Crisis del «sí es sí»
Complot de las ministras del PSOE contra Podemos
Moncloa aísla a Sánchez de la presión del partido para que rompa con Podemos y cese a Montero y a Belarra
El Consejo de Ministros se ha convertido, a un año de las elecciones generales, en un polvorín en el que impera la desconfianza entre las partes. No fluye la información ni hay debates. La cuota socialista del Gobierno mira con tanto recelo a la cuota morada como para suponer que las deliberaciones del Gabinete han dejado de ser secretas y que el ex vicepresidente Pablo Iglesias "sigue estando tan al tanto de lo que ocurre dentro como cuando ocupaba un sitio en él".
Esto inhabilita las reuniones de este órgano colegiado y es una señal de hasta qué punto se ha envenenado el ambiente dentro del Ejecutivo y también dentro del partido por los choques en la convivencia con Podemos y, especialmente, por la crisis abierta por la Ley del "sí es sí".
Por más que quiera evitarlo el presidente, dentro de su Gabinete, y dentro de su organización política, crece el enfado, la tensión y la exigencia de que aproveche esta crisis, la peor desde que se constituyó la coalición, para romper con Podemos.
Sin embargo, los candidatos socialistas se malician que Sánchez pueda tener la tentación de esperar a las elecciones autonómicas y municipales antes de tomar una decisión definitiva, sin tener en cuenta que eso les puede arrastrar definitivamente a ellos en el examen electoral. En hasta siete comunidades autónomas el gobierno de la izquierda está en el aire, y las elecciones se decidirán por un resultado muy ajustado. Todo este ruido no suma, y la imagen de una izquierda "a palos", y sin rumbo, tampoco.
Moncloa se esfuerza en aislar al presidente del Gobierno de todos los movimientos internos, y es cierto que nadie está en posición de levantarle la voz al líder socialista, pero ese blindaje de su "corte" no es ya capaz de poner sordina a la tensión y a las críticas que le señalan a él como responsable de que el Gobierno y el PSOE hayan entrado en una espiral a la que no ven salida. Buscar el acuerdo con Podemos sólo retrasa la entrada en vigor de la reforma de la ley, y esto traslada una mensaje a la opinión pública nada bueno para las siglas del PSOE. En contra también tienen la alianza entre ERC, Bildu y Podemos, con la mirada puesta en las elecciones y en la competencia que en Cataluña el partido de Oriol Junqueras mantiene con el PSC y con lo que representa la vicepresidenta Yolanda Díaz.
En el Gobierno, las ministras socialistas se han unido para hacer el vacío a la titular de Igualdad, Irene Montero, y a la responsable de Asuntos Sociales, Ione Belarra. No hay comunicación, y si ya ha habido problemas importantes en la convivencia con la vicepresidenta y titular de Trabajo, ahora ya se han cruzado todas las líneas rojas. Una de estas ministras de la cuota PSOE, de las más señaladas en los choques con Podemos, lo describe, de manera informal, con un "estamos en guerra".
La imagen de soledad que ayer, en el Congreso, dio la ministra de Justicia, Pilar Llop, no suma a la autoridad del presidente del Gobierno entre los suyos porque se establece la lectura de que es la víctima más débil de la cadena la que está cargando con el "muerto", y sin tener ninguna responsabilidad en la ley que excarcela a violadores antes de cumplir su condena. Llop llegó al Ejecutivo para sustituir al ministro Juan Carlos Campo, cuando la ley del sí es sí ya había sido aprobada.
Las ministras socialistas guardan las formas en público, pero por debajo de la mesa cruzan los dedos para que en esta crisis caigan Montero y Belarra, aunque sea a costa de que Podemos vote, finalmente, en contra de la proposición de ley de reforma de la ley del "sí es sí". Si ésta es la excusa que necesita Sánchez, bienvenida sea.
De lo que cuentan, la sensación es que consideran que tienen al enemigo dentro de casa. La obligada disciplina y el mando férreo que ejerce Sánchez, sin margen para el debate interno, silencia también otro elemento que une a sus ministras: el rechazo al radicalismo de las políticas en materia de igualdad y de mujer que se han dejado imponer en la agenda del Gobierno de coalición.
Mientras, Yolanda Díaz va por libre gracias a la autonomía y a los privilegios que le ha concedido el presidente del Gobierno dentro del Consejo de Ministros.
En Moncloa están convencidos de que el futuro de Sánchez depende de que le vaya bien a la titular de Trabajo, y esto justifica que se mire siempre para otro lado y que se acabe cediendo para que ella salga bien parada. La cuota de ministras socialistas no la quiere tampoco en su grupo ni se fían de ella, pero es la única alternativa que tiene el jefe del Ejecutivo para intentar mantener la coalición, sin Podemos en ella.
Las decisiones sólo las toma Sánchez, pero también es un hecho que en su partido son más hoy los que creen que la ruptura con Podemos les suma mucho más en estos momentos que mantener una coalición en guerra y en la que cada día se visualice la imagen de dependencia del PSOE de la radicalidad de los morados.
Ayer, la titular de Justicia recibió varias llamadas de compañeras del Consejo de Ministros: mientras fuentes de Moncloa la señalaban como responsable de empeorar la crisis por su sinceridad al hablar de los efectos de la Ley del "sí es sí", hubo quien dentro del Gabinete, y con discreción, le hizo llegar su apoyo. Ahora bien, en público, todos, y todas, guardaron silencio.
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