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Casado espera sumar al menos 2.000 de los 3.184 compromisarios del PP

Cospedal y Margallo le ofrecieron su apoyo la misma noche electoral y ya ha contactado con todos los aspirantes que no pasaron el corte. Santamaría no compareció ayer y no desvelará su campaña hasta los datos oficiales del lunes.

Casado espera sumar al menos 2.000 de los 3.184 compromisarios del PP
Casado espera sumar al menos 2.000 de los 3.184 compromisarios del PPlarazon

Cospedal y Margallo le ofrecieron su apoyo la misma noche electoral y ya ha contactado con todos los aspirantes que no pasaron el corte. Santamaría no compareció ayer y no desvelará su campaña hasta los datos oficiales del lunes.

La pugna entre Soraya Sáenz de Santamaría y Pablo Casado se abrió ayer por todo lo alto pese a los intentos de la comisión organizadora y del «aparato» del partido por rebajarla. Génova, de hecho, aplazó hasta el lunes la proclamación de los resultados definitivos de la votación sobre los precandidatos y la publicación de la lista de compromisarios que acudirán al cónclave. Esto implica que la ganadora, la ex vicepresidenta del Gobierno, con un 37 por ciento de los votos de los afiliados, y el segundo, el ex portavoz del PP, con un 34 por ciento de apoyo, tendrán que esperar hasta la semana que viene para empezar el tanteo, incluso uno a uno, de los que tendrán en su mano decidir la suerte de la asamblea. Todos los compromisarios, 3.184, forman parte de la estructura del partido porque tienen alguna responsabilidad orgánica, de mayor o menor nivel, o incluso como asesores.

Casado compareció el jueves por la noche en Génova sabiendo ya que tanto la ex secretaria general del PP María Dolores de Cospedal como el ex ministro José Manuel García-Margallo estaban de su parte. Los ofrecimientos fueron inmediatos en cuanto conocieron que no habían pasado el filtro de la primera vuelta, según confirman en las dos candidaturas frustradas. El jueves por la noche ya estaba convencido, además, de que en la segunda vuelta lo tiene «prácticamente hecho», porque «más del 60 por ciento» del partido estaría de su parte.

Esos son los cálculos que hacen en su candidatura, desde donde también anticipan que el ex portavoz del PP quiere debatir con la ex vicepresidenta y comparar las dos ofertas de liderazgo que plantean al partido. Tras contactar con los cuatro aspirantes que no pasaron el filtro, su candidatura explicó que «un mínimo de 2.000 compromisarios» le apoyarían en el Congreso. La candidatura de Sáenz de Santamaría ha preferido esperar a los datos oficiales del lunes antes de anticipar por dónde va a ir su campaña y su oferta de unidad alrededor de la lista más votada.

El partido está ya dividido en dos. Quienes creen que hay que cumplir las reglas de los Estatutos y llevar hasta el final estas primarias y quienes creen que el choque de trenes en el Congreso sólo va a servir para oficializar la fractura de la organización sin que cambie sustancialmente el resultado de la votación de los afiliados. Pero detrás de estos alineamientos lo que choca también es el pulso entre los partidarios de Sáenz de Santamaría y de que se respete a la lista más votada, aunque haya sido por una diferencia tan pequeña, y los que quieren jugar hasta el final con el objetivo de que los apoyos de Cospedal puedan dar la vuelta a la situación al ponerse al servicio de Casado.

Pese a las advertencias desde Génova de que no se pueden sumar candidaturas sin más porque no hay relación directa entre el voto de los afiliados y el de los compromisarios, en estas primeras horas tras la votación de la militancia todos los mensajes que llegan desde el entorno de Casado es que no va a dar un paso atrás. En ese sentido, recuerdan que cuando se abrió el proceso de la sucesión de Mariano Rajoy, tanto desde la candidatura de Cospedal como de la de Sáenz de Santamaría se le ofreció, según su versión, la posibilidad de unir fuerzas y asumir el cargo que quisiera por debajo de la Presidencia del partido. «Pero si entonces lo rechazó, no va a cambiar de posición porque es coherente consigo mismo y va a llegar hasta el final». Ni la Secretaría General ni la Portavocía parlamentaria serían «premios» válidos para convencerle de que renuncie a ir al Congreso y a someterse a la votación de los compromisarios. Al menos a día de hoy, y ya en campaña también dijo que no se integraría en la candidatura ni de Cospedal ni de Sáenz de Santamaría.

En su negociación para articular la alianza frente a Sáenz de Santamaría está todo abierto, aunque de partida se descarta que Cospedal o que Margallo, por ejemplo, vayan a sumarse personalmente a su equipo. El respaldo de estos dos se traduce, básicamente, en ofrecerle los apoyos de los compromisarios que supuestamente estén bajo su órbita de influencia.

En teoría Cospedal tiene más fuerza entre ese universo que votará en la asamblea porque ha estado al frente del aparato desde 2008, y porque ha conseguido unos resultados mucho mejores que los del ex ministro de Exteriores, pero no está en la mesa de trabajo que pueda ir de «dos» de Casado en ningún caso. Otra cosa es que se le pueda dar otra salida política, si ella quiere, como candidata o en Europa, pero nada que implique que vaya directamente en el equipo de Casado porque ni ella querría ni tampoco beneficiaría a la candidatura del ex portavoz del partido.

El guiño de Feijóo

El reto que tienen es crear un cartel electoral ilusionante que compita con las presiones por la unidad y con el hecho de que Sáenz de Santamaría ha sido hasta ahora la mejor valorada en todas las encuestas publicadas. Que Núñez Feijóo, haya pasado de reclamar un pacto previo al Congreso a defender que los compromisarios elijan al nuevo presidente o presidenta del PP ha sido leído como toda una declaración de intenciones, aunque no haya anunciado expresamente por quién tomaba parte. Cospedal fue la ganadora en Galicia con el 39 por ciento de los votos, por delante del 29 por ciento de Casado y del 28 por ciento de Sáenz de Santamaría. Ayer Feijóo insistió en que hay que esperar a conocer proyectos, equipos y programas antes de pronunciarse. Pero su cambio de opinión fue interpretado como un primer guiño hacia el proyecto de Casado.