Política

Cataluña

Cataluña ha sido, es y será una parte esencial de España

La Razón
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El desafío independentista sigue su hoja de ruta, aunque su debilidad es cada vez mayor. La propia recuperación económica es un aspecto que juega claramente en su contra. Su eclosión fue el fruto de muchos factores que propiciaron un efecto dominó que tenía fecha de caducidad porque el paso del tiempo es muy perjudicial para el objetivo de Artur Mas y Oriol Junqueras de romper España. La euforia inicial en el campo separatista ha dado paso a una inquietud por la suma de aspectos negativos e inquietantes. Es cierto que algunos siguen instalados en una euforia irresponsable desde la que defienden que todo seguiría igual en el caso de una independencia, aunque con el despropósito de mostrar un panorama idílico en el que Cataluña viviría instalada en la utopía. Es algo que no me sorprende como catalán, porque estoy acostumbrado desde hace años a este tipo de interpretaciones voluntariosas e inconsistentes en los que los argumentos son sustituidos por unas construcciones idílicas sin fundamento. Desde hace décadas hemos visto cómo los medios de comunicación públicos eran meras agencias de propaganda oficial que actuaban sin ningún recato y en los que los adversarios eran estigmatizados. No había pluralismo, sino una ficción donde un análisis de los contenidos mostraba que la voz discordante quedaba reducida a un papel marginal.

No hemos llegado a esta situación por casualidad. Ha sido una labor tenaz que ha proyectado un victimismo exacerbado ante la opinión pública. No se ha hecho de forma zafia, sino que se ha minimizado lo positivo y se ha desmedido lo negativo para mostrar a España como un enemigo feroz de Cataluña. A los que no hemos aceptado esta serie de mentiras y manipulaciones nos han tildado de malos catalanes. Nunca olvidaré el día en que Pujol me preguntó por qué no estaba con ellos. Le parecía insólito. Desde los años ochenta he escrito en numerosas ocasiones que ser catalán es mi forma de ser español y que no tengo por qué elegir entre Cataluña y España porque la primera es parte esencial de la segunda. No hay nada que impida que se desarrolle plenamente en el seno de una nación milenaria que los catalanes ayudamos a construir. Desde la Hispania romana, aunque me podría remontar a la Iberia de griegos, fenicios y púnicos, siempre ha existido una idea común. La hubo con los visigodos, hasta los musulmanes consideraban como tal el territorio que no era Al-Ándalus, lo hicieron los reinos cristianos con la Reconquista y por supuesto era la idea nuclear de los Reyes Católicos. La España moderna y contemporánea tiene una presencia catalana muy profunda, al igual que del resto de territorios, configurando una de las principales naciones del mundo. No entiendo como catalán que sea necesario destruir España amputando una parte esencial de su ser. Desde la Transición hemos construido una democracia ejemplar, por supuesto siempre mejorable, y uno de los estados compuestos más avanzados del mundo.