mayo y el Parlament tarda casi un mes en constituirse), siempre y cuando la amnistía no halle más obstáculos judiciales en su aplicación.

En todo caso, más allá de los temas jurídicos, que van a marcar y mucho las próximas semanas, está el tema emocional: Junts ya logró ganar contra todo pronóstico las elecciones de diciembre de 2017 apelando a la vuelta de Puigdemont y ahora pretende reeditarlo. No obstante, es otro momento diametralmente distinto porque el «procés» y la movilización del independentismo ha ido a menos. Y también es otro momento porque Junts ya no capitaliza a los incondicionales del «procés» como logró en 2017: ahora han surgido competidores fuertes, como Aliança Catalana de la alcaldesa de Ripoll Sílvia Orriols; o, la posible candidatura de la ANC (sus bases tienen margen hasta mañana para votar y decidir), que puede contar con algunos críticos de Junts, como Clara Ponsatí.

La batalla entre ERC y Junts que llega más encarnizada que nunca tras la ruptura en el Govern. Pero también está por ver la batalla entre independentistas y constitucionalistas a pesar de que la polarización en Cataluña se haya rebajado: es, de hecho, el momento en que los del «no» a la independencia tienen más opciones de sumar mayoría absoluta en el Parlament. En este sentido, los partidos que mejor llegan a la cita electoral son PSC y PP, que quedaron primera y tercera fuerza en las elecciones generales de julio (ERC y Junts quedaron en cuarto y quinto lugar). Los socialistas catalanes tienen a Salvador Illa como el candidato con más opciones de ser president y ya se ha lanzando a la campaña con una crítica a las maniobras de Puigdemont y Aragonès: «Cataluña necesita un presidente, no un candidato». Los populares catalanes mantendrán a Alejandro Fernández como candidato, un buen orador que ha vivido siempre sobre el alambre por la travesía por el desierto de su partido en la última década en Cataluña: sin embargo, en esta ocasión, hay encuestas que le sitúan cerca de la veintena de escaños y podría ser determinante para la gobernabilidad del PSC.

Tanto PSC como PP ya se han entendido en Barcelona para la alcaldía de Jaume Collboni y podrían verse obligados a reeditar ese pacto a nivel autonómico si salen las cuentas. En medio, habrá que ver qué fuerza tienen Comunes, Ciudadanos o Vox ya que, en función del peso que obtenga cada formación, pueden allanar o endemoniar las posibilidades de pacto. Y, con ello, abonar el escenario de repetición electoral.

En todo caso, la dinámica de bloques se ha ido esfumando en Cataluña y la perspectiva de una pugna entre independentistas y constitucionalistas ha ido perdiendo fuerza, aunque nadie pone en duda que es uno de los frentes que más atención concentrará, más allá del clásico ERC-Junts. Además de la lucha por capitalizar la amnistía o el referéndum de autodeterminación, lo cierto es que el «procés» ha ido perdiendo fuelle en detrimento de otros temas que pueden acabar marcando la agenda electoral: la inmigración destaca y mucho porque Junts trata de hacer bandera; la «okupación» y la inseguridad, que trata de liderar el PP; o, la economía, un tema que va a ganar peso por la parálisis de Aragonès y por las demandas de los independentistas de la gestión propia de los tributos.