Elecciones municipales

Cómo hacer un programa electoral del que no arrepentirse

El programa es el test clave de comunicación entre el político y el ciudadano
El programa es el test clave de comunicación entre el político y el ciudadanolarazon

La Fundación Transforma publica un decálogo para orientar a los partidos

Una de las más acusadas paradojas de la vida política española es el desprestigio en el que ha caído un documento clave en democracia: el programa electoral. Varios factores hacen que actualmente este escepticismo esté incluso más generalizado: las críticas a las fuerzas políticas tradicionales llevadas a cabo por Podemos y Ciudadanos (que no han tenido que ver sus propios programas sometidos a una acción de gobierno real), la crisis económica, la corrupción política y algunos casos flagrantes de incumplimiento de promesas electorales coadyuvan a esta situación. Preocupada por el impacto directo que esta circunstancia tiene en la confianza de los ciudadanos en el proceso de representación política, la Fundación Transforma España ha elaborado un decálogo para establecer unos principios de recomendación sobre el contenido de los programas electorales y clarificar algunas líneas de actuación vertebradoras para lograr que éstos tengan más credibilidad, solvencia y calidad. La fundación describe el decálogo como «una propuesta para otorgar mayor relevancia al programa electoral y sensibilizar a la sociedad de su importancia y utilidad». Uno de los problemas que el informe señala es que el programa electoral no tiene carácter vinculante por sí mismo. Preguntado sobre si debería tenerlo, el presidente de la Fundación Transforma –Eduardo Serra, ex ministro de Defensa entre 1996 y 2000– dijo: «Yo no digo que sea absolutamente vinculante pero sí que si no se cumple se debe explicar qué causas sobrevenidas justifican ese incumplimiento. Pensamos que si tiene cierto caracter vinculante, esas promesas que nos han llevado a donde nos han llevado (déficit público, etc.) se producirían menos». Serra no se mostró partidario de que se estipularan sanciones por incumplimiento de promesas electorales pero sí de que se acordara cierto carácter vinculante consistente en la obligación de dar explicaciones. En sus propias palabras: «No es tanto carácter vinculante pensando en la sanción, como que si uno hace una promesa pensando que va a tener que dar cuentas, la alegría de prometer por prometer disminuye».

De entre las propuestas ofrecidas en el decálogo destaca la presentación de una memoria económica que analice los costes económicos del programa y, por tanto, su viabilidad. «Al obligarse a poner las fuentes de financiación pueden salir a la luz contradicciones», explica Eduardo Serra.