Defensa

"Cañones o mantequilla": el Ejército desmonta los bulos sobre el gasto militar

A través de una publicación, desarma una a una las «afirmaciones recurrentes y sin justificación» que cuestionan la necesidad de contar con las Fuerzas Armadas

El Ejército desmonta los bulos sobre las Fuerzas Armadas
El Ejército desmonta los bulos sobre las Fuerzas ArmadasShooting / EFECristina Bejarano / Europa Press

Es un debate recurrente y un argumento esgrimido por diversas fuerzas políticas para criticar tanto a las Fuerzas Armadas como sus inversiones. «Cañones o mantequilla», «hospitales o tanques»... Son preguntas que muchos plantean para exigir el fin del gasto militar y trasladarlo, por ejemplo, a políticas sociales, Sanidad o Educación. Sin embargo, quienes sí que tienen clara la función de los ejércitos y todo lo que les rodea no se cansan de contestar con una frase también muy repetida: «Sin seguridad no hay paz ni libertad ni Educación...». Y es en esta «batalla» de defender esta realidad y la importancia de las Fuerzas Armadas en la que se ha metido el Ejército de Tierra, que ha publicado un documento en el que desmonta los bulos sobre los militares, la defensa, la industria militar o las misiones en el exterior, porque «algunos sectores de la ciudadanía pierden consciencia de la importancia de la seguridad».

Bajo el título «Las claves del porqué ante cuestiones relacionadas con a seguridad y defensa y el Ejército» , Tierra desgrana una serie de «argumentos sólidos y razonados que permitan contrarrestar juicios de valor o afirmaciones carentes de justificación, a menudo recurrentes, que girando en torno a las cuestiones de Seguridad y Defensa pretenden minimizar su importancia, cuando no cuestionar su necesidad».

Y todo, bajo la consideración previa de que «la esencia de nuestra nación, sus intereses, bienestar, desarrollo de sus realidades y potencialidades están garantizados, en tanto en cuanto se encuentren debidamente amparados bajo un adecuado paraguas de seguridad». Porque, insiste, «de nada sirve promover y buscar una Sanidad eficiente, una Educación avanzada, un desarrollo económico sostenido, entendidos como pilares básicos de bienestar social en una sociedad de derechos y libertades, si se carece de una seguridad que garantice su pervivencia y disfrute».

Publicación del Ejército de Tierra
Publicación del Ejército de TierraLa RazónLa Razón

Así que, sentencian: «Cualquier pregunta demagógica sobre la disyuntiva de “cañones o mantequilla” parte de un escenario falso y viciado por cuanto el gasto en defensa ha de ser considerado como una inversión». Y a lo largo de 12 puntos, desmontan uno a uno los bulos más recurrentes:

1. Las inversiones en Defensa van en detrimento de las correspondientes a Sanidad y Educación.

Comienza recordando que, además de la asignación de los Presupuestos Generales, Sanidad, Educación o Dependencia son políticas transferidas a las autonomías, por lo que al final, la inversión en ellas es mayor que en Defensa. Detalla que el gasto militar apenas supera el 1% del PIB e insiste en que «ninguna de las prestaciones sociales serán posibles si no se cuenta con una seguridad efectiva» que las garantice.

2. La inversión para la adquisición de los nuevos vehículos blindados 8x8 detrae recursos para gasto social.

El Ejército deja claro que sistemas de armas como este «contribuyen, con su sola disponibilidad, a la disuasión, la cual supone un elemento clave de la seguridad». Y detalla que la inversión de 2.100 millones para la compra de las primeras 348 unidades «produce unos dividendos que generan un notable efecto tractor de la Industria de Defensa Nacional, con la creación de unos 650 puestos de trabajo cualificados directos, 1.000 indirectos, aportando además unos 6.000 millones de euros al PIB. Constituye, en consecuencia, un factor “social”», incide.

3. Los gastos en armamento y sistemas de defensa en España son inútiles, pues no se emplean en guerras y llegan a ser obsoletos sin haber sido utilizados realmente.

Por un lado, recuerda que, a partir de los proyectos de investigación y desarrollo de tecnologías para uso militar «se crean o se perfeccionan numerosas aplicaciones para usos de carácter civil». Y como gran ejemplo destacan el GPS, el horno microondas, lo los drones. Y por otro, deja claro que «el mayor éxito de un sistema de armas consiste en llegar a la obsolescencia sin haber sido nunca utilizado para el fin que fue concebido, pues indicaría que la disuasión ha surtido su efecto».

Defiende que los sistemas de armas «contribuyen, con su sola disponibilidad, a la disuasión»

4. El gasto militar en España es un gasto absurdo si se forma parte de alguna organización defensiva supranacional.

«Sería ilusorio pensar que un país, por el hecho de pertenecer a una alianza defensiva, puede hacer dejación de sus responsabilidades en lo que respecta a su propia seguridad. El hecho de ser miembro de una organización demanda una aportación de capacidades reales en beneficio de la misma; todos sus miembros se benefician del apoyo y capacidades de todos y se adhieren a los derechos y responsabilidades que configuran la organización, generándose una reciprocidad que impide convertirse en consumidores de una seguridad que otros pagan». Así de tajante responde en Ejército a quienes cuestionan la necesidad de pertenecer a organizaciones como la OTAN, en las que, recuerda, España debe asumir sus compromisos como miembro de pleno derecho. Y esos compromisos son tanto económicos como materiales y humanos.

5. Con el importe de un carro de combate «Leopardo» podrían adquirirse 440 respiradores.

Directamente, tachan afirmaciones de este tipo de «perversas y demagógicas» por comparar la adquisición de dos bienes con finalidades diferentes. De ahí que Tierra destaque que, sin los blindados o el armamento «no se contaría con el amparo, protección y seguridad necesarios como para tener una Sanidad que permita el gasto» en material sanitario. Y defiende los «Leopardo» como «uno de los sistemas de armas más disuasorios y resolutivos».

6. El Ejército no puede vencer pandemias o evitar catástrofes.

Sí, el Ejército deja claro que, «evidentemente, la organización y equipamiento de los ejércitos no

pueden hacer frente a los vectores que provocan la pandemia, pero sí podrán apoyar a la sociedad a la que sirven minimizando sus efectos», asumiendo incluso «riesgos mortales» y «poniendo a disposición de la sociedad unas capacidades básicas y únicas que son rápidamente desplegables», algo que demostraron en la lucha contra la Covid. Y en cuanto a catástrofes, como el volcán de La Palma, hace hincapié en que «la espina dorsal de la Unidad Militar de Emergencias (UME) está constituida por efectivos del Ejército de Tierra, además de otros miembros de la Armada o el Ejército del Aire y del Espacio.

Dos efectivos de la UME toman muestras de los gases del volcán
Dos efectivos de la UME toman muestras de los gases del volcánLuismi Ortiz

7. España no tiene ninguna amenaza directa que la ponga en riesgo de un conflicto que haga necesario tener unas Fuerzas Armadas.

Como «no existe el riesgo cero», esta es «la razón por la que los ejércitos existan en casi todos los países del mundo, tanto en los más avanzados como en los menos desarrollados», explican. Y como ejemplo. comparan un Ejército con un seguro de una vivienda: «Se adquiere el mejor que uno puede pagarse con la esperanza de no necesitarlo nunca, pero llegado el caso, cumple con su finalidad al resarcirnos de los daños». Porque, insisten una vez más, «la seguridad no se puede improvisar ni garantizarse de un día para otro». Y avisan de que la invasión de Ucrania por parte de Rusia es un «aviso para todas las naciones de la OTAN».

«Algunos sectores de la ciudadanía pierden consciencia de la importancia de la seguridad»

8. Los ejercicios, maniobras y actividades de instrucción militar causan agresiones al medioambiente, contaminan y dañan la flora y la fauna en los campos de tiro y maniobras y zonas de instrucción.

El Ejército recuerda que «tanto el Ministerio de Defensa como las unidades militares han sido tradicionalmente muy escrupulosas en cuanto a la preservación del medio ambiente, mucho antes de que la sociedad española fuera consciente». Y explican cómo es el mantenimiento de los ecosistemas de los campos de tiro y zonas de instrucción: «Se centra en la prevención de incendios forestales, repoblación, vigilancia y mantenimiento de cortafuegos, limpieza de residuos inflamables, delimitación específica para posibles tareas contaminantes y medidas de protección del terreno que limiten la erosión y daños del suelo, estableciendo rutas o vías específicas para los vehículos militares, y cuidado y limpieza de zonas específicas de caída de proyectiles y de líneas de tiro».

9. El Ejército no debiera tener presencia en espacios educativos o de ocio infantil con la excusa de que se trata de una profesión más.

Recuerdan que «los diferentes planes de estudios y de formación laboral de las Fuerzas Armadas siguen un diseño curricular con los mismos estándares de exigencia que cualquier otro plan de estudios normalizado en el ámbito civil». Por ello , defienden la necesidad de que «los jóvenes conozcan sus ejércitos y esta es una excelente oportunidad para descubrir si su vocación profesional va por esta vía», poniendo énfasis en que «la presencia de público juvenil en los espacios asignados a las Fuerzas Armadas es nutrida y generalmente muestran un notable interés por la profesión militar». Y van más allá al apuntar que «la carrera de las armas es una de las profesiones menos belicistas».

10. El Ejército no puede participar en procesiones y otras manifestaciones de carácter religioso.

Aunque España es un Estado aconfesional, las Fuerzas Armadas y los Cuerpos de Seguridad del Estado «han participado tradicionalmente en procesiones y otros actos de carácter religioso», apuntan, algo «intensamente demandado por grupos, asociaciones, fundaciones y cofradías en todo el territorio nacional. En este sentido, pese a las críticas de gasto superfluo, detallan que la mayor parte de los costes «son sufragados por las propias cofradías». Y recuerdan una sentencia del TS en la que se defiende su carácter voluntario y el ejercicio del derecho a la libertad religiosa.

Una multitud asiste al traslado del Cristo de la Buena Muerte y Ánimas, por parte de legionarios del Tercio Gran Capitán, a la casa hermandad de la Cofradía de Mena este Jueves Santo en Málaga. EFE/Daniel Pérez
Una multitud asiste al traslado del Cristo de la Buena Muerte y Ánimas, por parte de legionarios del Tercio Gran Capitán, a la casa hermandad de la Cofradía de Mena este Jueves Santo en Málaga. EFE/Daniel PérezDaniel PérezAgencia EFE

11. El Ejército no es una institución democrática y, por ello, no tiene cabida en una sociedad libre y democrática.

Parten de la idea inicial de que «son los ejércitos los que posibilitan la existencia de una sociedad libre y democrática». Y recuerdan, al mismo tiempo, que «los militares «son servidores públicos que renuncian a algunos derechos constitucionales para estar al servicio de los ciudadanos y que actúan a las órdenes del Gobierno», por lo que «no solamente tienen cabida en una sociedad democrática, sino que constituyen la esencia y garantía de su existencia».

12. La participación militar en la resolución de los conflictos, lejos de solucionar el conflicto, genera otros nuevos problemas: muertos, refugiados, violaciones...

«El militar no solo está instruido y adiestrado para el conflicto armado, sino que también está formado en los principios de ética militar, entendidos estos como el conjunto de prácticas que le orientan a actuar conforme a unos valores morales de referencia», explican. Al mismo tiempo, recuerdan que «ante una conflagración, el militar deberá actuar siempre acorde al Derecho Internacional Humanitario, aliviando la situación de los heridos, de los prisioneros y de la población civil y de sus bienes, en un intento de paliar los efectos de un conflicto.