Interior
Los avisos de las víctimas al 091: "Está mi maltratador delante y no suena la pulsera"
Las víctimas de maltrato han sufrido una doble penitencia al tener que vivir con el miedo de sus agresores y la incertidumbre de los fallos de las pulseras telemáticas
Las víctimas de maltrato que disponen de pulseras telemáticas han sufrido este último año la incertidumbre de los fallos de estos dispositivos. Muchas de ellas expresan de forma anónima su malestar por la falta de autocrítica del Ministerio de Igualdad. LA RAZÓN ha accedido al testimonio de varias de las afectadas que llamaba de forma constante al 091. "Mi maltratador estaba delante y no saltó ninguna alarma", advirtió.
Estas mujeres quieren mantenerse en las sombras por el miedo con el que viven. "Suficiente tenemos y hemos sufrido cuando nos tachaban de locas por llamar de forma constante para quejarnos sobre las deficiencias del servicio", explica una de estas víctimas. En un principio, no quería hacer uso de esta pulsera pero acabó cediendo por las presiones de sus seres queridos que buscaban preservar su integridad.
La historia de las víctimas
"Una doble victimización", lamenta esta joven. Pasó noches sin dormir mientras la alarma no paraba de sonar. También presenció momentos de tensión cuando un día después de volver del trabajo vio por la ventana al "maltratador delante de ella". Avisó a la Policía y le dijeron que era imposible porque "no les había saltado ninguna alarma".
A pesar de ello, la sala 091 envió un coche patrulla por su insistencia y confirmaron la versión de la chica. Su expareja estaba incumpliendo la orden de alejamiento. "La pulsera no había enviado ninguna alerta ni a la víctima ni a la Policía", insiste.
Otro de los testimonios de las damnificadas expone que un maltratador manipuló el dispositivo y lo rompió para que no pudiera comunicar nada. La víctima lo denunció pero la UFAM de la Policía Nacional no había recibido ni un solo informe en el sistema.
"Durante meses me creía que estaba protegida y en realidad no lo estaba", asegura esta mujer que ahora vive con tensión permanente. La portavoz del Sindicato Unificado de Policía (SUP) Nadia Pajarón detalló que había dispositivos que no funcionaban durante tres días.
Reducir el nivel de riesgo de las víctimas
Uno de los daños colaterales de esta circunstancia es que al llevar este tipo de pulsera la Policía baja el nivel de riesgo a la víctimas y las medida de protección son más reducidas porque se entiende que ya está "bajo control", según explican fuentes policiales a LA RAZÓN. Con este nuevo escenario, son muchas las voces que consideran que Interior debería replantearse este protocolo.
Por otra parte, los fallos de las pulseras también han acarreado problemas a los maltratadores. Se han detectado casos en los que el propio agresor recibe falsos positivos. "Por ejemplo, a través del Centro Cometa se nos comunica que su dispositivo aparece como separado de la pulsera, lo que significaría un posible quebrantamiento de condena. En esos momentos se le llama de inmediato para advertirle y pedir explicaciones, porque si fuese cierto, tendría consecuencias graves. Y la respuesta que hemos recibido es que el agresor lleva la pulsera puesta, el dispositivo consigo, y nos lo demuestra llamándonos desde el propio terminal que le han entregado", explican estas fuentes policiales.
Después, es este hombre quien tiene que contactar con el Centro Cometa para demostrar que todo está correcto y que la alerta era falsa. "Incluso nos han trasladado situaciones en las que, habiendo cargado el dispositivo por completo a primera hora, se les descarga antes de acabar la jornada laboral, obligándoles a interrumpir su trabajo para recargarlo", añaden.
Y es que cabe recordar que estos dispositivos "no están para estigmatizar al maltratador ni para dificultar su trabajo: su único fin es dar protección a la víctima". "Pero con estos fallos no cumplen ni una cosa ni la otra. Y lo más grave es que, mientras tanto, las víctimas siguen en riesgo", concluyen estas fuentes policiales.