ETA

Batasuna arranca su «procés»

Busca blanquearse para reeditar el secesionismo catalán, del que, afirma Fernando Savater, «va a remolque». Silenciar a las víctimas, su primer objetivo

Batasuna arranca su «procés»
Batasuna arranca su «procés»larazon

Busca blanquearse para reeditar el secesionismo catalán, del que, afirma Fernando Savater, «va a remolque». Silenciar a las víctimas, su primer objetivo.

Reconstruir el relato. Éste es el objetivo que la banda terrorista ETA perseguirá a partir de ahora para desarrollar su proceso independentista. «El nacionalismo vasco siempre ha llevado la voz cantante, y los catalanes han ido a remolque», asegura el filósofo Fernando Savater, uno de los autores del manifiesto «ETA quiere poner el contador a cero», que demanda que la banda resuelva los 358 asesinatos sin resolver, acabe con los homenajes públicos a los etarras y condene su trayectoria de sangre. «Y ahora es al contrario, son los vascos los que van a remolque del procés».

Dos frases del comunicado son claves para profundizar en este análisis: «Los y las ex militantes de ETA continuarán con la lucha por una Euskal Herria reunificada,independiente», y «materializar el derecho a decidir para lograr el reconocimiento nacional será clave». La banda terrorista viste de normalidad el hecho de que, integrantes de una organización que ha asesinado a 858 inocentes, decidan «luchar» por un País Vasco independiente, como si esta cifra quedara en el olvido. «Poner el contador a cero», sostiene Savater, es su estrategia. ETA reconstruye el relato.

En él, el proceso independentista catalán es aliado. Un ejemplo significativo es que, durante la presentación el año pasado de Arkaitz Rodríguez, sucesor del inhabilitado político hasta 2021, Arnaldo Otegi, para liderar EH Bildu, las esteladas se mezclaron entre las pancartas de apoyo.

EH Bildu, que pasará a llamarse Sortu en las próximas elecciones del País Vasco, tiene las municipales a la vuelta de la esquina, concretamente, dentro de un año. Es interesante rescatar los estatutos del partido abertzale, entre los que, desde su rechazo a la utilización de la violencia, sostienen lo siguiente: «La independencia es el único modo de asegurar el pleno desarrollo de Euskal Herria. Necesitamos de todos los instrumentos a nuestro alcance para poder desenvolvernos en todos los ámbitos sin límite alguno». Es decir, lo que en el comunicado de la banda terrorista asegura que harán «los y las ex militantes» en aras de esa «Euskal Herria independiente».

Dentro de esa legitimización entra situar a asesinos como a Josu Ternera, en libertad tras cumplir 13 años de cárcel, en algo así como héroes resignados que no tuvieron más remedio que actuar debido a una «Euskal Herria que agonizaba, ahogada por las garras del franquismo y asimilada por el Estado jacobino».

Dentro de esta hoja de ruta hay un conjunto de personas que estorban: las víctimas. Silenciarlas y marginarlas es uno de los objetivos principales, ya que escuchar frases como la de Rocío Ustarán, hija de José Ignacio Ustarán: «Después de 38 no sabemos nada de los asesinos de mi padre», son un lastre dentro de su estrategia de lavado. Así como tampoco resulta rentable el que se manifiesten en contra del acercamiento de presos o de conceder cualquier tipo de amnistía a los etarras. «Es crucial transmitir que el 'conflicto', como ellos califican años de asesinatos, ya se ha resuelto», afirma Savater. «Por favor, no caigamos en los mismos errores que el IRA, o acabaremos concediéndole a Josu Ternera el premio Princesa de Asturias».

Desde 1978, ETA ha llegado a utilizar 18 caras electorales para legitimar en el parlamento sus aspiraciones independentistas al margen de la Constitución. Desde Batasuna hasta la actual Sortu, pendiente de registro en los siguientes comicios, diferentes siglas se han presentado en las urnas bajo el mismo patrón.

Lo que no dista del «modus operandi» catalán de los últimos tiempos, con la salvedad inabarcable de que ellos no han matado. «Sus ideas van a continuar. Nunca han querido la paz», asevera Savater. Quizá se les haya olvidado en la escenificación «buenista» la palabra perdón.