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Cecilia Giménez: «Me alegra es haber impulsado el turismo en mi pueblo»
Autora de la restauración del «Ecce Homo»
En agosto de este año a Cecilia Giménez le dio un vuelco la vida. Su plácida existencia en Borja, en la que los días trascurrían sin sobresaltos y entre pinceles sin una palabra más alta que otra, se transmutó en un fenómeno mediático de proporciones planetarias por su controvertida restauración del «Ecce Homo» del Santuario de Misericordia. «Insistiré una y mil veces: el trabajo no estaba terminado. En términos artísticos estaba «manchado» porque no lo había terminado, no podía con las humedades de la pared. Me fui unos días de vacaciones... y ya se había montado el follón», explica.
Giménez reconoce que al principio «lo pasé mal». Sin embargo, seis meses después el balance no puede ser más positivo: participará en las Campanadas de Neox y ha sido contratada por una agencia de publicidad para dirigir el departamento creativo, además de vender sus cuadros por Ebay a un precio nunca inferior a los mil euros. «Hija, tengo que reconocer que al final todo ha salido muy bien. Yo soy una mujer sencilla, que nunca me han gustado los escándalos, con las críticas y el jaleo me dieron varios ataques de ansiedad, pero luego he recibido tanto cariño de la gente... además mi talento como pintora se ha visto reconocido. La gente quiere mis cuadros y eso que ahora se cotizan más».
Giménez todavía no se cree que la hayan llamado para las Campanadas, «ese momento tan especial para las familias» y su aportación a la agencia de publicidad todavía no se ha concretado. «En todo caso, haré lo que mejor se me da, pintar». Su popularidad es tal, que la asesora el mismo bufete de abogados que se ocupa de las causas legales de Ortega Cano.
Pero con todo, de lo que está más orgullosa es de haber situado a Borja en el mapa como un destino turístico. «Es lo que más me alegra, porque se ha impulsado el turismo en mi pueblo, Vienen personas de todo el mundo para hacerse fotografías con el «Ecce Homo» y, de paso, pues se toman un vino y comen en los restaurantes». Giménez no tiene una receta para la crisis, «¡uy, hija si la tuviese!», pero lo que sí sabe, «es que se termina saliendo. Yo ya he vivido varias, y no hay que perder el buen humor, hay que aguantar, aguantar y aguantar siendo uno fiel a sí mismo. Ni las alegrías ni las penas duran eternamente».
Rafael del río Presidente de Cáritas Española
«Cada voluntario ayuda desde el anonimato y el seno de la Iglesia»
«Antes de la crisis ya había en España 8 millones de personas bajo el umbral de la pobreza», recuerda Rafael del Río, el Presidente de Cáritas Española. «Ahora, se les han ido sumando matrimonios jóvenes con hijos a su carga y sin empleo, mujeres solas con hijos, o inmigrantes en situación de irregularidad. Son esos 600.000 hogares que carecen de ningún tipo de ingreso en España». La primera ayuda de Cáritas, apoyada por cientos de miles de donantes, es escuchar a la persona, acompañarla. «La cercanía, la capacidad para ponernos en su lugar y compartir sus angustias vitales, es uno de los rasgos que definen mejor la naturaleza de la acción de Cáritas. Es, decimos, "un corazón que ve"». Cáritas no pregunta por el origen, credo ni ideario de las personas a las que ayudan. «Es una opción que cada uno de nuestros 65.000 voluntarios hace desde el silencio y el anonimato, desde el seno mismo de la Iglesia. Como dijo Madre Teresa, aunque nuestra acción sea sólo una gota en el mar, el mar sería menos si le faltara esa gota», advierte Rafael del Río. Entre tanto dolor, él ve también signos de esperanza. Por ejemplo, «desde el inicio de la crisis, en 2007, tanto el número de voluntarios como el volumen de donaciones particulares no han dejado de aumentar en Cáritas». Expresa un deseo compartido: «que en el 2013 las personas que sufren las consecuencias de la pobreza sean menos».Este año terrible, de «dificultades crecientes», ha sido un gran reto para Cáritas, y por eso su presidente quiere dar las gracias «a los voluntarios de tantas Cáritas parroquiales y a nuestros cientos de miles de donantes, sin cuya dedicación gratuita y su generosidad no habríamos podido ofrecer respuestas a tantos problemas», informa Pablo J. Ginés.
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