El desafío independentista
Artur Mas y su sonrisa de copyright
Con esa sonrisa tan singular y peculiar, aquella que se hizo famosa en la última final de la Copa de Su Majestad el Rey cuando sonaba el himno nacional, Artur Mas se encontraba en su salsa cuando llegaba a la sede del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña.
La procesión iría por dentro, pero si la cara es el reflejo del alma, su espíritu desprendía en aquellos momentos satisfacción a raudales. No dejaba de mirar a ambos lados del paseo Lluis Companys, donde miles de simpatizantes, la mayoría de la tercera edad, le invistieron ya de presidente in pectore.
"Mas, president, Cataluña, independent", gritaba el gentío, y él saludaba como si se tratara de un emperador rodeado de su séquito; una guardia pretoriana de los alcaldes independentistas que ondeaban sus varas de mando y donde hasta alguno había colgado una cámara en la estelada que llevaba para grabar tan inmemorial momento.
Y, cómo no, su guardia más personal, los miembros del Gobern y los líderes de JpS, incluido el consejero de Justicia. Un gesto que valía más que mil palabras. Por ello, los gritos de "independencia"se mezclaban, por orden, eso sí, a los de "Fuera la justicia española".
Un paseíllo de triunfalismo el que se dio Mas desde que salió del Palau de la Generalitat para acudir a declarar a una sede judicial, ante un juez, fiscal y acción popular. Pero, claro está, lo de responder y explicar, lo que se dice argumentar sus tesis, sólo al juez y a su abogado. Al fiscal y acción popular, mutis por el foro, que el emperador sólo responde ante los senadores y no ante la plebe, aunque en ese momento no llevaba la corona de laurel y sí un delito de desobediencia en su mochila.
Habrá que ver si se corona de nuevo o tiene que partir al exilio. Mientras tanto, a disfrutar con esa sonrisa que debería tener ya copyright y de la que cada navidad pueden disfrutar los catalanes en sus tradicionales "caganers"de chocolate, antes de que se pueda helar.
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