Ceuta

Así trabajan los agentes de la Guardia Civil en Ceuta: «No arriesgaré mi vida si quitan las concertinas»

Los guardias civiles denuncian que España se ha convertido en un paraíso para la inmigración

Varios vehículos de la Guardia Civil protegían ayer la frontera de Ceuta, que Interior reforzará con 19 agentes más tras la avalancha de esta semana
Varios vehículos de la Guardia Civil protegían ayer la frontera de Ceuta, que Interior reforzará con 19 agentes más tras la avalancha de esta semanalarazon

Los guardias civiles denuncian que España se ha convertido en un paraíso para la inmigración

Si algo comparten los agentes de la Guardia Civil que vigilan la frontera de Ceuta es que Marruecos tiene la capacidad «suficiente» para «evitar» una avalancha como la del 26 de julio. «Tienen medios para frenarla o, al menos, reducirla bastante», asegura a LA RAZÓN un agente destinado en la ciudad autónoma. Se sienten desbordados. Una fuerte presión política y social recae cada día sobre ellos, lo que sumado a la falta de personal y a la prohibición de utilizar medios coercitivos ha dado lugar a una situación «insostenible». «Estamos desamparados».

La llegada de 602 migrantes, la virulencia con la que entraron y la falta de interés del gobierno de Pedro Sánchez sobre el estado de los guardias heridos ha reabierto una herida que nunca ha terminado de cerrarse.

«Necesitamos más personal. Es imposible trabajar así. En total, somos una treintena de agentes distribuidos por todo el perímetro». Esta delgada línea entre España y Marruecos tiene una extensión de 8,5 kilómetros y está asegurada por un doble vallado de seis metros de altura. Entre ellas discurre una carretera que permite a los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado moverse con rapidez de un extremo a otro. «Por la orografía de la zona, se puede ver fácilmente si se acercan migrantes o no. Por eso, no entendemos una llegada tan masiva», reconoce sobre el terreno donde trabaja, que además cuenta con torres de vigilancia y cámaras de seguridad.

Desde el lado nacional hacen todo lo posible por controlar los flujos migratorios. Los turnos se centran en vigilar y prevenir. Algo que cumplen a rajatabla. El problema llega con la noche. Desde que el Gobierno anunció la próxima retirada de las concertinas, las mafias controlan cualquier movimiento y saben que, tras la llegada del Aquarius a Valencia, «España ha abierto la puerta a la inmigración ilegal». Cada vez que un grupo traspasa la frontera, estas organizaciones criminales lo publicitan en las poblaciones africanas para captar a nuevos interesados. Estos medios fueron instalados en 2005 por el Ejecutivo de Zapatero, coincidiendo con las obras de cambio del vallado perimetral. «Por ahora, no hay alternativa a las concertinas. Es un medio que no mata, pero sí retrasa el acceso a Ceuta. Eso es lo que nos permite actuar. No vamos a poner en riesgo nuestra integridad, por el hecho de que quieran quitarlas», expone el pensamiento generalizado de todos los compañeros. «Sabemos que las altas instancias han desaconsejado a Sánchez no retirarlas, pero parece que ha hecho caso omiso».

Cuando estos agentes han cruzado la frontera por motivos personales, se dan cuenta que la carretera que conecta Castillejos con Tánger está repleta de subsaharianos que reclaman comida para llevar a los campamentos que han improvisado en los montes cercanos. «Eso ya pone de manifiesto que las autoridades marroquíes saben que se organizan y reclaman medios para llegar hasta aquí. Entonces, ¿por qué no se actúa directamente allí?». A pocos kilómetros de Ceuta, cientos de inmigrantes esperan el momento oportuno para saltar. «Se visten con varias capas de ropa para que las cuchillas no puedan dañarles».

Cada seis meses, la Guardia Civil recibe un curso que les asesora sobre las tendencias migratorias, los nuevos peligros y los cambios. «También realizamos prácticas de tiro, pero solo durante dos días. Es insuficiente porque nadie te prepara para oleadas así». «Nosotros tenemos el caso de El Tarajal, donde 15 inmigrantes perdieron la vida intentando alcanzar a nado la playa de Ceuta. Desde entonces, es complicado saber cómo actuar», reconoce sobre el nivel de exigencia que impera en el cuerpo.

«Aquí hay una cuestión importante. Los inmigrantes vienen de países que no cuentan con medios ni para subsistir. Entonces, ¿quien les proporcionó las radiales o los lanzallamas? Ahí habría que actuar también para evitar casos como este». En estos puntos, la situación es tan caótica que, a veces, piensan que está todo perdido. Pero se reactivan ante cada nuevo imprevisto. «Con la seguridad no se puede jugar» Así que defienden su trabajo para evitar nuevas tragedias. ¿De qué nos sirve tener medios si no podemos utilizarlos? Solo queremos realizar nuestro trabajo y que se le dé el valor que tiene».